Tras 609 días de ardua espera, Karrikadantza volvió a Iruña: ayer el Zentral se llenó de dantzazales que disfrutaron de lo lindo con los jauzis, fandangos, arin-arines, el Zortziko de Lantz, las Mutil-dantzas de Baztan o las Bolant-dantzas de Luzaide.
Karrikadantza es un baile popular euskaldun que se organiza para fomentar la dantza tradicional popular y el euskera en Pamplona. "Tocamos músicos de los diferentes grupos de dantza de Iruñea –Duguna, Oberena, Muthiko Alaiak, Iruña Taldea, Ortzadar y Amaiur– aunque también hay músicos que no pertenecen a ningún grupo y se animan a tocar", explica Aitor.
Pero los verdaderos protagonistas, incide el txistulari, son las personas que se "acercan a bailar o a pasar el rato". "Desde los inicios, hemos puesto el foco en ellos. Queremos que disfruten bailando y para eso es indispensable tocar una música de calidad, que todo lo que suene esté en su sitio. Así, los dantzazales solo se preocupan de los pasos del baile", comenta Beñat López, otro de los organizadores de Karrikadantza en Iruña.
Hace 10 años, señala Beñat, existían en Pamplona grupos de dantza y dantzazales que " a penas podían bailar en la calle. Sin embargo, veíamos que los bailables populares estaban teniendo bastante éxito en Bizkaia de la mano de Aiko y pensamos que era oportuno traer ese formato a Pamplona". Con el apoyo logístico de Zaldiko Maldiko Elkartea y Karrikiri Elkartea, se pusieron manos a la obra: se "reclutó" a músicos, se perfiló el repertorio y se asoció el evento a una fecha concreta, el tercer sábado de septiembre a junio a la tarde. Posteriormente, apuntan, Nafarroako Dantzarien Biltzarra se añadió al proyecto "para intentar llegar a más público".
Poco a poco, llegaron las primeras actuaciones: primero en Mercaderes, después en la plaza de San Nicolás –cuando llovía se refugiaban en el frontón de la Mañueta– y desde 2015 en el Zentral. "Conseguimos asegurarnos un lugar agradable para las karrikadantzas de otoño e invierno. Sin embargo, perdimos la calle, pero nuestro objetivo es recuperarla tan pronto como los permisos nos lo permitan", avanza Julen Esparza, uno de los organizadores de Karrikadantza.
El "traslado" al Zentral desplazó la actuación del sábado a la tarde al vermú. "Al principio, la gente no paraba de bailar en las dos horas que tocamos y los camareros se aburrían. Incluimos un breve descanso para que la gente tomara un pote o un frito", asegura Beñat. "El ambiente es inmejorable, la pista está llena de dantzazales y para equilibrar, la barra está bien sujeta con codos, potes y fritos", bromea Aitor. Tras la pandemia, Karrikadantza se ha mudado al tercer domingo al mediodía.
Cambios
A lo largo de esta década, Karrikadantza ha evolucionado y vivido algunos cambios. En los inicios, los músicos y las tres asociaciones –Karrikiri, Zaldiko y Nafarroako Dantzarien Biltzarra– se encargaban de la organización. Con el tiempo, Karrikiri y Zaldiko delegaron sus funciones en los músicos y Nafarroako Dantzarien Biltzarra se quedó como único organizador. Sin embargo, al proyecto empezaron a "salirle imitadores, empezó a desvirtuarse y a perder personalidad", defienden. Por eso, los músicos decidieron adoptar la parte organizativa, "nuestros caminos se separaron" y surgió Iruñeko Karrikadantza.