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Araba

18 años del primer pintxo-pote

Aniversario
Iñigo Sáez Elvira del bar Batela de la calle Gorbea.
Iñigo Sáez Elvira del bar Batela de la calle Gorbea.

Como dice Víctor Manuel Ibáñez, presidente de la Asociación de Comercios de la calle Gorbea y de Arabadendak, "un profesional descansa, pero sigue trabajando cuando va de vacaciones". Y a él las musas le soplaron con los vientos adecuados cuando se encontraba disfrutando en Chiclana (Cádiz) de un merecido descanso, momento en el que se dio cuenta de cómo en la hostelería de la zona, cada vez que pedía una cervecita fresca, le daban, para su sorpresa, una tapa para acompañar. "Vi que esto que se hacía en Chiclana era una bomba, porque realmente todo lo que sea ocio y salir a tomar algo a la gente le llama. Y si encima le ofreces una tapa con un vino...", recuerda.

Así que al poco de llegar a Vitoria lo comentó a la junta de la agrupación de comerciantes de la calle Gorbea para que la impulsaran en su vía, y sus miembros decidieron poner la idea en conocimiento de sus asociados hosteleros y restauradores. El día elegido fue un jueves, por ser la antesala del fin de semana. Fue exactamente el 7 de octubre de 2004, cuando se unieron 10 locales para incluir un pintxo con una tapa por un euro.

"Estuvimos haciendo varias reuniones con los hosteleros y aunque es muy complicado hacerles llegar una idea y que les parezca buena, al final sí que se consiguió y así lo que logramos fueron dos cosas importantes: juntar a mayores y a jóvenes en una campaña, porque los txikiteros seguían tomando vino, pero los jóvenes no; lo segundo que logramos, para que la gente no se fuera hecha polvo a casa, con el estómago destrozado si se habían tomado cinco vinos y los cinco distintos, fue que todos los hosteleros comprasen a la misma bodega el vino", resalta Ibáñez. El crianza de Ederra, de Bodegas Bilbaínas, fue ese vino con el que se logró un precio unificado, tras hacer un pedido más grande y conjunto con los participantes.

Otra idea fue, teniendo en cuenta que se rompían muchos vasos, que todos los bares participantes comprasen el mismo (en este caso era una copa con las letras de la asociación de comerciantes de la calle Gorbea) "y que se pidiese de manera conjunta, con lo que se mejoraba bastante el precio de cada copa". Y gracias a esa visibilidad que daban las letras de la asociación de la calle Gorbea, también la imagen de su marca ganó en notoriedad. Pero, sobre todo, gracias a esta iniciativa del pintxo-pote se puso a Vitoria en el mapa y, en especial, a esta calle. Fue tal el éxito que no solo se replicó la idea en otros barrios de Gasteiz, sino en otras ciudades, como el juevintxo de Pamplona, traspasando así fronteras. "Tendríamos que haber registrado el nombre", cuenta con humor.

Formación de parejas

"Estamos orgullosos de haber sido los pioneros de esta iniciativa. Esto fue el pistoletazo de salida del pintxo-pote. El éxito fue terrible, venían autobuses. Esta era la zona de quedada de todos los estudiantes. Desde entonces, el jueves esta calle ha sido un punto de encuentro y de formación de parejas", resalta. "Aquí no se podía atravesar esta calle de la gente que había y había que dar rodeos", matiza, por su parte, Rubén Samperio, técnico de Arabadendak.

En estos 18 años, Ibáñez afirma que "más bien poco" ha cambiado la fórmula del pintxo-pote de la calle Gorbea. Ahora, por ejemplo, está a 1,5 euros y dan dos o tres opciones de pintxo a elegir. "Pero sí que es cierto que todas las ideas que son buenas se queman y hay que volver a darles un empujón", apunta.

Y en ello están, planteando acciones nuevas, como la celebración de su decimoctavo aniversario. "Soy partidario de hacer un pintxo de la calle conmemorativo y hacer un concurso para el que mejor lo haga", avanza Ibáñez, quien también pone en valor que a pesar de que ha venido mucha gente y muchos jóvenes, "aquí jamás ha habido follones, ni peleas ni cosas raras. Venían a hacer vida social". Un buen ambiente, en definitiva, el de este pintxo-pote.

Bar Batela. participante

Iñigo Sáez Elvira: "Teníamos poca fe"

Uno de los primeros bares participantes cuando se puso en marcha hace 18 años el pintxo-pote de la calle Gorbea fue el bar Batela (con entrada por la calle Cruz Blanca, 8), que regenta Iñigo Sáez Elvira. "Yo me animé a participar porque era una iniciativa novedosa en Vitoria. Al socio fundador de los comerciantes de la calle Gorbea se le ocurrió la idea tras unas vacaciones en Chiclana (Cádiz) y nosotros, los hosteleros, la trasladamos a nuestra forma", recuerda Sáez Elvira.

Confiesa que, al principio, "teníamos poca fe en ella y empezamos suave, pero la gente empezó a venir. La primera vez que lo hicimos vinieron las autoridades". En esa época el pintxo-pote se servía a un euro y en el Batela, en concreto, daban sus famosas y ricas croquetas "y hace cinco o seis años fuimos añadiendo alguna que otra cosa más, como los que ofrecemos ahora: croquetas, perrito caliente o tortilla de patata con pimiento rojo, que le gusta mucho a la gente. Son tres pintxos a elegir. Por eso el precio, no es el mismo de antes. Ahora está a 1,5 euros", precisa.

Fue tal el exitazo de esta iniciativa en su local que contrataron a un chico que se dedicaba solo a recoger los vasos, "también teníamos a otra extra que venía a las 20.00 horas para reforzar más la plantilla. En total, nosotros, un jueves de junio-julio, cuando más gente había, llegamos a tener una plantilla de nueve personas, contando a la cocinera. Era terrible. Todo lleno de gente. No creo que en Vitoria hubiera un sitio con tanta gente".

Eso sí, el llenazo fue tal que Sáez Elvira también recuerda cómo los vecinos se quejaban de que no podían pasar para llegar a sus casas, "tenían que pasar por la carretera o por donde podían, porque tenían que sortear a toda esa gente, había colas en la ventana del bar para pedir cuando hacía bueno...".

Y así esta decena de bares pioneros participantes, que "empezamos incrédulos, pensando que no iba a funcionar, cuando vimos que iba ya bien, cambiamos un poco de táctica porque antes solo hacíamos vino crianza y luego fuimos añadiendo mosto, zurito... Para realzar el vino crianza, dábamos unas cartillas y con cada copa dábamos un punto. Con rellenarla, tenías una botella de crianza de regalo y otra vez hicimos el sorteo de 12 motos, una cada mes". También se sortearon viajes y hasta un flamante coche rojo.

2022-02-06T17:05:02+01:00
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