El deseo femenino de cambiar el arte en la Rusia de las primeras décadas del siglo XX quedó plasmado en la obra de seis mujeres protagonistas de la exposición Amazonas de la vanguardia. Ellas fueron Alexandra Exter, Natalia Goncharova, Liubov Popova, Olga Rozanova, Varvara Stepanova y Nadezhda Udaltsova. Con talento y originalidad, estas pintoras contribuyeron a una transformación radical, como se apreció a través de más de 70 obras en las que plasmaron sus aportaciones desde distintas convicciones estéticas y sociales. Ellas llenaron de personalidad las salas del museo bilbaino en el primer año del siglo XXI.
De su pincel surgió el arte ruso de vanguardia, forjado a partir de la trayectoria creativa particular de cada una de las artistas. Esta muestra, que permaneció desde el 13 de junio al 27 de agosto, permitió contemplar la evolución del arte ruso moderno desde el neoprimitivismo, el cubofuturismo y el rayonismo hasta el suprematismo y constructivismo.
Las seis pintoras, calificadas por uno de los comisarios de la exposición, John E. Bowlt, como la “esencia de la vanguardia rusa”, marcaron un hito sin precedentes hasta entonces en Europa. Cada una con una trayectoria independiente, no formaron un grupo de trabajo ni compartieron orígenes sociales ni identidad artística. Asimismo, su condición femenina no fue obstáculo para lograr el reconocimiento de la crítica y de sus compañeros en aquellos años.
Las artistas, una a una
Alexandra Exter (1882-1949) ejerció de puente de unión entre la vanguardia rusa y los artistas de Europa occidental. Interesada por los lugares de especial relevancia geográfica o cultural, bebe de fuentes muy diversas, desde el arte popular (en los bordados ucranianos), hasta el cubismo, el futurismo y el simultaneísmo, un viaje estilístico que condujo a sus magníficas obras “no objetivas” de 1917/8, como Composición. Movimiento de planos. Experimentó con la ilustración de libros, el cine, cerámica y diseños para teatro.
“ Hito en Europa: Las seis pintoras, cada una con una trayectoria independiente, marcaron un hito sin precedentes hasta entonces en Europa. Su condición femenina no fue obstáculo para lograr el reconocimiento de la crítica ”
Natalia Goncharova (1881-1962) brilló por su espíritu radical en su vida y en su arte, lo que le hizo objeto de censura dirigida, por ejemplo, en alguna exposición a su obra de temática religiosa Los evangelistas. Con amplitud de visión, se inspiró en el arte medieval ruso, los bordados campesinos, los lubok (láminas coloreadas a mano) y las estelas de piedra (baba), y aplicó todo ello a sus pinturas, obras gráficas y diseños de decorados. Una muestra palpable de su interés etnográfico se encuentra en la obra Campesinos vendimiando, de 1912.
Por su parte, Liubov Popova (1889-1924) dominó la estética cubista, visible en pinturas como Composición con figuras, de 1913. No obstante, se abrió a otros enfoques, como el futurismo (Naturaleza muerta italiana, 1914), el suprematismo, los relieves de Tatlin e, incluso, el arte renacentista y el orientalismo de Samarkanda. Tan dispares fuentes determinaron su singular manera de tratar la forma y el color, patente en los relieves dinámicos y las pinturas arquitectónicas de finales de la década de 1910.
Olga Rozanova (1886-1918) vivió y trabajó en San Petersburgo en vez de en Moscú. Para ella, el color era la esencia y justificación de la pintura abstracta y llamaba a su sistema pictórico “pintura de color”, término que subraya su objetivo principal de crear imágenes que no tuvieran que relacionarse con referentes externos para adquirir significado.
Varvara Stepanova (1894-1958) representa la segunda generación de la vanguardia. Atraída por uno de los mandatos soviéticos fundamentales (que el arte fuera utilitario y accesible), al igual que su marido, Alexander Rodchenko -con quien colaboró-, se comprometió a proporcionar una forma visual al nuevo orden político y cultural mediante la aplicación de los principios constructivistas en los diseños destinados al teatro, las publicaciones y la ropa. A este propósito responde su obra Cinco figuras sobre fondo blanco, de 1920.
Por último, Nadezhda Udaltsova (1885-1961) hizo una interpretación fiel del cubismo en Composición. Dirigió su obra hacia la corriente representativa y permaneció fiel a la pintura, resistiéndose a la influencia posrevolucionaria de adaptar las bellas artes al utilitarismo.
Clemente y su singular cosmología
Variada producción. La exposición dedicada a Francesco Clemente, del 15 de febrero al 4 de junio de 2000, se organizó temáticamente, conforme al desarrollo estético del artista napolitano, que empleaba óleo, acuarela, tinta, pastel, fresco y escultura indistintamente, alimentándose de una vasta herencia de tradiciones culturales y fuentes estilísticas. Los temas de su extensa, compleja y variada producción artística, y su singular cosmología, inician al espectador en un viaje personal a través de su obra. Su expresivo retrato del cuerpo humano y su uso de materiales tradicionales se apartó radicalmente de la estética conceptual propia de finales de los años 60 y 70. Italia, la India, Nueva York, el suroeste americano y el Caribe le inspiran y estimulan en sus viajes, lo cual reflejó en su producción.