Cerca de seis meses de trabajo en un contexto nuevo y desconocido para todo el mundo dan muchísimo de sí. De ello pueden dar fe las decenas de profesionales sanitarios y no sanitarios que desde el 3 de abril de este 2021 han desempeñado su labor en el frontón gasteiztarra de Lakua, convertido en vacunódromo para esta larga carrera contrarreloj en forma pandemia.
Muchos momentos difíciles y también más de una anécdota divertida han marcado el día del equipo desplegado en este recinto deportivo que desde hoy, una vez desmantelado totalmente, podrá recuperar por fin su actividad habitual.
"Ha habido muchas anécdotas. Dijimos hasta de escribir un libro, que al final no salió, pero una de ellas fue ver a gente viniendo 21 días después con el mismo esparadrapo que le habías puesto con la primera dosis. También hemos visto a algunas personas muy nerviosas con el cuerpo lleno de tatuajes porque la aguja les daba miedo, al igual que con los piercing. Me parece algo un poco contradictorio", recuerda Laura Pérez de Onraita, auxiliar de enfermería de la OSI Araba que ha trabajado en el frontón desde que fue habilitado.
Curiosidades puntuales aparte, esta profesional se queda también con el "nerviosismo" que ha acompañado a momentos puntuales de la vacunación masiva –tanto en el lado profesional como en el de los pacientes–, así como con la "ilusión de la gente por vacunarse, porque había con mucho miedo" –al virus–.