"Pena, tristeza, furia, frustración". Son algunas de las palabras que le salen de dentro a Maider Gorostidi cuando recuerda aquel 8 de diciembre de 1998. "El recuerdo que tengo es de un día que iba a ser muy bonito. Organizamos aquel autobús con muchísima ilusión por llevar los colores de la Real. Era la primera vez que viajábamos a Madrid y estábamos orgullosos de ver a nuestro equipo en Madrid". Sin embargo, todo se truncó en los aledaños del Vicente Calderón y se volvió de color negro. "El recuerdo que tengo es horrible... horrible por lo que pasó. Sí que fue un día muy bonito hasta la tarde pero luego dio un giro completo y se convirtió en el peor día de mi vida... el mío y el del resto de los que fuimos en aquel autobús. Fue un día que nunca lo vamos a olvidar. Nuestra vida cambió, cambió por completo después de aquel suceso, evidentemente".
25 años después del asesinato de Aitor Zabaleta, Maider Gorostidi, miembro de la Peña Izar, cree que no se ha hecho justicia y que mucha gente quedó impune. "Ricardo Guerra se supone que era el asesino de Aitor. Yo tengo muchísimas dudas... creo que fue el monigote que pusieron en aquel momento. El ataque que recibimos fue de muchísimas personas más y todas ellas, ahora mismo, deberían de estar en la cárcel porque lo que nos hicieron no se lo deseo a ningún ser humano".
Destaca Gorostidi que "hubo un grupo que fueron acusados de desórdenes públicos y ahí se quedaron, en desórdenes públicos, y uno por asesinato. Ya está. Pero ahí no hubo 8 o 10 personas, ahí hubo muchísima gente, estaban muy bien organizados y el ataque era de muchísimas personas más, no puedo decir el número pero la organización era tremenda, iban a matarnos. Iban a matar a un vasco ese día y lo consiguieron. Consiguieron matar a uno y aterrorizar a muchísimos más".
"No ha cambiado nada"
"Veo que no se hizo justicia, que esta gente anda por la calle tranquilamente, que están haciendo sus vidas, que Aitor ha fallecido y muchas vidas han quedado truncadas por aquel hecho", añade Maider Gorostidi quien cree que "ni se hizo justicia ni se va a hacer. El dolor de lo que pasó sigue ahí".
El horror, sin embargo, no se limitó a ese 8 de diciembre de 1998. "Aquel día fue uno, fue un día horroroso, pero el resto de los días que vinieron después, días de juicios, de interrogatorios, de ruedas de reconocimiento, teniendo en cuenta que esta gente tenía abogados muy prestigiosos como Rodríguez Menéndez, Jesús Gil estaba detrás... era gente con muchísimo poder y nosotros éramos... no sé cómo decirlo... yo entonces tenía 20 años y era la primera vez que iba a Madrid... éramos una presa muy fácil en todos los ámbitos, aquel día y después, a nivel de juicio también. Y las burlas que tuvimos que sentir, y la presión, las amenazas... eso nunca lo vamos a olvidar por muchas palabras bonitas que se digan en los medios de comunicación".
Lamenta que en estos 25 años nada haya cambiado. "El Atlético de Madrid es uno de los únicos equipos que mantiene a un grupo ultra dentro de su campo de fútbol, con diferentes nombres pero lo siguen manteniendo. Y económicamente también porque les conviene que estén".
Recuerdos que todavía duelen
Estos días en torno al 25 aniversario del asesinato de Aitor Zabaleta no están siendo fáciles para Maider Gorostidi. A pesar del tiempo transcurrido, recuerda perfectamente cómo fue aquel 8 de diciembre de 1998. Rememora que ese día pararon en Alcobendas en un centro comercial para comer. Ya para entonces, la Real les había indicado que "por motivos de seguridad" tenían que llamar a la Policía Nacional cuando quisieran acercarse al Vicente Calderón. "Y así lo hicimos, llamamos del centro comercial a la policía. Quedamos en un punto kilométrico de la M-30 para que nos fueran a buscar. Allí nos esperaron y nos guiaron hasta el Vicente Calderón".
Tras aparcar en un parking en las inmediaciones del estadio, vieron que todavía era temprano y decidieron ir a tomar algo antes del partido. "Eran las cinco y media y teníamos tiempo... queríamos ir a tomar algo, ir al baño, cosas típicas. Le pregunté a un policía municipal algún sitio para ir a tomar algo y este policía municipal nos indicó un bar en el que podíamos estar y ahí fuimos todos los del autobús, incluido Aitor y su novia, sus amigos, nosotros, todos... todos los que estábamos en el autobús fuimos a ese bar". Sin embargo, las cosas se torcieron. "Mientras estábamos tomando algo, se acercó una mujer que estaba vendiendo bufandas, banderolas, cosas del partido, y nos dijo que saliéramos de ese bar, que qué estábamos haciendo allí porque allí se juntaba el grupo ultra del Atlético de Madrid. Entonces, no quisimos dar la voz de alarma, pero sí que pasamos la voz entre nosotros para que nos fuéramos saliendo del bar". Sin embargo, ya les esperaban a la salida. "Ya estaba todo bien organizado... bien organizado para que fueran a por nosotros. El ataque empezó a venir por todos los sitios, diferentes coches que aparecieron, diferentes grupos... fue un momento de huida, de correr cada uno donde pudo para salvar nuestras vidas". "La sensación que tengo es que si nos cogían, nos iban a matar. Ellos venían con la intención de matarnos a todos. Y es ahí donde apuñalaron a Aitor".
Hasta que estuvieron en el interior del Vicente Calderón no supieron lo que había ocurrido. "Claro, no eran los tiempos de hoy en día, no teníamos ningún móvil, no había maneras de comunicarnos entre nosotros. Sí que diferentes periodistas se acercaron hasta nosotros y nos enteramos de que a alguien le habían pinchado. Primeramente era un pinchazo que, bueno, le iban a dar unos puntos y que venía enseguida. Después la cosa fue cogiendo otro color y ya no eran solo unos puntos, la siguiente noticia era que le estaban operando. luego que ya estaba muy grave... Así que fue un partido horroroso, yo no recuerdo lo que hizo la Real ni el tiempo que hacía, ni nada..." Ya del fallecimiento de Aitor Zabaleta, se enteraron en el autobús que les traía de vuelta a Donostia "en el autobús íbamos con la radio puesta y a cada momento las noticias iban saltando. No recuerdo la hora, serían sobre las tres de mañana, cuando dijeron que Aitor había fallecido. Fue un momento durísimo".
Los días posteriores también fueron muy duros. Se sintieron arropados por los donostiarras pero "uno siempre quiere más. ¿De la Real? Sí que estuvieron ahí, estuvieron diferentes personas a nivel personal, pero como club esperábamos otra cosa".
Maider Gorostidi cree que hemos aprendido muy poco de lo sucedido aquel 8 de diciembre de 1998. A ella sí le ha quedado una norma para siempre: "no volver a algunos campos de fútbol sin pensarlo dos veces. Yo al Vicente Calderón no voy a volver nunca".