Mecánicas Mecal cumple un cuarto de siglo de una vida volcada en la fabricación de piezas especiales, determinadas por el diseño y las necesidades de sus clientes. La empresa, fundada en Eibar en 1977, es, hoy en día, "un taller dedicado al mecanizado de grandes y pequeñas series, así como al estudio y fabricación de utillajes y verificaciones". En sus instalaciones de la localidad gipuzkoana cuentan con maquinaria "de última generación" y herramientas "muy actualizadas" con el objetivo de poder realizar "mecanizados en materiales tratados y templados".
"Disponemos de diversos centros de mecanizado de cinco ejes, tornos de última generación, potentes fresadoras y máquinas de electroerosión, todo acompañado de equipamiento auxiliar como soldadura, rectificadoras…", describen en su página www.mecanicasmecal.com, que nos servirá de guía para conocer un poco mejor este taller que continúa con la tradición industrial y emprendedora de la villa armera. Mecánicas Mecal, en pocas palabras, ofrece "todo lo necesario para la realización de los trabajos mecánicos más variados".
La sede se ubica en la avenida Otaola, una larga artería donde se amontonan supermercados, concesionarios de coches y todo tipo de servicios y empresas cerca del meollo de urbano. Desde Mecánicas Mecal se marcan un objetivo: "Queremos cumplir y superar las expectativas de nuestros clientes para conseguir su satisfacción, poniendo en valor nuestra experiencia y medios productivos de óptima calidad". Para ello, según aseveran, fomentan valores como la "motivación, participación y formación" de las personas que forman parte de la empresa para contribuir a su desarrollo humano y profesional.
Especialización y diversidad de mercados
Hace tiempo que la especialización empresarial está en auge. La oferta diferencial es uno de los factores más apreciados por los clientes que, cada vez más, buscan compañías especializadas que se embarcan con éxito en una serie de contenidos determinados o en un área geográfica concreta. En el caso que nos ocupa, se han centrado los esfuerzos en la fabricación de piezas unitarias, bien en series pequeñas o mayores y mecanizados en tres dimensiones.
Se trata, en definitiva, de aportar soluciones "a medida" de los problemas relacionados con la automatización industrial, y de llegar al máximo público potencial posible. "Los mercados a los que van dirigidos nuestros productos son muchos y diversos, como automoción, máquina herramienta y alimentación". Por otra parte, la gama de materiales empleada por esta empresa eibarresa es rica y variada: aceros al carbono, aleados de fácil mecanización, inoxidables, bronce, latón, aluminio…
El mensaje parece claro: vender más a través de la especialización, fidelizando el nicho de clientes y, si se puede, creando nuevos mercados. Atendiendo a sus propias palabras: "Nuestra variedad de producto fabricado es muy amplia. Nuestro valor diferencial se encuentra en nuestra capacidad para desarrollar y adaptar procesos para conseguir la mecanización de cualquier tipo de pieza. Nos avalan 25 años de experiencia, tratando con mimo todos nuestros proyectos", afirman.
A toda máquina
Suena a serie distópica o a un futuro aún lejano, pero todo parece indicar que las máquinas conectadas entre sí y los robots 100% inteligentes llegarán al centro de nuestras vidas. Las máquinas inteligentes están destinadas a dominar el mundo. O eso es lo que durante décadas nos han repetido machaconamente consultoras, expertos y voces autorizadas de la industria. En el ámbito de la máquina-herramienta la predicción va camino de convertirse en una realidad: los modelos son cada vez más precisos y completos, capaces de fabricar cualquier tipo de objeto. La empresa eibarresa saca partido de su capacidad de evolución continua y adaptación al mercado. Se nutre de maquinaria moderna de gran complejidad técnica.
Entre otros modelos, nos encontramos con un aparato de configuración de cinco ejes, que permite "el mecanizado de piezas complejas en un solo pasaje, reduciendo significativamente la duración del proceso y asegurando una ganancia en eficacia, precisión y productividad"; el centro de medición, una máquina "idónea para la medición de piezas de gran precisión por escaneado y digitalización"; la máquina de marcado láser, "de gran calidad para marcados y grabados rápidos"; y unas máquinas altamente automatizadas conocidas como centro de mecanizado vertical, "capaces de realizar múltiples operaciones de mecanizado con un CNC (control numérico) destacando su velocidad de producción como ventaja".
Emplean, asimismo, la electroerosión por hilo, normalmente de cobre o latón, cargados eléctricamente y controlados por control numérico. Mediante la erosión térmica este sistema es capaz de lograr unos cortes muy finos y precisos con acabados geométricos de gran calidad. "El hilo pasa por unas guías imponiendo la dirección que debe seguir. Las descargas se producen por la diferencia de potencial existente entre el hilo y la pieza", explican. En Mecánicas Mecal disponen además de roscadoras, sierras y lijadoras modernas.
PEEK, el rey de los polímeros
En el blog de la empresa han querido destacar las máquinas de marcado láser, "perfectas" para conseguir unos marcados y grabados rápidos. "El marcado láser nos permite marcar permanentemente superficies metálicas (acero, acero inoxidable, aluminio, cobre…) y superficies no metálicas como plásticos industriales", certifican, además de permitir acabados de "gran calidad" y detalles de todo tipo como el logotipo de empresa.
En otro post, hablan largo y tendido del PEEK, conocido familiarmente como el rey de los polímeros. "El plástico PEEK suele utilizarse en entornos en los que hay presencia de agua o vapor caliente, ya que mantiene sus propiedades físicas, como la resistencia a la flexión y a la tracción, a un alto nivel a pesar del ambiente severo. La polietercetona suele considerarse uno de los termoplásticos de ingeniería que tiende a tener un precio elevado, sin embargo, los usuarios experimentados reconocen el valor añadido que aportan los materiales PEEK, ya que ofrecen la posibilidad de fabricar piezas más ligeras, más resistentes y capaces de sobrevivir durante más tiempo en condiciones difíciles".
Eibar, la ciudad-taller de Euskadi
Eibar es bastante peculiar. Por su ubicación, colindante con Bizkaia y más cerca de Bilbao que de Donostia (48 kilómetros frente a 54 kilómetros, respectivamente); por su limitado espacio, encajonado entre la autopista y los montes Arrate-Akondia-Urko en el norte y Laupago-Galdaramiño-Illordo en el sur; por su arquitectura, condicionada por unas dimensiones de juguete y con un pelotón de edificios altos construidos uno al lado del otro como hermanos gemelos; y, por último, por la convivencia que durante el siglo XX han mantenido los talleres y viviendas en pleno centro.
Eibar (27.330 habitantes) es la ciudad-taller vasca por excelencia. La vida familiar se ha compartido con los sonidos y los olores de las máquinas de las fábricas en un mismo lugar. Suena extrañó, pero así fue cómo sucedieron los acontecimientos. Mutó de piel en el siglo XIX como consecuencia de la revolución industrial. El plan de Ensanche de Ramón Cortazar, de 1903, marcó la transformación definitiva de la capital del Bajo Deba; empezaron a abundar talleres, grandes y pequeñas fábricas, los nuevos edificios como el Ayuntamiento y el mercado.
Un nuevo Eibar netamente industrial y económicamente pujante se abría camino. Algunos de los iconos industriales de estas primeras décadas del siglo XX fueron la Escuela de Armería y sus alumnos, los futuros empresarios eibarreses que consolidarían la villa como meca armera; se calcula que el sector armamentístico estaba compuesto por más de mil trabajadores en una población que no llegaba a los 10.000 habitantes.
La crisis armera tras la Primera Guerra Mundial (1914-18) agudizó el ingenio de los eibarreses, que supieron diversificar el mercado acabando con la hegemonía de las pistolas. Alfa nació en 1920 y lanzó al mundo sus emblemáticas máquinas de coser. Imbuidos por su carácter emprendedor e innovador, lanzaron otros productos: bicicletas, sacacorchos, grapadoras… La Guerra Civil dio al traste con el periodo de bonanza. La ciudad donde se había proclamado la II República quedó devastada y reducida a escombros por los continuos bombardeos e incendios provocados por el bando franquista. La zona se declaró "región devastada".
Durante los años 40 y 50 Eibar renació. Se levantó de nuevo dando continuidad a la diversidad industrial iniciada en los años 20: bicicletas y sus accesorios, ciclomotores, máquina herramienta, objetos de ferretería y otras manufacturas metálicas lograron revitalizar la zona, que pronto alcanzó los 40.000 habitantes. Algunas de las firmas eibarresas más icónicas nacieron en este periodo: las pistolas de Charola y Anitua, las bicicletas Orbea, los grilletes de Larrañaga y Elorza, las mobylettes GAC.
La época dorada corresponde a los años 60 y 70. La torre de Unzaga, un edificio singular, se convirtió en la nueva marca arquitectónica y las estilizadas y asequibles motocicletas Lambretta fueron su producto estrella. Pero las sucesivas crisis y el cambio de paradigma y modelo económico hicieron mella y pusieron en aprietos su crecimiento. Los años 80 fueron devastadores. Las fábricas y talleres se abandonaron, la población emigró y la villa sufrió una prolongada depresión que duró décadas. En el siglo XXI Eibar trata de configurar su identidad, aún por definir, sin olvidar su esplendoroso pasado.