Antes de que a Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) se lo comiera el personaje, ese que provoca con sus diatribas sobre los toros y posiciones políticas cercanas a la ultraderecha, el argentino firmó algunos de los mejores discos de rock en castellano del siglo XX. Al frente de ellos se sitúa Honestidad brutal (Warner), su cumbre artística, que incluía 37 canciones refulgentes, doloridas, ejemplo de “la vida disoluta” que vivió tras una decepción amorosa. 23 años después, se reedita en varios formatos con el añadido de versiones desconocidas y múltiples inéditos.
A Calamaro, exlíder de Los Rodríguez, disueltos tras su gira de 1996, su disco Alta suciedad, editado dos años antes de Honestidad brutal y gracias a canciones como Flaca, Loco o Crímenes perfectos, le había colocado en el camino correcto en su carrera en solitario. Honestidad... es una de las obras cumbre de la discografía de Calamaro, una herida abierta que supura música y dolor a espuertas, además de uno de los exponentes fundamentales en la historia de la música en español.
Ya lo explicaba Víctor Manuel unos años antes cuando cantaba que era “un corazón tendido al sol”. Las canciones de este doble álbum son la nítida radiografía de un músculo sangrante y en la UVI –personal en origen y que acabó agarrando de las pelotas a todos con la llegada posterior de la crisis– que se grabó a lo largo de 9 meses en distintos estudios y países, principalmente en Buenos Aires y Madrid. Allí había concepto, repertorio, leyenda… Todo lo que acaba configurando las obras maestras.
El doble disco estará siempre marcado por los excesos y una incontinencia creativa solo comparable con la del Prince de la época. “Cuando no estás, duele más”, cantaba en él Calamaro, que una ruptura amorosa le lanzó a “una vida disoluta”, en sus propias palabras. “37 canciones, 9 meses de días y sus noches, 50 muchachas, 3 países y 15 estudios llenos de fulanas”, escribe en las notas de la reedición con su habitual tono y lenguaje provocador y políticamente incorrecto. Su repertorio revela los “infames secretos” de “una vida disoluta de sexo y drogas”, escribe en las notas interiores, en las que presenta todas sus canciones. “No es verdad que llegara a pesar 40 kilos pero tenía un talle envidiable”, dice el músico, que reconoce que “la única cura para un corazón indomable es la soledad”.
En sus 37 canciones se cuelan el espíritu de Dylan, Serge Gainsbourg, los Stones, Tarantino, Peter Tosh, Moris, Los Abuelos de la Nada, Randy Newman, Lou Reed y Maradona filtrados en torch songs, rock, funk, reggae... De la distorsión de El día de la mujer mundial al funk de Veneno; la melodía pop de Te quiero igual; el ritmo jazzy de Los aviones; el tango de Jugar con fuego; la tonada de marching band de Maradona; la letra descarnada de Socio de la soledad; la vulnerabilidad eléctrica de esa joya eternamente brillante llamada Paloma y el reggae Victoria y Soledad.
Joyas de inéditos
“No se puede cambiar de corazón como de sombrero, sin haber sufrido primero”, canta Calamaro en esa doble joya ahora reeditada como Honestidad extra brut, que se reedita en varios formatos, uno de ellos una caja de seis CD con 45 temas inéditos con la participación de Hugh McCraken, Marc Ribot, Charley Drayton, Alejandro Sanz, Fito Páez, Jaime Urrutia, Andy Changó… “Conocimos gente, desconocimos a otros, dormimos días enteros y otros días duraron tres días y sus noches. Pero siempre grabamos”, recuerda.
Además del doble conocido y sus versiones originales, generalmente con un sonido más crudo, este juego a la ruleta musical se complementa con inéditos como Los demonios –esos que “no se van de mi cabeza”, con riff a lo Keith Richards–; la festiva Graciella; Es tarde, con un ritmo que remite a Flaca; la ranchera Hacer el tonto, compartida con Maradona; un Blues de hoy en el que ofrece blues, jazz y “un 25% de huevos de rock argentino”; Seven days, con guiño a Dylan y grabado en Donostia; Dig it, en inglés; su versión de I shot the sheriff o la bonita Barcos, con Fito Páez.
Desamor, sexo, drogas, felicidad, ilusión, soledad y sufrimiento… Honestidad Extra Brut es un lanzamiento enciclopédico, el reflejo de maratones en los que el argentino no podía dejar de parir canciones, una auténtica bacanal de ilusiones – muchas de ellas sangrantes– repleta de canciones honestas y brutales que requiere deglutirse de manera lenta, en pequeñas dosis. Al fin y al cabo, “a las heridas hay que dejarlas sangrar”. Calamaro dixit.