El roble de Gernika es uno de los símbolos más universales del País Vasco y como tal su presencia se esparce por los cinco continentes. Las Juntas Generales (JJ.GG.) son las guardianas del último ejemplar del quercus robur que luce al lado del templete de la Casa de Juntas de Gernika y es la encargada de gestionar las múltiples peticiones de entidades e instituciones del todo el mundo que quieren contar con un vástago del árbol para su plantación.
Y cada año son más. Según los últimos datos recopilados por la institución parlamentaria se tiene información de la exportación de 441 retoños del Árbol de Gernika.
De esta cantidad, las JJ. GG. tienen datos certeros de su localización y situación actual de 271, de otros 103 retoños disponen de referencias, pero no han podido ser localizados y, finalmente, se ha podido constatar el deceso de 66 árboles al no haber prosperado su enraizamiento en el lugar donde fueron hollados.
Toda Euskalherria está sembrada de pequeños y grandes robles que recuerdan los derechos históricos, las libertades, la paz y la democracia vascas hasta sumar entre los siete herrialdes 234 unidades.
También se han repartido por la península y las Islas Canarias, donde crecen 17 vástagos del vegetal y allende los mares hay representación en todos los continentes, aunque de algunos se desconoce su estado. Fuentes de las Juntas Generales han indicado que "no se ha podido confirmar que todos pervivan". Son los casos del roble que fue plantado en Judea durante la peregrinación vasca a Jerusalén de 1902 y los que pudieron ser plantados en 2006 en Nairobi (Kenia) o en el Jardín Botánico de Sidney de 1996. "Se ha contactado con diversas instituciones en todos estos lugares sin haber podido hasta el momento constatar o desmentir que perduren en la actualidad", especifican desde el Parlamento vizcaino que preside Ana Otadui.
Por cierto, una responsable que no se pierde ninguna de las nuevas plantaciones o entregas como la última efectuada el pasado lunes a dos emisarios que se llevaron a Rusia cinco retoños. En la actualidad es época de plantación de árboles, por eso se han multiplicado los actos de entrega de vástagos del árbol más famoso y querido de Euskadi.
Por lo que respecta a Europa, el condado de Hampshire, en Inglaterra, donde ocupa un lugar de preeminencia a la entrada de un parque botánico, la ciudad alemana de Pforzheim, hermanada con Gernika, o los antiguos campos de concentración de Gurs en Francia o Auschwitz en Polonia, también poseen retoños.
En América, países como Argentina, Chile, Uruguay o EEUU, con fuerte presencia de colectividades vascas, cuidan con pasión sus árboles. De hecho, suelen estar ubicados en las plazas principales de las ciudades o en las casas vascas y bajo su sombra se realizan celebraciones, conmemoraciones y homenajes con la ikurriña siempre presente.
El más viejo, al lado de casa ¿Y donde está es el más veterano que sigue en pie? Pues en Gernika mismo a 200 metros de la Casa de Juntas y fue plantado en 1859, en el jardín de la casa conocida como Nabor. Fuera de nuestro territorio, hay algunas referencias con tintes legendarios que hablan de retoños en 1602 en Argentina o en 1724 en Montevideo pero el roble más antiguo que perdura data de 1886 y se encuentra en Rosario de Santa Fé, en Argentina. Otros descendientes centenarios del roble de Gernika se hallan en Arenys de Munt en Cataluña (1882), el Centro Vasco Laurak Bat de Buenos Aires (1906), la ermita de San Pedro de Zarikete, en Zalla (1912) o en la plaza de Oñati (1917), según los datos de las JJ. GG.