“Volando, volando, a Mallorca voy, a Mallorca voy…”. Entonar el estribillo de esta popular canción e imaginarse en la mayor de las Islas Baleares es indisociable, como también lo es pensar que este destino solo debe visitarse en verano.
Para lidiar con esta creencia Palma se ha propuesto posicionarse en el circuito europeo como ‘city break’, es decir, un destino próximo, con gancho y con encantos de sobra para enamorar a los turistas en cualquier época del año. Motivos no le faltan; desde parajes naturales que nada tienen que envidiar a sus aguas cristalinas, a su gastronomía autóctona que conquista los paladares. Sin olvidar que es una ciudad de arte, llena de obras y fachadas extraordinarias que bien merecen ser contempladas.
Si a todos estos reclamos se le añaden facilidades, como vuelos directos, regulares y económicos desde el aeropuerto de Vitoria a partir de primavera, se desvanecen los motivos por los que quedarse en casa.
1. Espacios naturales de primer orden
Uno de los grandes retos de la capital mallorquina es transmitir que la isla no es solo sol y playa. Su encanto natural se extiende también por enclaves majestuosos como el bosque de Bellver, la sierra Na Burguesa o el Parque Nacional de Cabrera, un ecosistema con más de 200 especies de peces, y numerosos invertebrados endémicos habitantes de la roca y la arena.
2. Uno de los centros de arte más importante de Europa
Palma se está convirtiendo en uno de los centros de arte más importantes de Europa gracias a sus numerosas galerías de arte contemporáneo repartidas por la ciudad y su excelente legado cultural. Así lo sostiene la casa de subastas Sotheby’s que ha sabido ver todo su potencial.
La Fundació Miró Mallorca, un impresionante conjunto arquitectónico en el núcleo de Cala Mayor, es de visita obligada. Los amantes de la obra de Joan Miró, hijo adoptivo de Palma y uno de los máximos representantes del surrealismo, podrán descubrir todo el proceso creativo en el lugar que residió y trabajó el artista durante 30 años.
También resulta propicio admirar las obras del afamado artista desde el Hotel Joan Miró, cuya decoración recoge frescos y murales del pintor, además de combinar otras exquisiteces como vistas de escándalo o un restaurante especializado en productos locales de mar y tierra.
Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma es otro nombre propio que encandila al turismo cultural. Situado sobre el perímetro de la muralla renacentista, exhibe más de 800 obras desde los inicios del siglo XX hasta la actualidad. El museo alberga obras de grandes artistas como Sorolla, Picasso, Mir o el propio Miró.
3. Placeres gastronómicos autóctonos
La gastronomía es otro de los grandes reclamos de Mallorca. La isla, y en particular su capital, dispone de una gran variedad de restaurantes tanto de cocina autóctona como nacional e internacional. Por otra parte, es fácil dejarse seducir por los puestos de los mercados de l’Olivar y Santa Catalina en Palma, así como degustar productos tradicionales como los llonguets (panecillos rellenos), ensaimadas, cocas, cremadillos o la tarta de almendras (gató).
Además, gran parte de los establecimientos de Palma incluyen en sus cartas platos tradicionales como el frit mallorquín, el tumbet o el arroz brut. Sabores tentadores que se pueden masticar en espacios de ensueño, como el barrio de Canamunt, el de Portixol o cerca del edificio gótico de la Lonja. Destacan algunos restaurantes reconocidos con la Estrella Michelin, como el caso de Marc Fosh, Adrian Quetglas y Andreu Genestra.
4. Negocios actuales con un gran pasado
Los productos autóctonos de Mallorca también se pueden descubrir establecimientos palmesanos centenarios que, tras pasar por las manos de diferentes generaciones, siguen abriendo sus puertas a los clientes. De hecho, hay cuatro locales emblemáticos con más de 100 años deleitando con sus delicias y que merece la pena visitar. Se trata de Can Joan de s’Aigo, fundada en el año 1700 cuyas especialidades tocan el chocolate caliente, las ensaimadas o los quartos, todos de elaboración artesanal diaria. La Pajarita Bombonería, que nació en 1872, es toda una tentación para los amantes de los bombones, turrones, los panellets y las monas de Pascua. A su vez, también se puede visitar la Pajarita Colmado, donde es posible encontrar productos ultramarinos de lo más gourmet.
En la línea de lo salado, el Colmado San Domingo, con 140 años de historia, embelesa a los clientes con la sobrasada de cerdo negro y otros productos típicos de Mallorca. Tampoco hay que pasar por alto el horno Fornet de la Soca, que elabora desde 1916 con mimo panes, pasteles y otras recetas de repostería tradicional mallorquina.
5. Disfrutar de la Bahía
El clima de Mallorca es típicamente mediterráneo, caracterizado por temperaturas cálidas, con veranos calurosos y más o menos suaves en invierno. Las condiciones meteorológicas permiten disfrutar de Palma en cualquier época del año e incluso bañarse en sus aguas hasta finales de octubre.
“ Las condiciones meteorológicas permiten disfrutar de Palma en cualquier época del año e incluso bañarse en sus aguas hasta finales de octubre ”
Un plan perfecto es recorrer el paseo marítimo de Palma en bicicleta (la red de carril bici tiene más de 82 kilómetros) o pasear tranquilamente por el Parque del Mar con la catedral de fondo y poder disfrutar de la brisa marina, las palmeras y el reflejo casi mágico del lago de agua salada. El faro de Portopí, el segundo más antiguo de España y que fue declarado Monumento Histórico-Artístico deviene toda una aventura; en la visita se detalla cómo era el antiguo oficio de farero.
El museo Es Baluard, por su parte, expone obras de arte contemporáneas pero, además, un gran tesoro; desde su exterior se puede divisar una bella panorámica de Palma con el mar como protagonista.
6. Arquitectura modernista
Las playas de aguas cristalinas son un encanto de Mallorca pero sus joyas arquitectónicas no se quedan atrás. Para los amantes de la arquitectura, recorrer el casco histórico de Palma les dará la oportunidad de apreciar edificios con mucha historia. La ciudad cuenta con ejemplos vivos del modernismo; la fachada del Gran Hotel, situado en el pleno centro de la ciudad, proyectado por Lluís Domènech i Montaner, es un testimonio del movimiento rupturista.
También lo es el edificio Casasayas y la pensión Menorquina, que plasman una espléndida combinación de hierro forjado, cerámica vidriada y elementos decorativos florales. El edificio de Can Forteza Rey es un espectáculo para la vista, así como otras construcciones modernistas como Can Corbella, Can Roca o Forn des Teatre.
7. Punto de conexión hacia Menorca, Ibiza y Formentera
Palma posee una ubicación estratégica que la convierte en el punto de conexión ideal para viajar a las otras islas baleares. La variedad de conexiones regulares tanto en ferry como en avión hace que desplazarse hasta Menorca, Ibiza o Formentera sea sencillo y cómodo.
El tiempo estimado de viaje en ferry desde Palma a Mahón o a Ibiza generalmente oscila entre 2,5 y 4 horas. Mientras, el viaje hasta La Savina de Formentera puede balancearse entre 3,5 a 4,5 horas, en función de la ruta y del tipo de embarcación.
8. Aeropuerto internacional, una puerta a destinos de todo el mundo
El aeropuerto de Son Sant Joan es un centro neurálgico de la aviación comercial europea; de hecho, es el tercer aeropuerto con mayor tráfico aéreo nacional y uno de los puntos de entrada más importantes para el turismo en las Islas Baleares.
El aeropuerto está muy bien conectado, lo que facilita la llegada de vuelos nacionales, como los que despegarán desde Vitoria semanalmente a partir de primavera, e internacionales que viajan desde Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Suecia, Suiza y muchos otros países.
Belleza natural, arte, gastronomía, cultura… Las razones para visitar Palma en cualquier época del año la convierten en un destino dinámico, moderno, alegre, cosmopolita… En definitiva, una ciudad con carácter ‘city break’ para ser deseada y visitada los 365 días del año.