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Cultura

Vinila Von Bismark: “A las mentes retraídas les digo que se queden en sus casas”

“A las mentes retraídas les digo que se queden en sus casas”
“A las mentes retraídas les digo que se queden en sus casas”

“Me gusta poner a la gente nerviosa”, advierte en un tono bastante intimidante antes de empezar la entrevista y atenuar, a medida que avanza, esa imagen de quien está alerta ante un posible agravio. Vinila Von Bismark, que se declara “muy fan de las mujeres de carácter fuerte”, no puede obviar que esa es precisamente la estela que ha seguido en las decisiones de su trayectoria. Incluso cuando supone dar un volantazo, dejar de lado la industria musical y volver a la familia The Hole, aquella que tantas satisfacciones le dio hace una década.

La primera versión de ‘The Hole’ se estrenó en 2011 bajo la sombra de la crisis. Que vuelva durante otra crisis no puede ser casualidad…

—Efectivamente. Es un espectáculo necesario que sale en el momento oportuno para lanzar un mensaje, aunque sea el mismo que hace once años. Dan ganas de vivir, de libertad y pone a cada uno en su sitio: a veces hay que estar en el agujero para salir del agujero. Hay que estar en la mierda para saber valorar otras cosas en la vida. Muchas veces nos metemos en la rutina y no nos damos cuenta de que la vida hay una y hay que vivirla. No cualquier espectáculo puede presumir de haber creado un género en sí mismo. Aporta sensaciones, sensualidad, ganas de vivir… muchísimas cosas en un formato que es único. Para mí es un formato ibérico que ha creado esta marca, The Hole.

¿Accedió a participar en ‘The Hole X’ sin pensárselo dos veces?

—He estado en todas las ediciones de The Hole, salvo en la Zero porque me fui de gira con mi música. Para mí The Hole se había terminado. Estuve cuatro años fuera hasta que de repente, después de la pandemia, me llamaron. Era lo que más me apetecía hacer. De hecho ahora soy directora residente, con lo cual es una motivación más como artista. Mi personaje ha tenido una evolución, en un momento en el que no me apetecía vivir de la industria musical.

¿Cómo ha cambiado Vinila Von Bismark desde aquella primera incursión hace más de una década?

—Muchísimo. Yo era una Punky Brewster y ahora son una punky pero cuando me manifiesta; cuando no, estoy tranquilita.

¿Y cómo cree que ha cambiado la sociedad desde entonces? ¿Ha evolucionado a mejor?

—No sé si a mejor o a peor. Yo respeto a cada ser humano, sus pensamientos, su forma de vivir. Otra cosa es que lo comparta. Todo es individual y respetable, pero que no nos metan más miedo. Al final del espectáculo se dice que hay que perder el miedo. Es la única arma con la que se puede jugar.

Es una obra que se caracteriza por ser bastante explícita. ¿La gente se sigue escandalizando?

—Hay gente que se sigue escandalizando por tonterías. Nos gusta jugar con fuego. Venimos de una ciudad donde de repente hicimos una comparación absurda con la que todo el mundo se reía, hablando de Gijón y Oviedo, y de repente hubo una pareja que se marchó ofendida. Hay mentes que están un poco retraídas, no están preparadas. A esos les digo que se queden en sus casas.

¿Alguna vez ha sentido que han juzgado su trabajo por su estética?

—Sí, muchas veces me siento juzgada. Pero ese no es mi problema, sino de quien juzga.

“Estamos tan acostumbrados a mostrar la parte del personaje en todas partes que cada día lo que más valoro en estos tiempos es ver la parte humana de verdad de las personas”, decía recientemente en Facebook.

—Hubo una ciudad en la que no nos sacaron caracterizados a hacer las entrevistas, sino de humanos, eso hizo que la conversación se desarrollara de forma diferente. Me recordó la fachada que día a día mostramos en las redes sociales y en la vida. Hay que ser como uno es, expresarse como uno es, con sus virtudes y sus defectos; ahí está la esencia del ser.

¿Y cómo lleva la promoción de su trabajo en las redes sociales?

—Mal, la hago porque la tengo que hacer. Bueno, no la llevo mal, tengo muchos seguidores y los agradezco. Noto un público muy cercano y de verdad, pero la dinámica del algoritmo la llevo mal. Hoy en día parece que estamos en Black Mirrow. Es como que se nos va a empezar a valorar en función de nuestros seguidores.

Grace Jones, Manolita Chen… son algunas de las mujeres que afirma que la inspiran. ¿Habría llegado hasta donde está sin referentes?

—No. Son mujeres que a mí me inspiran, que han afrontado muchas dificultades y han sido la cabeza de muchas cosas, como el Teatro Chino de Manolita Chen. Soy muy fan de las mujeres de carácter fuerte y de las mujeres que pisan fuerte, las que acaban haciendo historia.

Su última incursión en la música fue con ‘Motel llamado mentira’ en 2017. ¿Ha sido su visión crítica de la industrial musical la que la ha llevado a hacer un alto?

—Ahora mismo todo es muy fast food. Se consume la música de manera muy rápida y creo que eso no va a cambiar. Antes consumíamos discos y ahora consumimos canciones. Tal y como está la industria no lo critico ni lo juzgo, sino que simplemente no me siento en sintonía ni me encuentro inspirada para hacer música. Ahora prefiero estar en el agujero.

¿Cree que fenómenos como el de Rosalía se emplean para llenar el cupo de la presencia de mujeres cantantes en los carteles?

—Rosalía está ahí porque se lo ha currado y la tía tiene un talento y ha tenido un buen equipo apoyándola. Estoy muy a gusto con esa figura de mujer que ha llegado hasta ahí. Lo que pasa es que hay muchas campañas políticas que ponen en cabeza a una mujer, pero la realidad es que aún queda mucho por hacer: igualdad salarial y en otros muchos derechos.

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—Además, el mundo está evolucionando y no solo hay que dar visibilidad a la mujer, también a las mujeres trans, a los seres humanos, tal y como se sienta cada uno. Esto tiene que ser un trabajo más de fondo, no hablo de las campañas, sino de las personas, no creerse por encima de nadie, porque al final todos nos vamos al mismo sitio, al boquete. Y eso sí que no lo va a arreglar nadie.

2022-08-23T07:13:03+02:00
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