El Alavés regresa de la visita al Wanda Metropolitano tras cosechar una derrota abultada y un severo correctivo en tierras madrileñas. El duelo comenzó de la peor forma posible para los gasteiztarras. Pacheco encajó dos goles en los 10 primeros minutos aunque, por suerte, el primero de ellos no subió al marcador. En la primera parte el Glorioso prácticamente ni apareció por el terreno de juego, en el que predominaron las interrupciones por parte de un arbitraje cuestionable.
Pese a las primeras embestidas locales, la realidad es que el equipo reaccionó en el descanso. Mendilibar introdujo a Vallejo por Pons, lo que aportó mayor llegada al área rival y una notoria sensación de peligro albiazul en la zona de Oblak.
Y es más, el Alavés fue capaz de empatar al vigente campeón. Lo hizo a través de una jugada trenzada desde la defensa hasta el ataque, algo casi inaudito en el presente curso. De este modo, Escalante voló entre líneas para rematar un centro medido de Edgar pero toda la ilusión babazorra se quedó ahí, en un espejismo.
Cuando el Glorioso plantó cara con mayor seriedad al Atlético, la desgracia volvió a cruzarse en el camino de los pupilos de Mendilibar. Lejeune, a raíz de la inconsistencia defensiva, provocó un penalti en el minuto 75' que Luis Suárez transformó sin ningún inconveniente. Y a partir de ahí llegó el hundimiento del Titánic albiazul.
Quizá por el nerviosismo de quien se ve colista a ocho jornadas de cara al cierre de temporada, el Alavés estuvo K.O. en las postrimerías del duelo ante el Atlético. Es cierto que el marcador reflejó un resultado abultado en vista de lo que sucedió durante gran parte del encuentro, pero el Glorioso no luchó hasta el final. Los últimos minutos no fueron más que un síntoma de la delicada situación que atraviesa el equipo, sumido en una crisis de identidad alarmante.
SANGRÍA DEFENSIVA
La retaguardia albiazul, recurrente en las fotos de los goles encajados jornada tras joranda, volvió a mostrarse errática en el coliseo colchonero. Joao Felix remató a placer en el área pequeña por un despiste de marcaje de Laguardia, Lejeune provocó un penalti infantil y, cuando el partido estaba prácticamente sentenciado, el luso volvió a martillear la meta de Pacheco sin ningún tipo de presión debido a la mala colocación de la defensa babazorra en las segundas jugadas.
Si hace unas temporadas la defensa era el principal argumento para que el Alavés continuase en Primera, la zaga se ha convertido en una de las mayores debilidades del Glorioso. El Alavés comete errores groseros que acaban costando puntos y, eso mismo, cuando el equipo es incapaz de generar peligro en el área rival, es lo que provoca que el cuadro babazorro se encuentre colista y a cinco puntos de la salvación. El Alavés no dispone del rigor requerido línea a línea y, en este sentido, es complicado crecer a partir de la defensa o del ataque.
No cabe duda de que el resultado dejará tocado al equipo. Aun así, sin tiempo para lamentarse, al Glorioso no le queda otra que pasar página del severo castigo colchonero. Al conjunto de Mendilibar le restan tan solo ocho jornadas para dar la vuelta a una situación que cada día se convierte más adversa para la institución del Paseo de Cervantes, que ve como se desmorona su castillo de naipes tras un curso en el que nada está saliendo a favor.