Lo reconozco, me quedé pensativo. Es más, yo creo que es una cuestión que nos debería revolver por dentro a todos si la analizas con tranquilidad en soledad. Esta semana, conducía hacia la redacción escuchando Radio Marca y Vicente Ortega llamó a Luis del Olmo para felicitarle por su cumpleaños. En la animada conversación, el locutor homenajeado afirmó con vehemencia que había sido muy feliz, que había tenido una vida apasionante y que la repetiría entera una vez más. "Con todos mis aciertos y errores". Me dejó meditabundo. Sinceramente, me considero perfeccionista y soy plenamente consciente de que en la intimidad me flagelo mucho por mis fallos, por lo que creo que yo no sería capaz de reincidir en ellos. ¿Y usted? No se precipite, tómese su tiempo, se trata de una interesante reflexión autoanalítica que, cuidado, puede reabrir heridas que consideraba ya cicatrizadas. Ya lo saben, los periodistas sabemos de todo. De psicología también.
No tardé en relacionarlo con los cuatro exrealistas que triunfan por todo lo alto ahora con el Betis. Algo habrán hecho rematadamente mal para que una afición tan permisiva y fiel como la txuri-urdin les haya desterrado para siempre de sus corazones. Hace muy poco leí una curiosa encuesta que abrió en Twitter un apreciado hincha blanquiazul con la pregunta: "¿Cuál de los cuatro béticos te ha dejado mejor recuerdo?". Fue curioso e interesante analizar las respuestas, porque la mayoría reconocían que con el paso del tiempo y lo sucedido con cada uno de ellos, ninguno lograba aprobar la causa individual abierta contra su persona y sus salidas. Y el que ganó, en un resultado revelador y sorprendente, acabó siendo Juanmi, que, en teoría, fue, de largo, el que más indiferencia dejó en su salida después de haber sido incapaz de convertirse en indiscutible a pesar de que nadie debatía que lleva el gol en la sangre y que cuando estuviese bien podía alcanzar muy buenos registros. Igual tan altos no...
A lo que iba. Ya se lo dijo Valdano a Laudrup cuando regresaba a Madrid hundido por el recibimiento que le había dispensado el Camp Nou: "Que te hayan abucheado tanto te demuestra lo mucho que te han querido". Sobre todo Bravo, que es baja y no va a viajar, y Willian José podrían dar buena fe de eso. Dos foráneos que acabaron convirtiéndose en tan apreciados como cualquier canterano. Respetados hasta el día en el que el portero, quiero imaginar que mal asesorado, denunció a la Real, y al brasileño le dio un siroco y se marchó sin decir nada a nadie de una convocatoria de un partido a vida o muerte de Copa contra el Espanyol. Pecado capital en este club y en cualquiera que se precie. Lo de Canales fue distinto. El despecho que generó estuvo motivado porque dio la sensación de que cuando al fin se había recuperado no quiso renovar con el club que le mimó como ninguno y al que creímos que trataba con el mismo cariño que a su Racing. No tardamos en darnos cuenta de que su sentido de amar es demasiado veleta y superficial al dedicar al poco tiempo casi las mismas palabras hacia su actual club. Juanmi se marchó porque nunca se sintió valorado y porque en su tierra se siente mejor.
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No quiero ninguna compasión por su parte y jamás pondré en duda una celebración de un gol, son pasado y espero que si anotan lo festejen para honrar su camiseta. Pero, desde la reflexión, estoy convencido o quiero pensar que la mayoría de ellos no repetirían los errores que tuvieron con la Real y su gente.
Imagino que la película de los ex, cuya mordedura siempre tiene más veneno que la de cualquier otro rival, no ayuda, pero el Betis ya hace tiempo que dejó de ser el otrora equipo simpático y con gracia andaluza para acabar cayendo un poco gordo por estos lares. Que le haya eliminado a la Real en dos ocasiones en la Copa y que le haya humillado recientemente en la Liga, no solo en el campo, también su parroquia con su particular salero en la grada, no ayuda, obvio. En el documental de Amazon Prime sobre Simeone, que, imagino que afectado por un inesperado Síndrome de Estocolmo por la extraordinaria carrera como futbolista que repasa, recomiendo encarecidamente, David Beckham cuenta que el lamentable incidente que tuvieron en el Mundial de Francia, en el que acabó siendo expulsado, había sido "el momento más difícil en mi carrera". El inglés, que es un gran tipo al que conocí en mi etapa en Madrid y que en el campo siempre acreditó un respeto y una categoría personal fuera de lo común, le pidió la camiseta al Cholo la siguiente vez que se enfrentaron en un Manchester United-Inter. "Pedí que la enmarcaran y está colgada en mi casa. Es algo que me recuerda lo mal que lo pasé".
A Imanol no le hace falta que nadie le recuerde el daño que le ha hecho el Betis. Lo lleva grabado a fuego. Es el único equipo que le ha eliminado de la Copa, además en dos ocasiones, y la citada última goleada en Heliópolis todavía escuece: "Les tenemos muchas ganas", nos comentó en privado el oriotarra a los periodistas. Y para los amantes de los intangibles en lugar de las estadísticas, a los que les recuerdo que el Betis no gana en Donostia desde 2003 (yo era un pipiolo de enviado especial a Emiratos Árabes en un Mundial sub'20), reveló que al final del encuentro varios jugadores del Betis les reconocieron que en el descanso estaban sorprendidos y preocupados por la manifiesta superioridad txuri-urdin que no se plasmó en el luminoso.
Qué noche nos espera. Una de las que dan sentido a la remodelación de Anoeta. Un partido de esos que te generan nervios y sientes las mariposas volar como si estuvieses anonadado debido a un golpe de amor. "Qué envidia", me reconocía Aitor López Rekarte, uno de los grandes afectados por la mancha negra de la Copa. En once años como txuri-urdin solo disputó once encuentros en la competición. ¡Un desastre! "No sé lo que pasaba en esa época, no lo puedo ni explicar. La afrontábamos siempre con los que no jugaban. Estaba como asumido que no íbamos a hacer nada. Ahora es otra historia, es una maravilla ver la comunión grada-equipo", me comentó resignado.
Mi compañero y amigo Mikel Encinas, periodista de MD y destacado miembro de la Generación Perdida, me quiso hundir cuando llegué a Anoeta en la vuelta ante el Betis en la campaña 2018-19. "Qué, preparado para tu disgusto anual en la Copa", me espetó con su habitual y divertida sorna. Lo que no sabía es que la Real nos iba a dar una de las alegrías de nuestras vidas solo dos cursos después. Todavía no me ha dado las gracias por mi lucha desde la trinchera para revertir la situación y para que su promoción disfrutara de grandes días como el de hoy.
Anoeta, es tu turno. Atocha ganaba partidos, una sensación que muchos jóvenes seguidores blanquiazules han tardado demasiado en experimentar en nuestra nueva casa. El campo se remodeló para vivir y soñar con noches como esta. La Real se encuentra a tres partidos de volver a una final y parece que no nos damos cuenta o que ya nos parece hasta normal. Es una cosa de locos. Ha llegado otro momento para hacer historia y confirmar el augurio que lanzó Jokin Aperribay antes del derbi de Sevilla: "Estoy convencido de que la final es el principio de algo grande". Equipo y afición fundidos en unos colores y por una pasión. Persiguiendo sueños juntos. Ya lo comentó Almudena Grandes en una entrevista: "El fútbol es una cosa seria, un elemento de identidad. El fútbol sirve para odiarse sin hacerse daño, pero también para sentir que perteneces a un grupo. Tú te sientes unido a la gente de tu equipo con independencia de que sean ricos, pobres, guapos, tontos o listos; si eres hincha de un equipo formas parte de un colectivo". Somos la Real y esto es Anoeta. Lo gritamos a pecho descubierto con la bandera en alto y apretando los dientes, al estilo Delacroix, porque esta batalla la vamos a ganar. Queremos muchos abrazos colectivos y enloquecidos con desconocidos que son de los nuestros y comparten nuestro ardor guerrero. Tócala de nuevo Real y recuerda una ronda más: de nuestra guarida no sale vivo nadie desde que nuestro William Wallace de Orio se sienta en el banquillo... ¡A por ellos!