La temporada pasada, mientras los aficionados de Real y Athletic ahondábamos en la absurda discusión de a ver quién juega con más canteranos, me sorprendió una estadística que revelaba que el equipo en el que más protagonismo por minutos habían tenido sus jugadores de casa era el Celta. El club olívico cuenta con un vivero más que interesante, con futbolistas de primer nivel ya contrastados y un modelo parecido al txuri-urdin, que probablemente le ayudó a inspirarse para asentarse en la elite. No hay que olvidar que se trata del conjunto gallego con más temporadas en Primera, superando a su eterno rival, que no desperdicia ni un momento para regodearse en su cara de sus trofeos, ya que los celestes nunca han podido lograr un título todavía. Y con la generación magnífica que tienen de jugadores, que incluso han sacrificado mucho por competir con la camiseta de sus amores, seguro que les duele no haber luchado siquiera por la gloria en un duelo a 90 minutos como sí hicieron en su día dos entrenadores como mi admirado Txetxu Rojo y Víctor Fernández. Se quedaron cerca en dos semifinales, la de Copa en la que el Alavés de Pellegrino les eliminó cuando eran netamente favoritos, y la de Europa League en Old Trafford, con todos empujando para que forzaran la prórroga y esa jugada imposible en el minuto 96 en la que Guidetti no logra dirigir su disparo cuando la portería se encontraba vacía. Incido en esto, porque son estas cosas las que ponen más en valor lo que está haciendo la Real. Tampoco podemos olvidar que el Celta descendió al quedar un puesto por encima de la plantilla de Lotina en el maldito curso 2006-07, víctima en las últimas jornadas de varias maniobras oscuras de rivales directos con más músculo financiero, y que, tras ser el convidado de piedra en la fiesta por el ascenso txuri-urdin en 2010, tuvo que esperar dos años más aún para seguir el mismo camino que los Xabi Prieto y compañía.
Los que le conocen bien y le quieren reconocen que se trata de un club complicado, en el que siempre hay cuestiones polémicas que soliviantan a una afición muy fiel, pero que no es nada fácil, sobre todo cuando los suyos no le convencen. El pasado verano ya arrancó convulso en la cantera celeste. El mejor jugador infantil se marchó al Real Madrid tras dejar boquiabiertos a todos en la famosa Liga Promises que hace creer a los niños que ya son estrellas. Su delantero se lo creyó de verdad y se marchó a la Fábrica blanca. ¡Pero qué prisas! ¿Dónde iba a estar mejor que alimentándose de marisco y formándose bajo el paraguas de su equipo de toda la vida y de su gente en Vigo? Pues nada, me recuerda al cadete txuri-urdin que se marchó al Barcelona abandonando la posibilidad de ser profeta en su tierra y desperdiciando la posibilidad que un día su mujer le reprochó a Griezmann cuando meditaba irse al Barcelona desde el Atlético: "Si ganas la Champions allí, serás uno más siempre; si la ganas aquí, vas a entrar en la historia".
El presidente celeste, Mouriño, montó en cólera y amenazó a todos los que estaban en las categorías inferiores asociados a esa agencia de representación con ser expulsados de la entidad (con ese apellido era lo mínimo que podía hacer). La marejada interna no se quedó ahí, y, al comenzar la campaña, Coudet sorprendió a todos cuando fue preguntado por si iba a subir a jugadores del Celta B al contar con varias bajas para el partido que disputaron en Pamplona: "En algún momento yo les tengo que decir qué es lo que pasa. A veces, leo, escucho... Hablemos de la cantera. ¿Qué jugadores creen ustedes que están preparados para jugar en Primera División? En el filial hubo doce cambios, han llegado en este mercado catorce jugadores nuevos. De algunos aún no pude ni saber el nombre. Me parece que estamos un poco lejos. Y esa es la realidad nuestra. Intentamos que nos ayuden. Lo que debemos tener claro es que el filial no es un equipo formador. Es un equipo que va a competir y, en ese equipo, los jugadores que podamos utilizar, lo vamos a intentar hacer". Y puso un ejemplo para justificar su forma de proceder: "Para usar un punta, por ejemplo, ¿uso uno del filial o cuando tenga que hacer un cambio pongo a Brais Méndez? ¿Quién está más preparado para ser punta en Primera? Siento que está más capacitado Brais, que, aunque no sea su posición natural, ya lo ha hecho, que un chico de dos categorías menos". Revelador...
Onésimo, entrenador del filial, entró a medias en la discusión: "Yo hablo de mi equipo y del partido de mañana. Cada uno es responsable de sus palabras. Nunca opino de las opiniones de un compañero. Si tengo que hacer algo respecto al equipo, prefiero hacerlo dentro de lo que es la idiosincrasia del club. No quiero entrar en debates".
De locos. ¿Se imaginan que sucede esto aquí, entre Imanol Alguacil y Xabi Alonso, con un Roberto Olabe cariacontecido como juez de silla de la polémica? Perdón por el rollo sobre el Celta, pero me ha parecido un exponente demoledor para destacar la tranquilidad y la seguridad que se respiran tanto en Zubieta como en el entorno por lo bien que se están haciendo las cosas. Y, cuando nos presentamos en Vigo, donde lloramos a más no poder por quedarnos con la miel en los labios del tercer título de Liga en 2003, resulta incluso recomendable comparar ambos proyectos. Aquel equipo brotó de las cenizas del primer aviso serio de perder la categoría más de tres décadas después y en su origen, aunque haya que decirlo en bajo para que alimente aún más su ego, se encontraba John Toshack, que fue quien dio cera, pulió cera para confeccionar un plantel con un potencial increíble. Con seis fijos de Zubieta en su once ideal, que muchas veces se nos olvida. Pero se trataba de un coloso con pies de barro que no tardó en flaquear cuando afrontó la participación de la Champions, hasta el punto de que su entrenador, Denoueix, solo aguantó un curso más en el banquillo.
El proyecto actual de la Real, que, como sucedió con el druida, también se presenta en la jornada once como resplandeciente líder de la categoría, se levanta sobre unos pilares sólidos. No solo en cuanto a estrellas ya consolidadas en el primer equipo, incorporadas o salidas de su prolífico vivero, sino con la seguridad de que en casa dispone, si lo necesita, de un arsenal de emergentes soluciones y la certeza de que, como ha sucedido con Sorloth, la famosa unidad de reclutamiento volverá a dar en la diana cuando haya que volver a salir al mercado. Por eso es la envidia de la Liga y su nombre suena con fuerza por las listas de grandes éxitos europeos. La Real está de moda y su visión de negocio y su ambición ya no se resume en querer ganar como sea el derbi del domingo. Manteniendo ese obligatorio objetivo, como es obvio, lo que no piensa es en protegerse hoy para evitar más lesionados. Fiel al carácter ganador de su entrenador, se presenta en Vigo con la convicción de que se juega los mismos tres puntos que ante su eterno rival y de que no tiene ninguna intención de perder su condición de primero esta tarde de jueves. Desde su estabilidad y la confianza en que lo mejor está aún por llegar, en este escenario siempre hay que ganar para seguir vengando el llanto de los Aranburu y compañía. Porque la espina clavada en su día fue tan grande que jamás lograremos sacarla del todo de nuestros corazones. ¡A por ellos!