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Reala

[A por ellos] "Perdón por creer", por Mikel Recalde

A por ellos
Naïs Djouahra, Oyarzabal y Zubimendi, tras el encuentro ante el Leipzig.
Naïs Djouahra, Oyarzabal y Zubimendi, tras el encuentro ante el Leipzig.

miedo escénico: "Conocido también como pánico escénico, es un estado personal que reduce la efectividad comunicacional. La persona no consigue expresarse porque hay un miedo que le frena. Afecta a todo tipo de personas que tienen que presentarse ante un grupo de personas, incluso cuando no van a hablar". En el fútbol fue Jorge Valdano quien acuñó la expresión al referirse a las remontadas en el Bernabéu de los años 80. "¿Miedo escénico? Define casi más una época. Digamos que el miedo escénico no es algo que venga con la entrada. Se tienen que dar unas condiciones, depende más de la entrega que del arte, requiere de situaciones especiales, la remontada es una de ellas. Cuando el Madrid está por debajo y mete un gol se desata el estadio, eso sí... La pista me la había dado la lectura de un artículo de García Márquez en el que él hablaba del miedo que le daba dar un discurso en público. Y claro, es un miedo que también tenemos los futbolistas, que respondemos ante una grada repleta". Imagínense lo que pudo pensar el Leipzig. Me imagino a su entrenador advirtiendo a la plantilla antes del saltar al campo: "Vamos a empezar muy atentos, que el estadio está caliente y seguro que saldrán en tromba. Intentamos aguantar y a ver si les sorprendemos en una contra". No me puedo ni imaginar sus caras de asombro cuando sacaron de centro. ¿Pero dónde están estos? Que tenéis que ganar el partido, lo sabéis, ¿no? Me recuerda a la famosa frase de Del Bosque en el Mundial de 2010 ante la Chile de Bielsa, que daba por bueno el empate para clasificarse segunda de grupo: "¿Pero, por qué no vienen?", le preguntó estupefacto a Toni Grande. Cuentan que Tedesco, técnico del Leipzig, estuvo a punto de coger el teléfono de Gila para preguntar al enemigo a ver cuándo pensaban atacar. "¿Y estos son los que tienen fama de ser un referente y que da gusto verles jugar en la Liga?", se cuestionarían asombrados.

Una de las frases que resume muy bien lo que es el Real Madrid es la que hace ya algunos años pronunció el mítico Juanito: "90 minuti en el Bernabéu son molto longos". Sucedió al acabar el partido de ida de las semifinales de la Copa de la UEFA de 1985 en el que Inter se impuso 2-0, dos semanas antes de que, en la vuelta, el Madrid remontara con un 3-0. Fue mi frase más repetida desde que acabó el encuentro de Alemania, "90 minutos en Anoeta son muy largos". Pero a los alemanes pareció que se les hicieron muy cortos, demasiado, porque apenas sufrieron. Si había esas dos opciones, los minutos longos o el miedo escénico, la Real se quedó en la segunda.

Cobarde: "Pusilánime, sin valor ni espíritu". Su antónimo es valiente. Muchos se sintieron ofendidos por el adjetivo utilizado en mi crónica. ¿Es Imanol un entrenador cobarde? Pues evidentemente no. Más bien todo lo contrario. Tiene muy buen gusto para el fútbol y suele afrontar los partidos de forma alegre y ofensiva siempre para ir creando superioridades con la pelota. ¿Estuvo Imanol cobarde en su planteamiento el jueves ante el Leipzig? Pues a mi modo de ver sí, insistió en un planteamiento que le había ido bien en Alemania, donde sorprendió a su rival, y desechó la supuesta ventaja que le otorgaba el factor campo tras empatar de forma muy meritoria en la ida. No, no se había ganado, insisto, se había empatado. Había que vencer el encuentro para clasificarse y así, tal y como lo planteó Imanol, era una mera cuestión de tiempo que la Real acabara en el matadero. El problema es que durante el camino no reaccionó y siguió con el mismo guion con el 0-1 y también tras el descanso con el mismo marcador. Incomprensible. ¿Qué esperaba, que después de reconocer implícitamente con tu estrategia que eres peor y que solo ibas a poder pasar de ronda si se te aparecía la Virgen, esta iba a comparecer en Anoeta solo en los minutos finales? ¿Creía que la citada Virgen (con perdón) iba a robar el balón, recorrer 60 metros en solitario dejando atrás a teutones atónitos y acojonados a partes iguales y superar al portero en su salida? Imagino que así de impotente se sentiría el tridente txuri-urdin. Por cierto, Aperribay lo debió de ver igual, porque en el descanso repitió hasta cuatro veces en Movistar "a ver si somos nosotros mismos en la segunda parte". Y sentenció, "hay que hacer más para ganar". Visto lo visto, lo que espero es que en verano los dos primeros refuerzos sean muy parecidos físicamente a Adama Traoré o a Nkunku, porque en este capítulo, el del músculo, nos encontramos a años luz de la elite. Luego ya, si juegan la mitad de bien que ellos, aceptaremos pulpo como animal de compañía. Ah, con Imanol en el banquillo, por supuesto.

Remodelación: "Cambio de la manera en que está estructurada u organizada cierta cosa". El objetivo de reformar Anoeta era precisamente recortar las distancias con los equipos grandes gracias al apoyo del público. Lo siento, pero tampoco lo comprendo muy bien. La víspera, Imanol declaro que "jugar en casa es una ventaja increíble. Es otro jugador más para nosotros, ¿por qué no vamos a ganar ante nuestra gente?". Pues hombre, para explotar esta ventaja quizá haya que darle al público algo. No vale con pedir o esperar. Tienes que transmitirle, conectar, espolearle, contagiarle y enchufarle. Y con ese planteamiento era literalmente imposible, porque Anoeta asistió atónito al despliegue defensivo de los suyos en el día D. Y no Imanol, no era una noche para disfrutar. Eso ya lo habíamos hablado y zanjado entre todos. Disfrutar se disfruta cuando tu equipo gana. Ni más ni menos. Como cuando nos hicisteis felices y pasasteis a la posteridad al levantar la Copa, lo cual os otorga una y mil noches de perdón.

Lo peor es que al término del encuentro, el oriotarra rizó el rizo en su comparecencia: "Hay que reconocer que el Leipzig es superior a la Real, y encima a doble eliminatoria... Si no lo vemos, es que me estoy perdiendo algo". Disculpa, no era el Ajax de Cruyff ni el Brasil del 70. Y estamos más que acostumbrados a enfrentarnos a Barcelona, Madrid o Atlético, que han tenido plantillas muy superiores a la de los alemanes, y hacerlo sin ningún complejo. Con nuestro estilo. Saliendo a por ellos. Como si la Real no hubiese derrotado a gigantes en su historia con planteles mucho más inferiores que el actual. ¿O es que pensamos que el Villarreal se encuentra en otra dimensión y nos olvidamos de que el año pasado ganaron la competición? Lo dicho, se le fue la mano. Si cuando se sortearon los emparejamientos muchos decían que los donostiarras habían tenido hasta suerte y, sí, casi empatan en Múnich hace dos semanas, pero van cuartos en la Bundesliga. Como para soñar con entrar en Champions. ¿Para qué? Si nos van a parecer todos mucho mejores. El Colonia y el Stuttgart eran muy superiores en 1988 y en Atotxa sufrieron como perros sometidos al dominio local de una Real a años luz de la actual. Por comparar, el Athletic sale con esa táctica en San Mamés en una noche grande y a los 20 minutos Marcelino tiene un coche esperándole para deportarle al planeta Asturias.

Pero quiero disculparme. Lo siento. Estos días he escuchado a mucha gente recriminarme que yo dije que el equipo estaba preparado y destinado para hacer grandes cosas. He sido un iluso. Me he dejado llevar por mi vena forofa que tantas veces me cuesta controlar. Me he creído que este equipo podía plantar cara a quien sea y competir cada tres días, pero un año más, la realidad es que no está preparado o capacitado. Ahora solo queda confiar en que afrontando un partido por semana sea capaz de recuperar su mejor versión y consiga volver a clasificarse para Europa como ha hecho con enorme mérito los dos cursos anteriores. El algodón de la larga lista, en número y en tiempo, de partidos sin ganar a los rivales que le preceden en la tabla no engaña. La confirmación ha llegado en los momentos clave de la temporada con los dos sopapos en Anoeta, donde nos llegamos a sentir invencibles. Perdón por creer. Soy un soñador. O un ingenuo. Una pena. La vida sigue y si nos necesitáis, seguiremos estando con vosotros. ¡A por ellos!

2022-02-28T06:55:03+01:00
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