En la Costa Azul, en Niza, el punto de fuga de las fortunas, la ciudad que se baña en la mar entre yates, que recuesta la cabeza sobre colinas y carreteras de montaña, sinuosas, bamboleantes, perfectas para los descapotables, las gafas de sol y los sombreros, finalizará el Tour de Francia, de mudanza por los Juegos Olímpicos de París.
En Niza, que festeja la alegría de vivir en el Paseo de los Ingleses con burbujeante champagne, quiere asomarse al podio final Pello Bilbao tras una semana de vistas desérticas en el UAE Tour, donde fue tercero. “Estoy bien, en el UAE Tour tuve buenas piernas y mi idea es intentar pelear por el podio. Llego bien a la París-Niza”, subraya el vizcaino.
Ion Izagirre, que logró posar en la orla final de la carrera en 2021, no piensa en la tarima a pesar de su idilio con la París-Niza. Fue quinto en 2016, séptimo en 2017 y cuarto en 2018. En 2019 logró una victoria de etapa en el cierre y en 2021 pisó el podio en una carrera de enorme pedigrí. Sin embargo, el de Ormaiztegi tiene la misión de encontrarse así mismo, de recuperar su mejor versión, aún lejana en este inicio.
“Quiero recuperar sensaciones. No he empezado bien y no están llegando los resultados que esperaba. No he encontrado el golpe de pedal que esperaba. No llego en el mejor momento y espero que ha medida que pasen los días pueda encontrar mejores sensaciones, pero será muy difícil estar delante en la general”, se sincera el guipuzcoano.
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Izagirre, que completó una campaña magnífica en 2023, con un triunfo superlativo en el Tour, algo que le igualó a Pello, –el gernikarra descorchó la Grande Boucle para los vascos dos días antes– busca un respiradero en la carrera francesa, un manojo de alegría tras un arranque de tonos grises.
Entre el viento de París y la brisa de Niza, Izagirre quiere puñado de aire fresco que le alivie un amanecer complicado. “Trataré de estar delante en alguna etapa, buscando alguna escapada”, expone el de Ormaiztegi. La París-Niza comienza el domingo y esperan ocho jornadas exigentes con pespuntes montañosos y una crono por equipos con lija.
Carrera de altos vueltos
Será la carrera escogida por Primoz Roglic para dar inicio al curso en la carrera francesa y Remco Evenepoel, sobresaliente en sus intervenciones en Portugal, vencedor de la Figueira Classic y de la Vuelta al Algarve, apuntan a la victoria. Con ellos, Carlos Rodríguez, Egan Bernal y David Gaudu son otros de los dorsales que miran a la azotea de la general.
“Los primeros días serán peligrosos por el viento y luego tenemos la crono por equipos, que ordenará la clasificación. Según cómo acabe esa etapa, veremos si podemos centrarnos de cara a la general o más en la lucha por las etapas”, describe Izagirre, al que acompañará su hermano Gorka.
“Quiero ayudar al equipo”, resuelve el de Omaiztegi, que no ha comenzado como quería. “La carrera nos pondrá en nuestro sitio”, expone Izagirre.
De las dunas que se agitan con el viento, de ese mar de arena, salió el de Gernika con un año más. Cumplió 34 en la cima de Jebel Hafeet. Quiso regalarse una victoria, pero se le adelantó el joven belga Eetvelt.
Sentado a la espera de la ceremonia del podio junto a Ben O’Connor, Pello comentó con el australiano que ellos pertenecen de algún modo a la generación sandwich.
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Contador, Valverde o Purito, mayores que ellos, vencían y cuando se suponía que la gloria les pertenecía, llegaron los barbilampiños veinteañeros con el descaro a borbotones dispuestos a derribarlo todo.
Rieron sobre eso Pello Bilbao y O’Connor. Con la rabia contenida porque estuvo cerca de vencer en la cima, Pello Bilbao mira al horizonte. No se detiene en el pasado.
Tampoco se entretiene Izagirre, refractario a las coartadas. Dicen que los mejores competidores son los que olvidan rápido las derrotas después de haber extraído las lecciones oportunas para mejorar.
Sobre ese credo, Ion Izagirre y Pello Bilbao, dos ciclistas sólidos, regulares y competitivos parten hacia la aventura en la cita francesa. El de Gernika desea el podio y el de Ormaiztegi quiere un espejo en el que reconocerse. Dos logros muy valiosos. Los tesoros de la París-Niza.