¿A qué temperatura debemos llevar el climatizador del coche en invierno?

Las guerras por la temperatura son una constante, principalmente en verano, cuando hay discusiones en muchos lugares de trabajo sobre a cuántos grados hay que poner el aire acondicionado, pero también en invierno, y esas peleas se trasladan al interior de los coches.

Con la llegada del invierno y del frío se busca que los trayectos en un vehículo sean agradables, ajenos a las temperaturas gélidas que hay en el exterior. Los sistemas de climatización que ofrecen los coches modernos permiten elegir la temperatura interior, e incluso a veces existe la posibilidad de seleccionarla en intervalos de sólo medio grado, con lo que podemos afinar al máximo hasta encontrar nuestra, nunca mejor dicho, zona de confort. 

Cada uno lleva el frío a su manera

Porque lo de la temperatura ideal es relativo. Cada persona lleva el frío de distinta manera y también depende de si hay o no sol, de la cantidad de ropa de abrigo que llevemos dentro del coche... Pero sí que hay unas recomendaciones que el Real Automóvil Club de España (RACE) sugiere a la hora de manipular el climatizador.

Puede parecer obvio, pero lo mejor es no hacer caso ni a los más calurosos, que ni activarían el climatizador, ni a los más frioleros, que pondrían el coche a 28 grados (o más), sino optar por un término medio, entre 19 y 22 grados, algo que tiene su razón de ser.

¿Qué sucede si nos pasamos de calor?

La primera tentación ante días muy fríos puede ser subir la temperatura, pero si se fija a más de 22 grados se incrementan los riesgos al volante, aunque parezca algo sin demasiada importancia.

Pasarse con la calefacción puede generar somnolencia y fatiga, que son unas de las principales causas de accidente. Además, lo lógico es que empecemos a sudar, especialmente si no nos hemos quitado el abrigo al entrar al coche, lo que puede provocar el efecto submarino, que consiste en escurrirse por debajo de la banda abdominal del cinturón, lo que podría ocasionar lesiones graves.

La calefacción alta en el coche puede provocar somnolencia. Freepik

Ese sudor puede generar también deshidratación, y hay que tener en cuenta que la falta de líquidos y glucosa en el organismo reduce la atención al volante en un 50%, aumenta la agresividad en un 66% y provoca un 33% más de salidas de vía. Y otro posible efecto del calor en el interior del vehículo son los mareos, tanto en adultos como en niños.

¿Qué ocurre si nos pasamos de frío?

Pero también crecen los riesgos si ponemos el climatizador a menos de esos 19 grados recomendados. Si no logramos calentarnos dentro del coche podemos perder capacidad de reacción a la hora de conducir por no tener el control adecuado de nuestras extremidades. Así, se producen reacciones más lentas al tener los músculos entumecidos, se pierde control en el manejo del volante si las manos están frías y también hay una pérdida de sensibilidad en los pies que lleva a no dominar tanto los pedales, con los peligros que todo ello conlleva al reaccionar con más lentitud y torpeza ante cualquier imprevisto que se nos presente.

Por lo tanto, una temperatura de entre 19 y 22 grados nos evitará los problemas que conllevan tanto el excesivo calor como el frío en el interior del vehículo y ese margen de cuatro grados de diferencia permite que casi todo el mundo encuentre su temperatura ideal. Además, buena parte de los climatizadores ya permiten seleccionar una temperatura diferente para cada lado del coche, lo que facilita que todos los ocupantes se encuentren a gusto.

Paciencia al arrancar

Es comprensible que, cuando nos encontramos el coche muy frío, queramos calentarlo lo antes posible. Pero hay que tener en cuenta que si encendemos la calefacción con el motor frío se generará más vaho en el interior del vehículo al estar frío el aire, con lo que es mejor esperar dos minutos. Además, la calefacción no calienta hasta que el motor alcanza una determinada temperatura, con lo que ponerla muy alta desde el principio solo conseguirá forzar la mecánica. En cualquier caso, después habría que bajar su intensidad para evitar un exceso de calor.