Abandonemos toda esperanza. La campaña para las elecciones al Parlamento europeo no se va a centrar en cuestiones que tienen que ver con Europa. Nunca ha sido así. Desde los primeros que celebramos en estos pagos, en 1987, los comicios no han dejado de ser una versión descafeinada de las generales, casi siempre, con menos participación y, por parte de los votantes, un entusiasmo tendiendo a cero.
Así, según las circunstancias de cada convocatoria, han servido para tirar de las orejas a los inquilinos de Moncloa, da igual PSOE o PP. En el mejor de los casos, como ocurrió en 2014, con el gran resultado de la recién nacida Podemos, han sido punta de lanza de cambios políticos.
Otra cosa es que el paso del tiempo (estos diez años) acabe dejando las cosas en donde estaban. Los morados, incluso añadiendo a Sumar en la ecuación, no aspiran a mucho más de lo que tuvo Izquierda Unida. Otrosí en el caso de Ciudadanos, que eclosionó en el Europarlamento y que, salvo acierto indescriptible de Tezanos, desaparecerá para siempre jamás el 9 de junio.
Segunda(s) vuelta(s)
Así que esta vez no podemos esperar una coreografía diferente. Los asuntos europeos serán puro atrezzo o simple relleno para la pugna, mayormente, entre el PSOE y el PP. Con suerte, en Euskal Herria (y más, en la CAV), quizá parte del intríngulis estará en el pulso entre PNV y EH Bildu, después del apretado resultado del 21 de abril en las elecciones al Parlamento Vasco. Me apuesto zurito y gilda a que, vistos los resultados, habrá quien tenga la tentación de leerlos como una segunda vuelta.
Eso nos demostrará que, en el fondo, nos manejamos por los mismos mecanismos mentales, conceptuales y comunicativos que en España, donde, como he apuntado, las elecciones no van de la mejor propuesta europea sino de cuál de los dos partidos que antes denominábamos turnistas quedará por delante y por cuánto.
En este sentido, Núñez Feijóo no ha mentido a nadie. No solo porque ahora blanquee a la ultraderechista Georgia Meloni, sino porque anuncia la contienda como “un plebiscito sobre el sanchismo”. En Ferraz le recogen el guante y se aplican para la remontada. ¿A quién le importa Europa?