La mayor parte de nuestras mascotas son activas, les gusta el contacto social y es bueno para ellas, así como para nosotros, dedicar un rato a jugar solos o con otros. Y esto que tenemos claro con gatos, perros y hurones, también hay que practicarlo con las aves, en especial con las psitácidas, con todos los miembros de la familia de loros y cotorras.
En los hogares, de entre esta familia de aves, los más comunes han sido desde siempre los periquitos, esas pequeñas cotorritas de variados colores, aunque mayoritariamente azules, verdes y amarillo.
El pequeño tamaño de los periquitos los hace muy manejables y su buen carácter social logra que se adapten pronto a la vida en el hogar. Pero esta adaptación puede tener su lado oscuro, el de no poder desarrollarse correctamente, ni física ni mentalmente. Hay que tener en cuenta que los loros y cotorras son de las aves más inteligentes y activas, por lo que necesitan muchos estímulos para tener una vida activa, para no caer en la apatía. Además, su forma de ser hace que busquen compañía, por lo que la soledad no es una opción y necesitan interactuar con sus iguales y con los humanos.
Así que, de entrada, mejor adoptar una pareja de periquitos que uno solo. En consecuencia, la jaula debe ser amplia, para que puedan moverse con bastante holgura. Los periquitos tienden a volar en horizontal, por lo que su altura no tiene que ser mucha pero si debe ser larga. Unas dimensiones de 80 cm de ancho, 150 cm de largo y 80 de alto suelen ser suficientes.
Lo importante es cómo se enriquece el entorno para que pueda hacer el ejercicio necesario que fortalezca sus músculos y que no se debiliten los huesos. Pero esto no debe hacernos olvidar que es una muy buena idea dejarles salir de la jaula al menos un par de veces al día para que, además de poder volar trayectos más largos también ejerciten sus dotes de exploración satisfaciendo su curiosidad natural.
La decoración-amueblamiento de la jaula debe ser lo más variada posible para que no se aburran. Un fallo que no hay que cometer es colocar demasiados juguetes, siendo preferible poner menos e ir alternándolos periódicamente para que no acaben aburriéndose de ellos.
Tres clases de juegos
Los accesorios pueden agruparse según el tipo de actividad que estimule en los periquitos. Así podemos encontrar tres clases principales: juguetes colgantes, juguetes para trepar y juguetes para morder. A ellos se puede añadir un cuarto elemento, la piscina, que tiene una doble función.
Los juguetes colgantes son aquellos que, siendo un tanto estáticos, sirven para que los periquitos se posen en ellos y al balancearse ligeramente simulen la elasticidad de una rama y les ayude a trabajar el equilibrio a la par que se conviertan en lugar de descanso. Pueden ser de materiales y formas variadas. Se colocan enganchados en los laterales o colgados del techo. Columpios, ramas o cuerdas son los más habituales. Uno casero se puede hacer con un cordón o una tira de tela larga y un tubo de cartón de papel higiénico o de cocina. Basta con pasar el cordón por el interior del tubo y atar los extremos al techo de la jaula. Además de columpio también sirve para morder.
Los juguetes de trepar son los que estimulan su agilidad, sus habilidades para subir o bajar agarrándose de patas y pico. Normalmente las barras de la jaula les bastan, pero ofrecerles otras estructuras de otros materiales con diferentes inclinaciones les suponen nuevos desafíos. Este ejercicio trabaja su estado de forma, pero también les ayuda a limar y desgastar pico y uñas, evitando que crezcan más de la cuenta. Pueden ser también accesos sus posaderos colgantes. Con una cuerda o una tira de tela se pueden hacer en casa. Basta cortarlas de distintas longitudes y hacer varios nudos a lo largo de ellas. Después solo queda colgarlas. Se puede poner varias para que pasen de una a otra.
Los juguetes para morder responden al uso que los loros en general y los periquitos en este caso hacen de sus picos como una herramienta más, tanto para comer como para relacionarse con su entorno. Ofrecerles algo específico evitará que se ceben con su caseta o con otros objetos que les perjudiquen. Madera natural, papel o piedras minerales, que también sirven de suplemento alimenticio, son los más adecuados. Cuidado con las telas, que pueden llevar tintes tóxicos. En casa se pueden hacer con papel reciclado o cartón. Unas simples bolas de papel arrugado pueden ser suficientes, o un tubo de cartón recortado colgado también.
Las piscinas resultan del agrado de los periquitos. En estado silvestre, allá en Australia, acuden en masa a charcas y humedales tanto a beber como a acicalarse, a bañarse. Pero no es un acto individual, ya que tienen por costumbre hacérselo unos a otros. Si cuentas con una pareja y una pequeña piscina no muy profunda podrás comprobarlo. Un plato o un recipiente no muy hondo en la base de la jaula es más que suficiente. Eso sí, hay que procurar que el agua esté limpia e ir rellenándola.
SI VA A VOLAR FUERA DE LA JAULA
Además de ofrecerle estos juguetes dentro de la jaula, también sería oportuno dejarle salir de la jaula al menos una vez al día para que sus vuelos puedan ser más largos y encuentre nuevos rincones que explorar. Además puede servir también para estrechar lazos perico-humano con juegos en los que ambos puedan interactuar.
Pero para que sea seguro hay que seguir una sencillas y elementales pautas. Esto pasa por preparar primero la estancia donde se vaya a soltar al pájaro. Para ello, lo primero es cerrar las puertas y ventanas de la habitación para evitar la fuga del periquito. Si hay más miembros en la familia, avisar de qué se va a hacer para que nadie abra por accidente la puerta. Un cartel por fuera puede ser una buena idea.
Además, cubrir ventanas, espejos y otras superficies que puedan hacer creer que hay espacio más allá. De esta forma el pájaro no chocará contra ellas de forma violenta. También hay que esconder o sacar todo elemento peligroso como cables –se deben cubrir, ya que pueden resultarles tentadores y probar su pico con ellos–, plantas venenosas, gatos y perros.
Por último, si hay ventiladores de techo, pararlos. Serán un buen posadero y si no se mueven los verán, evitando colisiones. Radiadores, calefactores y similares también deben cubrirse o apagarse para evitar quemaduras.
La habitación ya es un gimnasio en sí mismo, pero se le puede añadir juguetes conocidos para que coja confianza y se sienta seguro. Además pueden ayudar a llevarlo de nuevo a la jaula. No hace falta que esté más de 10 o 15 minutos por la habitación por sesión con dos o tres veces basta. Si se es regular y rutinario, se mantienen los horarios, los propios periquitos pondrán fin a la sesión.
Y ya para nota, si se dispone de una habitación, ¿qué tal hacer un aviario?