La forma de comprar en las grandes ciudades ha cambiado mucho a lo largo de los últimos años. Las grandes cadenas de supermercados, con amplias instalaciones y productos de todo tipo de marcas, suelen ser la apuesta principal para la mayoría de consumidores, que realizan grandes compras para abastecerse durante todo el mes. Una práctica muy habitual que evita a los usuarios tener que regresar a este tipo de establecimientos, salvo urgencias o contratiempos puntuales. Sin embargo, hay quienes siguen prefiriendo realizar compras en pequeños comercios y de forma más regular, priorizando la calidad del producto y el trato cercano y amable con el cliente. Este es el caso del mercado de Abastos que, situado en el corazón de la capital alavesa, acoge cada semana a miles de clientes en sus numerosos puestos de alimentación, hostelería y enotecas.
Un lugar al que el paso de los años y de distintas generaciones no pasa factura, manteniendo su esencia y gran actividad en la zona. Uno de los motivos, según Issam Chemnsey de Pescados Bermeo, es la “mayor presencia de público joven”, que se está animando cada vez más a comprar en este tipo de espacios. Una pescadería cuyos propietarios llevan más de 40 años en el mercado, atendiendo a abundantes clientes cada día. Y eso que este emblemático mercado ha sufrido dos reformas: la primera cuando se trasladó en 1975 desde la Plaza de los Fueros hasta su ubicación actual en la Plaza de Santa Bárbara y la segunda en 2014, en la que se incluyeron los ocho gastrobares en la planta baja del edificio. Una de estas supervivientes a estos cambios es Maribel Hernández, empleada de Aceitunas Laurentino. “Llevo toda la vida en el mercado, unos 50 o 55 años. Primero fueron mis padres y ahora yo”, indica.
Y es que son muchos los locales del mercado que han decidido seguir abiertos pese a estas mudanzas y, a día de hoy, pese a permanecer en la segunda quincena de agosto. Un periodo “vacacional” y algo más tranquilo en el que muchos comercios de Vitoria suelen bajar la persiana temporalmente para desconectar y recargar pilas. Este año al menos no es el caso de locales como Frutas Gasteiz, cuyos trabajadores como Rafa Pasadas se rotan para no perder ni un sólo día de trabajo. “Yo siempre he cerrado y este año me he quedado porque podemos turnarnos en las vacaciones. Además el coste de trabajar aquí es muy alto”, señala mientras coloca la fruta en el mostrador. No es el caso, sin embargo, de Pescados Bermeo, que no sólo cierran para tomarse un break, sino que lo hacen por partida doble. “Cerramos la primera quincena de julio y luego cogemos otra en septiembre”, destaca Chemsey.
Calidad y proximidad
Una práctica que los grandes supermercados no realizan y a los que cada vez un mayor número de usuarios acuden para llenar las estanterías y la nevera de su casa. No obstante, siguen siendo muchos los que continúan acudiendo al mercado de abastos por diversos motivos. Para Higinio Barrantes, que acude dos veces a la semana, el principal condicionante es la calidad del producto y el trato cercano al cliente. “Es algo que siempre se va buscando”, afirma Barrantes, que suele acudir a la carnicería y a la pescadería. Lo mismo opina Josune Martínez de Cestafe, que apenas asiste al complejo un par de veces al mes para realizar sus compras “Me parece que el producto en general es mejor que en los supermercados”, reitera mientras acude a la frutería. Precisamente a la frutería es donde no acude Rogelio Ortiz de la Tierra porque, según comenta, “siempre ha sido muy cara”. Otros productos, en cambio, considera que están muy bien de precio, como los encurtidos o la charcutería, en la que compra de forma regular queso y jamón.
La subida de precios es una realidad que está a la orden del día. El encarecimiento de productos básicos, debido a la guerra en Ucrania y a la sequía, no es algo que pase desapercibido para comerciantes y clientes, que intentan por todos los medios abaratar costes lo máximo posible. “Los huevos y el pollo han subido mucho en poco tiempo”, avala Barrantes. El pescado tampoco se ha librado de este ascenso de precios, dejándose notar sobre todo en el bacalao y el salmón. “Se han encarecido 7 y 10 euros respectivamente”, manifiesta Chemsey, que también ha notado la subida de la electricidad y del gasoil en los últimos meses. De igual modo, las frutas de hueso como melones o sandías no sólo han subido de precio, sino que para vendedores como Pasadas está resultando un quebradero de cabeza encontrarlas debido a la sequía y las tormentas de las últimas semanas. “En Castilla La Mancha muchas plantas han muerto por el calor. Me está costando trabajo encontrar un producto en condiciones”, apunta preocupado.
Nacional e internacional
Pese a estas dificultades extra para compradores y mercaderes, aparte de la reciente pandemia del coronavirus, el número de asistentes al mercado de abastos de Vitoria-Gasteiz sigue siendo considerable. Al margen de los usuarios gasteiztarras y del extrarradio habituales, son muchos los turistas nacionales e incluso extranjeros que se animan a visitar este enclave y comprar productos de la tierra en sus vacaciones. “Viene mucha gente de fuera como ingleses o canadienses”, resalta Chemsey. También en Aceitunas Laurentino han notado en fechas puntuales la presencia de visitantes de otros puntos del país. “Vienen principalmente de Madrid y Barcelona, además de localidades colindantes como Bilbao o Logroño”, comenta Hernández.
Este coqueto punto de encuentro para vitorianos y visitantes ha provocado que recientemente el mercado se haya convertido en un atractivo para ambos gracias a las visitas guiadas por sus instalaciones. Una guía cuyo precio es de 10 euros por persona y en la que se recorren espacios singulares y de nuevo cuño como los muelles de carga, las cámaras de frío o la sala de elaboración de conservas. La visita de igual modo incluye una parada en sus gastrobares, en los que los asistentes pueden degustar un pintxo y un vino en establecimientos como el Manduca, el Sutoki o el Txiki, entre otros.
Un mercado que, a diferencia de otros como el de Santiago, Adurza o Zaramaga, no sólo no ha echado el cierre, sino que se ha reinventado y está llamando cada vez más la atención de los consumidores. “La verdad que se ve muy bien, hay de todo lo que puedas necesitar en cualquier momento”, señala Ortiz de la Tierra. Un ambiente diferente y acogedor al de otros supermercados que, para Pasadas, tiene mucho futuro pese a que los tiempos que corren sean complicados en muchos sentidos. “Mientras sigamos trabajando con buen producto y atendiendo bien al público seguiremos funcionando”.