Desde un gran altavoz negro, enchufado a la corriente de la calle Cristo, de Abetxuko, salía ayer, a la una de la tarde, a todo volumen animadas canciones como Arratsalde honetan, de Sorotan Bele, o Musikaren Doinua, de ETS. Sin embargo, los residentes de este barrio-pueblo de Vitoria no estaban para fiestas, sino más bien de concentración, con una, en concreto, que llevaba el lema Servicios a favor del pueblo, con la que su medio centenar de asistentes, entre ciudadanos y comerciantes, querían hacer el mayor ruido posible para hacer oír su reclamación: la de que no se cierre la única oficina bancaria y que si no queda más remedio, mantenga, al menos, su actividad un día o dos por semana.
Es por ello que el portavoz de la asociación vecinal, Oskar González, anunció, al acabar la misma, micrófono en mano, que "no van a aceptar el cierre de la sucursal" y que seguirán movilizándose, ya sea en Abetxuko o en la gran capital, donde se plantean "dar el salto".
No en vano, el disgusto en este barrio es mayúsculo. Uno de los que así lo manifiesta es Andoni Duval, residente en Abetxuko. "La gente de Abetxuko es mayoritariamente mayor y necesitan servicios cerca y no que les manden fuera", resalta Duval que también es cliente de esta entidad bancaria pero ahora está "mirando para cambiarme porque si no la puedo tener aquí, me voy a otra". Al respecto, argumenta todos los problemas que tiene ahora: "Lo tengo complicado porque las horas que te dan cita, no coinciden con las que puedo ir porque trabajo de mañana".
Y, como añade, no es el único que desde marzo de 2020, cuando bajó la persiana, se ha visto en apuros para hacer trámites, ya que "he tenido que ayudar a sacar dinero a una persona mayor porque no sabía cómo hacerlo en el cajero".