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"Acaban de bombardear junto a la casa de mis padres, esto no es ninguna película"

Diana Derizhna, esta misma tarde en la Universidad de Sarriko.
Desde Euskadi donde cursa el Master en Marketing de la UPV/EHU, Diana Deriazhna, relata su angustia ante la guerra que vive su país Ucrania. "Mientras aquí nos tomamos un vino o un pintxo, y tenemos los cielos limpios, no podemos imaginar que allí les están bombardeando. Que todo el mundo tenga presente que esto no es ninguna película, que es muy real y le está pasando a gente como tú y yo".

Dice usted que la guerra es mucho más que eso que se ve en la tele. A sus padres les acaban de poner una bomba cerca de su casa en Kiev.

—Sí he hablado con ellos hace una hora más o menos (Lo decía a las 18.30 de la tarde) y habían bombardeado la torre de televisión de Kiev, justo al lado de donde viven.
¿Cómo están?
—Ahora están bien pero estoy muy asustada porque están cerca de las bombas y puede pasar cualquier cosa.

¿Qué le cuentan?

—Poca cosa, no quieren asustarme más. Hablamos de cómo han pasado la noche, de si ha habido muchos bombardeos, si han podido dormir un poco. El problema es que ellos no pueden ir al refugio porque viven con mis abuelos que tienen 86 años. Y en Ucrania ahora hace mucho frío, alrededor de menos diez grados. Hay nieve y entonces la gente tan mayor no puede dormir por ahí ni pasar la noche en sótanos. Mi abuela está pasando el coronavirus y no puede andar durmiendo en el metro. Viven además en un edificio de varios pisos bastante viejo y si lo bombardean se puede caer como una casa de naipes.
Lleva aquí dos años cursando el master y justo ahora iban a venir sus padres para su graduación.
—Tenían el vuelo programado para el domingo pasado pero les cancelaron el vuelo una semana antes. Y luego empezó el desastre.
Usted les visitó en enero.
—Sí, estuve en enero. La ciudad estaba muy avanzada, muy bonita con muchos cambios pero ahora la están destrozando. Queríamos hacer la boda pero no sé que pasará ahora.
¿Se podía imaginar la invasión?
—Nunca me la imaginé. Incluso hablaba con mis padres de las noticias que oíamos aquí, de cómo había mucho ejército ruso en la frontera. Yo les decía, igual hay que pensar en un plan B y no querían escucharme. Ellos me decían; Pero no puede pasar, ¿cómo va a suceder eso en 2022, en el siglo XXI? Son solo tensiones y amenazas políticas.

Pero pasó...

—Si, y sigo las noticias constantemente con mucha ansiedad. Nunca podría imaginar que iba a buscar información sobre cómo esconderse bien de un bombardeo. Así que les he dicho que tienen que irse al pasillo donde no hay ventanas, por si hay algún disparo que se pierde... que tienen que ponerse entre dos paredes dentro del piso. No puedo dormir porque sigo pensando en ellos y si veo algo en las noticias les despierto y les digo tenéis que ir a esconderos.
¿Qué podemos hacer para ayudar?
—Hay varias maneras. Agradecemos mucho el apoyo de la sociedad, pero hay que aislar a Rusia, cortarle los ingresos económicos para que no pueda seguir con la guerra. Putin tiene mucha ambición y solo le va a parar que no disponga de financiación. Que no se comercialice, por ejemplo ni su gas ni su petróleo.
¿Y el envío de material? 
—Se necesitan muchas cosas, ropa, medicamentos, muchos bienes básicos... Estamos intentando organizarlo todo rápido a través de la asociación de ucranianos en Euskadi pero es un gran trabajo de logística, con camiones, conductores...

Para usted lo más importante es compartir la información.

—Es que sobre todo es necesario difundir la información. Ucrania está muy cerca, junto a Europa, compartimos los valores europeos. Estando aquí en Euskadi, vivimos una vida normal, con un cielo tranquilo, sin bombardeos y no nos parece que algo así pueda pasar. Pero mientras tomamos un pintxo o el café, alguien está muriendo allí. Es importante que la gente sepa que lo que está pasando no es ninguna película. Es algo muy grave, muy real y muy verdadero y está pasando con gente como tú y yo.

02/03/2022