El Día de la Tostada es en Lumbier una fiesta de primavera. Una jornada que combina gastronomía, música, canciones y poesías. Uno de esos días grandes al año que tiene el pueblo y que salió del pueblo: del grupo de olivareros de la localidad que decidió compartir su aceite con la vecindad.
Fue el último domingo de marzo de 2014 cuando el grupo de productores sacó su aceite a la calle, la primera edición del Día de la Tostada/Tostadaren eguna.
Estaban ilusionados con la idea y les pareció sencillo ponerla en marcha. Contaban con la materia prima: pan, vino, aceite y ajos. Eligieron un lugar, la plaza de Santa María céntrica, detrás de la iglesia, y una fecha, sería después de la famosa de Arróniz y antes de las fiestas txikitas de San Isidro. Con 35 kilos de pan, el doble de vino, y una cantidad de aceite y de ajos sin precisar, contaba aquel día Pedro Ustárroz, arrancó la fiesta.
El es uno de los productores que ha seguido con la antigua tradición del cultivo en la zona límite donde crecen olivos. almedros y viñas. La Piedra, El Lardín, Bijués debajo de La Peña, o en Saso Tabía son parajes donde conviven olivos jóvenes, como los de Alberto Bidondo, que ya han cumplido más de veinte años y los centenarios de Ustárroz. Su fruto son las variedades de arbequina, empeltre y vidrial, variedades que se cultivan en la localidad.
El olivo de Lumbier siempre ha sido de autoconsumo, recalcaba entonces, Santi Eleta, otro de los productores. Su cosecha, como la del resto del colectivo olivarero, se junta con la de Aibar y parte hacia Arróniz, que reúne la producción de la Zona Media y Estella. En este trujal se convierte en aceite y toma su Denominación de Origen.
Parte de esa producción es la que los olivareros dan a degustar en la fiesta. Probar el primer aceite del año con el pan y el ajo es una vieja costumbre y hoy, un lujo compartido.
Desde aquella primera edición, el Día de la Tostada siempre ha estado acompañado por la música. Los gaiteros y la Ilunberriko Txaranga fueron los primeros. En 2015, la artista Iruña Cormenzana, les regaló la imagen del evento, La Mujer Oliva, una musa de colores verdes en cuyo pelo crecen las olivas. En esta edición se refugiaron en las arcadas del ayuntamiento a causa de la lluvia. En 2016, se incorporó la poesía con versos originales de Blanca Eslava en el pregón compartido con José Ramón Larrea, a los que se sumaría después, Antonio Echeverria y la lectura relacionada con el aceite y los olivares. El programa progresó con la colaboración de diversos colectivos culturales, como el grupo de txistu, el numeroso de Zaraitzun Kantuz, jotas y txalaparta. A partir de la cuarta edición en 20l7, el colectivo tributa un sencillo homenaje, con hogaza de pan y aceite, al vecino o vecina destacable a su juicio en relación con su aportación a la localidad. La lista la abrió aquel año el korrikalari Xabi Zarranz, seguido en ediciones posteriores por: Iruña Cormenzana, Alfonso Gogorzena,Blanca Eslava, J. Ramón Larrea y Felipe Olleta.
Anunciaron los olivareros en 2014 que el Día de la Tostada tendría carácter de continuidad, y cumplieron su palabra. La cita pervive con la misma ilusión, humor y ambiente con el que nació. Solo la pandemia lo impidió en 2020 y 2021.
El resto todo ha sido crecer. Aumentar los productores (hoy suman la veintena) los miles de kilos de oliva y miles de olivos; los comensales, los kilos de pan y el aceite.
Octava edición
La reciente 8ª edición del domingo ha sido la más concurrida y la más emotiva con el recuerdo de Javier Subiza Ilintxeta (Pistón), compañero olivarero que festejaba el día con mandarra y txapela. Amigo de la música, saxo y voz en coros y Kantuz que le rindieron homenaje el domingo con la participación de tres formaciones: Arbizu, Irunberri y Zaraitzun Kantuz, el cantautor Jesús Aiesa y el perfil de su recuerdo de la poeta Blanca Eslava. Su imagen con el poema de Isidoro Bidondo presidió la plaza abarrotada, llena de música durante todo el día con los sonidos de: Bizarturi Taldea, Irunberriko Gaiteroak e Ilunberriko Txaranga. Bidondo aportó además, sus letras que fueron leídas por vez primera en euskera. Una comida popular cerró la octava edición de una iniciativa de las que hacen pueblo, con la oliva que cultivan con afición y cierto orgullo.
Tomás Belzunegui, uno de ellos, lo expresó el primer día: “Nos sentimos orgullosos de mantener la tradición de los olivos y organizar esta fiesta para Lumbier”.