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Acertar por error, fallar por postureo

Me vino a la memoria el otro día la imagen del Borbón emérito entonando aquello de que “lo siento mucho, me he equivocado; no volverá a suceder”. Cuando lo que quería decir es que, con lo bien que se lo había montado hasta entonces para que no le pillaran en juergas y cobros de comisiones, ya era mala pata que se rompiera la suya haciendo lo que no debía y se enterase todo el mundo.

Me lo recordó el rostro circunspecto de Mertxe Aizpurua al explicar que EH Bildu se había equivocado al apoyar una enmienda del PNV en el Congreso que faciliará el desalojo de viviendas usurpadas. Como aquel, esta expresó crípticamente el motivo de su congoja, pero conviene que no queden dudas.

Dejemos al margen el bucle de votar algo sin saber lo que es –es decir, no hacer su trabajo– o sabiéndolo y entendiéndolo razonable hasta que choca con el discurso –o postureo– habitual. Antes lo vimos con el PP y su marcha atrás a convalidar penas de presos de ETA.

Hablemos del fondo. La enmienda acelera, con juicios rápidos, las demandas por usurpación de vivienda o allanamiento de morada; esto es, la entrada y ocupación por la fuerza de casa ajena. A Vox tampoco le gusta; igual porque tiene afines viviendo del negocio de desalojar. Aunque lo barnicemos con una k, arrebatar la casa a su propietario, no digamos a su morador, no es una política de vivienda. Así que, cuando Aizpurua reitera su rechazo a proteger a los okupados y proyecta su compromiso con lo que denomina “colectivos”, debería explicar la naturaleza ética de ese compromiso. En mi pueblo, se movilizaron cientos de personas para forzar la salida de los ocupantes de la vivienda de una anciana. No pregunté a quién votaban, pero de vista nos conocemos casi todos. Ese día pedían una ley capaz y una justicia ágil que defienda derechos y evite confrontaciones cívicas. Y posturitas.

25/11/2024