ADEMÁS de ganar dinero, el objetivo de los fabricantes de automóviles es conseguir que estos sean cada día más eficientes, precisos y seguros. A esa particular cruzada se incorporan, con retraso, los legisladores. La Unión Europea acaba de activar un plan de acción, a dos años vista, que decreta la obligación de incorporar varios de estos sistemas de ayuda a la conducción, conocidos como ADAS, a todos los modelos que se homologuen a partir de ahora. La industria, que suele ir un paso por delante de ley, lleva años suministrando esos recursos a muchos de sus modelos. Veamos cuáles son esos dispositivos de asistencia prescritos, que contribuyen a proteger a quienes van en coche o se cruzan con él.
Antes que nada, conviene aclarar de qué hablamos cuando hablamos de ADAS. Este acrónimo inglés (Advanced Driver Assistance Systems) alude, precisamente, al bagaje tecnológico que permite hacer más seguro, cómodo y fácil el manejo de un automóvil. Es un conjunto de cachivaches electrónicos gestionados por eso que hemos dado en llamar inteligencia artificial. Persiguen, y en buena medida consiguen, reducir al mínimo el riesgo de accidente; y en el caso de que ello no sea del todo posible, buscan mitigar sus consecuencias personales y materiales.
Las ADAS escrutan y analizan el caudal de datos suministrado por la colección de sensores que los coches contemporáneos incorporan, a fin de reconocer su entorno; lo hacen a través de radares, cámaras de imágenes, ultrasonidos, etc. Transmiten esa información, de manera inmediata, a quien conduce , para que perciba e interprete cuanto sucede alrededor de su vehículo y reaccione en consecuencia; si no lo hace, o si tarda demasiado en tomar la decisión adecuada, el sistema llega a intervenir sobre los movimientos del automóvil. Todo el proceso dura un pestañeo, eternidad que puede marcar la diferencia entre chocar o frenar a tiempo.
La UE ha seleccionado ocho ADAS que considera prioritarias, decretando que se conviertan en recursos obligatorios. Así pues, los modelos que aspiren a ser homologados desde el pasado 6 de julio en adelante deberán salir de fábrica con ellas. Los coches ya en activo disponen de dos años para adecuar sus dotaciones a estos nuevos requerimientos. En 2024 primero, y en 2026 después, volverá a aumentar el número de recursos exigidos.
La inicial es una lista de mínimos. La relación de ayudas a la conducción podría ser mucho más extensa, puesto que el desarrollo de la tecnología depara un amplio menú de medios de protección. Propone múltiples y a menudo sorprendentes complementos. Como ocurre siempre, a esas sofisticaciones acceden en primer término los modelos de gama alta; a los más populares y asequibles no llegan todas, y lo hacen siempre después de un tiempo. Así que también seguirá habiendo clases en materia de seguridad.
Los estudios de mercado detectan que las ADAS reciben mejor acogida entre los usuarios de cierta edad, que encuentran en ellas un paliativo idóneo para contrarrestar la merma de facultades cognitivas que comporta cumplir años. En cambio, los automovilistas más jóvenes suelen ser más reticentes a desembolsar dinero en unos recursos costosos que consideran no necesitar.
Y a propósito de dinero, ahora que la legislación obliga a aumentar el equipamiento de serie, se suscita la duda de si tal exigencia va a comportar una subida generalizada del precio de los coches nuevos. No deja de ser una de esas preguntas retóricas cuya respuesta es de sobra conocida. Repercuta antes o después en el bolsillo de los consumidores, es un sobrecoste que puede considerarse asumible, dado que su objetivo es reducir la siniestralidad y, en consecuencia, el número de víctimas.
Un reciente estudio de la firma Bosch y la fundación Fesvial estima que “los sistemas ADAS tendrían el potencial de ayudar a prevenir -o mitigar- aproximadamente el 40% de todos los accidentes que sufren los conductores o pasajeros de los vehículos, el 37% de todas las lesiones de consideración y el 29% de todas las muertes relacionadas con los siniestros viales”. Los autores del informe confían en que estas medidas permitan “salvar más de 25.000 vidas y eviten al menos 140.000 lesiones graves de aquí a 2038. Esto contribuirá al objetivo de la UE a largo plazo de aproximarse a cero víctimas mortales y heridos graves de aquí a 2050”.
Los expertos celebran la decisión de las autoridades europeas de elevar el nivel de exigencia en materia de seguridad. Valoran positivamente que se incluyan estos recursos entre las dotaciones de serie de todos los coches. Lo consideran un primer paso, al que han de seguir otros que provean a los vehículos de tecnologías de protección ya desarrolladas.
Entre las más eficaces a la hora de salvar vidas destacan estas: el control de crucero adaptativo, que evitaría choques por alcance al mantener la distancia de seguridad constante; frenada de emergencia con detección de viandantes y ciclistas; asistencia de tráfico en cruces, que minimizaría colisiones y víctimas frecuentes; detección de tráfico en sentido contrario; alumbrado en curva para prevenir accidentes en situaciones de visibilidad restringida. l
Las ayudas a la conducción obligatorias
Las autoridades europeas han determinado que los coches que se estrenen a partir de ahora incluyan en sus dotaciones ocho ADAS ‘básicas’ para ampliar los márgenes elementales de seguridad. Son estas:
Asistente de velocidad inteligente. Conecta el control de crucero, que gestiona la velocidad del coche, con el sistema de reconocimiento de señales. Permite así controlarla velocidad adaptándose automáticamente a las limitaciones puntuales en cada tramo de la vía. Se desactiva por medio de un interruptor o de un pisotón al acelerador.
Cámara posterior con detección de tráfico cruzado. Advierte de la presencia de personas o vehículos en la trayectoria al circular marcha atrás. Puede intervenir deteniendo el coche si no hay reacción humana a tiempo.
Alerta de cambio involuntario de carril. Avisa, de modo visual, sonoro o táctil, cuando se abandona el propio carril sin accionar el indicador de dirección, interpretando que es fruto de una distracción. Si va combinado con el sistema de mantenimiento de trayectoria, los frenos y la dirección devuelven el vehículo al carril.
Sistema de frenada de emergencia. Actúa asociado a los ABS y al control de estabilidad. Al detectar un obstáculo en la trayectoria (viandante, ciclista u otro vehículo), alerta al conductor con luces y sonidos, llegando a suplantarle para evitar el impacto. También aporta mayor contundencia para detener el coche en las llamadas ‘frenadas de pánico’, en las que se tiende a pisar el freno menos de lo requerido.
EDR o caja negra. El Event Data Recorder registra las evoluciones del vehículo en los 30 segundos previos al accidente y los 5 posteriores. Almacena datos de hasta 15 parámetros (velocidad, régimen de motor, frenada, impactos, acelerador, airbags…) para poder reconstruir los hechos y analizar las causas.
Alerta de cinturón en las plazas traseras. Detecta la ocupación en los asientos posteriores y si esos pasajeros llevan bien colocado el sistema de retención.
Detector de fatiga. Valora el grado de atención de quien conduce analizando la presión de sus manos en el volante. Los sistemas más avanzados también estudian el rostro y los ojos del chófer por medio de una cámara, para detectar síntomas de cansancio o somnolencia.
Bloqueo del vehículo por alcoholemia. Incorpora una preinstalación para un alcoholímetro, encargado de bloquear el arranque si se supera la tasa máxima. Contempla medidas antifraude como reconocimiento facial, de huellas dactilares e iris.