Los vehículos diésel no tienen un futuro muy halagüeño. Los planes de la Unión Europea para dejar de fabricarlos en un futuro próximo y las restricciones que se les imponen en muchas ciudades hacen que muchos compradores se decanten por otros sistemas de propulsión. De hecho en septiembre de 2014 entró en vigor la Euro VI, una normativa que obligaba a los vehículos con gasóleo a reducir la emisión a la atmósfera de óxido de nitrógeno (NOx) a 80 mg/kg. La solución que se adoptó para lograrlo y seguir comercializando estos vehículos fue la incorporación del AdBlue.
¿Qué es el AdBlue?
Así, todos los fabricantes que no puedan cumplir ese límite están obligados desde 2014 a instalar un depósito de AdBlue, un aditivo que limita estas emisiones. Para eliminar el NOx, que se origina tras la combustión del motor, es necesario que se produzca una reacción química, denominada Reducción Catalítica Selectiva (SCR), con la que se consigue que lo que se expulse por el tubo de escape sea una mezcla menos nociva compuesta por nitrógeno y vapor de agua. Para provocar esa reacción es imprescindible el AdBlue, compuesto por agua destilada y urea, que no contamina, no es inflamable ni es tóxico, y que sólo se debe utilizar con motores diésel.
Eso sí, los coches más antiguos no cuentan con un depósito de AdBlue, lo que impide que puedan utilizar el aditivo. Eso los puede llevar a tener prohibido el acceso al centro de muchas ciudades por su alto poder contaminante. La única alternativa es gastarse unos 3.000 euros en incorporar al motor diésel el sistema SCR, aunque dependiendo de los años del coche puede no merecer la pena.
Nunca mezclarlo con el diésel
Los más recientes sí cuentan con un depósito de AdBlue, que generalmente se encuentra junto al de diésel o en el maletero, aunque también los hay en el vano motor. En cualquier caso, este aditivo siempre debe ir en su propio depósito y nunca mezclarlo en el de combustible si no queremos sufrir una avería fatal en el motor.
Lo más sencillo es rellenar el nivel (nunca hasta el máximo) cuando se encienda el testigo en el cuadro de mandos. El consumo de AdBlue es de en torno a un litro cada 1.000 kilómetros. Teniendo en cuenta que los depósitos que hay en los coches cuentan con una capacidad de entre 10 y 20 litros, la recarga tendría que hacerse una vez cada 10.000 o 20.000 kilómetros, contando con que su consumo es mayor en ciudad que en carretera. Eso sí, no hay que olvidar que sus propiedades son efectivas durante aproximadamente un año.
Con manguera o garrafa
A la hora de repostar AdBlue es bueno saber que no todas las gasolineras cuentan con una manguera específica para este aditivo. Y en muchas ocasiones, si la tienen, no es aconsejable usarla en un coche, ya que suele estar destinada a tractores y camiones, que son los primeros vehículos que lo usaron, y su elevada presión puede dañar el depósito o el sistema de medición. Unas averías cuya reparación no sería económica, ya que los depósitos van calefactados para que no se congele el AdBlue a menos de cero grados. De hecho, hay que tener cuidado de no exponerlo a menos de 11 grados bajo cero, ya que se solidificaría y no podría usarse.
Obviando las mangueras, lo habitual es encontrar en las gasolineras garrafas de diez litros (las hay también de menos), y llenar el depósito nos costará entre 15 y 40 euros. Para hacerlo, siempre con el motor apagado, es importante contar con un embudo, utilizar guantes para protegernos y preparar papel por si derramamos algo en la pintura del vehículo, ya que es muy corrosivo. Tras repostar, conviene esperar unos minutos antes de arrancar y comprobar que ha desaparecido el testigo en el cuadro de instrumentos.

Una persona rellena el depósito de AdBlue con una garrafa.
¿Qué pasa si se agota?
Podemos despreocuparnos del AdBlue hasta que aparezca el testigo en el cuadro de instrumentos que indica que toca rellenarlo. Eso sí, el margen es mucho más amplio que el de la reserva del combustible, ya que permite circular unos 2.000 kilómetros más. Pero no conviene apurar tanto, porque si se agota el coche no volverá a arrancar (aunque no se apagaría el motor si sucede estando en marcha). Según explica el RACE, en ese caso debemos repostar rápidamente y poner el contacto dos veces antes de arrancar para que el vehículo lo detecte.