La Dirección General de Tráfico (DGT) ha puesto en marcha una estrategia para reducir la velocidad en las carreteras y, al mismo tiempo, frenar la astucia de algunos conductores que buscan evitar sanciones. Con la instalación de 90 nuevos radares de tramo antes de que finalice 2024, la DGT ha observado que muchos conductores tratan de burlar los controles acelerando entre los puntos de vigilancia.
Para contrarrestar este comportamiento, el organismo ha diseñado una nueva medida que pretende hacer más difícil evitar las multas: el uso de radares móviles ubicados a lo largo de los tramos controlados. Este artículo explica en detalle cómo funcionan los radares de tramo y cuál es la nueva táctica de la DGT para asegurar que los conductores respeten los límites de velocidad en todo momento.
¿En qué consisten los radares de tramo?
Los radares de tramo son un tipo de cinemómetro que se utiliza para controlar la velocidad media de los vehículos en un determinado tramo de carretera. No se trata de un radar tradicional que mide la velocidad instantánea de un coche en un punto específico, sino de un sistema de cámaras que registra las matrículas de los vehículos tanto al inicio como al final del tramo controlado. Posteriormente, un software calcula la velocidad media que ha mantenido el vehículo durante ese recorrido.
Si la velocidad media supera el límite establecido en esa vía, el conductor será sancionado, sin importar si ha reducido su velocidad antes de salir del tramo. Este tipo de dispositivos es especialmente útil en zonas donde el control de la velocidad es fundamental, como en carreteras con alta siniestralidad o con limitaciones especiales debido a condiciones geográficas o de tráfico. Su principal ventaja es que obliga a los conductores a mantener una velocidad constante y segura a lo largo de varios kilómetros, evitando frenadas bruscas y peligrosas al aproximarse a un radar convencional.
La nueva medida de la DGT
Con el fin de evitar que los conductores intenten sortear los radares de tramo, la DGT ha decidido implementar una nueva estrategia: la incorporación de radares móviles en medio de los tramos vigilados. La principal razón detrás de esta medida es que muchos conductores han encontrado la manera de acelerar entre el inicio y el final del tramo, frenando justo antes del segundo control para que la velocidad media calculada esté dentro del límite permitido.
La DGT ha observado que esta práctica, si bien es legalmente reprochable, es difícil de detectar con el sistema de radar de tramo tradicional, ya que se enfoca solo en la velocidad media. Con los radares móviles, ubicados estratégicamente en el interior de los tramos controlados, se busca hacer cumplir los límites de velocidad de manera más estricta y disuadir a aquellos conductores que intentan burlar el sistema. Estos radares móviles podrán medir la velocidad instantánea en cualquier punto del tramo, sorprendiendo a los infractores que no esperan ser controlados antes de salir del área vigilada.
Esta medida es especialmente relevante en tramos de carretera donde la seguridad depende de que los conductores respeten límites de velocidad más bajos de lo habitual. La DGT espera que esta estrategia, combinada con el incremento de radares de tramo en general, tenga un impacto significativo en la reducción de accidentes y en la mejora de la seguridad vial en las carreteras.
El radar que más recauda en Euskadi
El radar ubicado en el kilómetro 46,8 de la AP-8, en Zumaia, se ha consolidado como el dispositivo más sancionador de Euskadi. Durante 2023, emitió 26.233 multas por exceso de velocidad, manteniéndose como el radar que más infracciones detecta en la comunidad, pese a que el número de sanciones disminuyó en 12.287 respecto al año anterior.
Este radar es especialmente temido por quienes circulan por la AP-8, una de las principales arterias de tráfico en la región. Otro radar destacado en Euskadi se encuentra en Bizkaia, en el kilómetro 134,9 de la A-8, donde 8.712 conductores fueron sancionados en 2023 por superar el límite de 80 km/h. Ambos dispositivos forman parte de la estrategia de la DGT para controlar la velocidad en zonas clave de la red viaria vasca, con el objetivo de reducir los accidentes y mejorar la seguridad vial.