Fue un 21 de abril de 1926 cuando la pequeña Lilibeth, como se la llamaba de niña, abrió en Londres sus pequeños ojos azules que, 96 años después, han perdido su brillo con su fallecimiento en el Castillo de Balmoral, en Escocia.
Su reinado se ha visto acompañado de una deslumbrante transformación del mundo. "Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial", prometió a los 21 años, cinco antes de convertirse en monarca tras la prematura muerte de su padre, Jorge VI, y después de que, de forma inesperada, su hermano Eduardo VIII renunciase al trono por la oposición a su matrimonio.
Para ser fiel a su palabra, a partir de ese momento selló su boca. Nadie supo nada ni de sus sentimientos ni de sus opiniones ni de sus pensamientos y, gracias a eso, sobrevivió a un reinado que ha abarcado 15 primeros ministros británicos y 70 años (la segunda monarca más longeva del mundo tras Luis XVI).
Sus vistosos atuendos con sombreros a juego, su amor por los perros corgis y por los caballos, es cuanto sabemos de la reina de la discreción junto con su sentido del servicio y el deber. Aspectos que le han valido "un respeto incomparable y admiración, no solo en el Reino Unido, sino en todo el mundo", como apuntó el que fuera primer ministro, David Cameron, cuando el 9 de septiembre de 2015 la soberana se convertía en la reina con más años en el trono, superando a su tatarabuela, la reina Victoria.
Tal vez el perfil más ajustado de la monarca lo diera su propio nieto, el príncipe Enrique de Inglaterra, con motivo de esta efeméride: "la veo más como a la reina que como a mi abuela, con el profundo respeto que sientes por tu jefa, y a ella siempre la veo como a mi jefa".
Y es que Isabel II, que nunca concedió una entrevista pese a ser la millonaria más célebre de las revistas, fue más un paradigma de lo que debe ser una soberana, monarca de monarcas, que un ser humano de carne y hueso.
Reina de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, jefa de Estado de otros quince países de la Commonwealth, Isabel II transmitió siempre ese halo imperial del Reino Unido.
Relevo en la Corona
Además de lidiar con el Brexit, salió indemne de momentos muy difíciles en su vida, como los divorcios de todos sus hijos o la crisis derivada de la muerte de Diana de Gales en un accidente de tráfico en París junto a su novio Dodi Al-Fayed, logrando devolver a la Corona el amplio apoyo del que disfruta en la actualidad.
Junto con su esposo Felipe de Edimburgo, fallecido el 9 de abril de 2021, a los 99 años, deja cuatro hijos -el "eterno heredero" Carlos, Ana, Andrés y Eduardo-, ocho nietos y 12 bisnietos sobre los que, de algún modo, recaerá ahora el futuro de la monarquía británica.
La cuestión es si su hijo Carlos, dado a opinar de casi todo y más conocido por su vida sentimental que por otras virtudes, o su nieto, el príncipe Guillermo, segundo en línea de sucesión, podrán seguir las huellas de quien ha dejado el listón tan alto.
Se dice que en esta vida nada es eterno, ni siquiera una institución con más de mil años de historia, pero es seguro que la imagen de esta reina vivirá para siempre.