Adrian Aguinagalde: “No solo provoca asma o EPOC, también produce infartos o ictus”

¿Las personas más expuestas a la contaminación tienen menor esperanza de vida?

—Por supuesto. La población que vive en grandes ciudades, con mucho tráfico, cerca de grandes empresas tiene más factores de riesgo. Las personas que viven más cerca de las carreteras o de las instalaciones que emiten más partículas contaminantes tienen peor calidad de vida porque no solo genera problemas de desarrollo, también cognitivos.

¿Qué patologías provoca?

—La contaminación genera principalmente problemas respiratorios, pero también origina problemas cardiovasculares, infartos, y neurovasculares como ictus. Luego incide en toda una serie de enfermedades multifactoriales como el cáncer. Con la contaminación compramos más boletos para sufrir ciertas enfermedades y hay algunas personas que presentan susceptibilidades específicas.

Hay exposición ambiental y exposición ocupacional.

—Sí, hay algunas profesiones que tienen una mayor exposición a la contaminación por trabajar con sustancias de riesgo o por desarrollar ese trabajo cerca de zonas con mayor contaminación.

Siempre nos referimos a la contaminación atmosférica pero hay bastantes más.

—Está la contaminación acústica, cuyos riesgos se están poniendo cada vez más sobre la mesa porque no es fácil de intervenir sobre ella y va muy vinculada a la Zonas de Bajas Emisiones. Eso se ve principalmente en la grandes ciudades. Tenemos contaminación lumínica cuyo efecto en la salud está principalmente relacionado con el insomnio. Hay contaminación química, en trazas bastante insignificantes, que se detecta sobre todo en la industria alimentaria.

¿Podemos disociar la contaminación de los efectos del cambio climático?

—Imposible. Es más, probablemente muchas de las cosas que sabemos las aprendimos durante la ola de calor de 2004. Porque el cambio climático también incrementa la probabilidad de olas de calor y provoca fenómenos que impactan en la contaminación atmosférica. Por ejemplo el ozono, específicamente, suele incrementarse en esas circunstancias, y es uno de los gases más peligrosos. Eso se ve en la grandes urbes, con la famosa chapela.