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La sala Portaleburu de Azkoitia es el marco de una interesante exposición que tiene a las aves que pueblan nuestros montes como grandes protagonistas. El autor de las 45 fotografías que componen la muestra es Juan Mari Ibarzabal, un azpeitiarra que lleva 20 años fotografiando aves de las más diversas especies con su cámara. Las fotografías de la exposición, que se puede visitar aún hasta la jornada del domingo, se acompañan de unos códigos QR que permiten acceder a una página web con información sobre las aves que aparecen en la imagen .
¿De dónde le viene esta afición por la fotografía?
No fui un fotógrafo precoz. Se puede decir que me estrené como fotógrafo en el viaje de novios a Venecia con 24 años. A partir de ahí, me picó el gusanillo, empecé a hablar con conocidos aficionados a la fotografía, entré en contacto con Azpeitiko Argazki Elkartea, empecé a participar en rallys fotográficos y hasta ahora. Lo cogí con ganas. De hecho, al mudarnos a Zarautz, aproveché uno de los dos baños de la casa los para convertirlo en un laboratorio fotográfico.
“ Empecé a fotografiar aves en 2005. Vi en internet unos trabajos que me gustaron y pensé: ¿por qué no voy a poder hacer lo mismo? ”
¿Y en qué momento decidió dedicarse a la fotografía de aves?
No he sido cazador ni tampoco un niño que saliera al monte a buscar nidos como otros que se dedican a esta actividad. Llegué por mi afición a la fotografía. Vi trabajos muy interesantes de otros fotógrafos en Internet que me llamaron la atención. Me gustaban y pensé: “¿por qué no voy a poder hacerlo yo?”. Decidí intentarlo. Monté un pequeño hide, el refugio que se utiliza para fotografiar sin que las aves te vean, en el terreno de unos amigos en Azpeitia, y estuve allí dos años.
Las aves son por lo general asustadizas. ¿Cómo vence su resistencia a acercarse al lugar en el que las va a fotografiar?
Con comida o agua, si estamos en un lugar caluroso. Coloco ramas o piedras en los lugares que quiero que se posen tratando de conseguir un escenario atractivo para la fotografía. Les pongo comida y espero a que se habitúen a ir a ese punto. El siguiente paso es esperar su llegada escondido en el hide, evitando hacer ruido para no asustarlas. Es una cuestión de paciencia: o vienen o no vienen. Hay días en los que esperas cuatro horas y te vas sin haber sacado una sola fotografía.
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Pareja de abejarucos captada en una salida a la localidad navarra de Pitillas, donde habita una colonia de aves de esta especie.
Una vez que han aprendido el camino hacia la comida, entiendo que volverán una y otra vez
Para evitar la repetición de las imágenes, se acostumbra a cambiar las ramas y otros elementos de la escena, de manera que la imagen siempre tenga un toque diferente. Lo que sucede es que, con el tiempo, los pájaros que se acercan son los mismos y obtienes imágenes muy similares pese a los cambios. Es el momento de buscar otro emplazamiento.
“ ”
¿Qué diferencia hay entre salir al monte a la búsqueda de aves o preparar los comederos y esperar agazapado su llegada?
El hide te da más control de la luz y del espacio a fotografiar. Tú eliges la escena y el momento. En cambio, si buscas aves por el monte, no sabes dónde aparecerán o donde se posarán, puede ser en una rama con poca luz o demasiado lejos. Es más impredecible.
¿De qué pájaros guarda un recuerdo más especial?
Una de las fotografías que recuerdo con más cariño es la de un picapinos negro que fotografié en Azpeitia. Teníamos un comedero al lado de una chabola y, de repente, se posó a solo cinco metros de donde estábamos. Estuve fotografiando también a un treparriscos durante seis años. Es un pájaro común en zonas de los Pirineos pero no en Azpeitia, que es donde lo solía ver. Lo reconocía porque le faltaba un dedo en una pata, pero el año pasado ya no lo vi.
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El pequeño martín pescador se posó en el flash que el fotógrafo azpeitiarra había instalado junto a su nido y le permitió obtener esta curiosa imagen
Supongo que no habrán faltado pájaros que le hayan sorprendido con su comportamiento
También tuve una experiencia curiosa con un martín pescador. Observé su nido durante varios días y comprobé que solía tarde una media hora en sus salida de pesca. Fui colocando distintas ramas en el lugar en el que se posaba al volver para dar de comer a sus crías. Siempre se paraba en ellas sin notar el cambio. Un día puse un flash junto a la rama para darle un toque de luz a la imagen pero, para mi sorpresa, se posó en el flash en lugar de posarse en la rama que le había puesto, y lo fotografié así.
¿Hay algún ave que no haya fotografiado y le gustaría fotografiar?
Tengo imágenes del picapinos grande y del mediano, pero me gustaría fotografiar al más pequeño de esta familia. No es fácil de localizar. Algunos fotógrafos lo han encontrado en la zona de Peñas de Aia, pero no revelan el lugar exacto, como hacen los buscadores de setas.
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Un pequeño reyezuelo listado, una de las muchas aves que el fotógrafo azpeitiarra ha captado con su cámara
Son 20 años ya fotografiando aves. Eso le convierte un testigo directo de la evolución y la incidencia que el cambio climático ha podido tener en el hábitat natural. ¿Ha detectado cambios?
Acostumbro a fotografiar en la zona de Ametzagaña, tras Garbera, en Donostia. Se trata de una zona en la que están documentadas más de 100 especies de aves. En la primavera de hace dos años llegué a fotografiar 24, pero el año pasado apenas tres o cuatro. No sé si estoy perdiendo facultades o hay menos aves. Algunas personas me han comentado que se ve menos movimiento. Son aves de paso y quizá ahora se detienen en otro bosque, no lo sé. De lo que me he percatado es que hay menos gorriones y golondrinas. Sin embargo, otras especies, como tordos y malvices han aumentado, y se ven en cualquier parte, aunque en este caso quizá sea porque ahora no se pueden cazar y antes sí.