Aimar Olaizola: "Sentía que le debía algo a mi pueblo y ahora le debo más"

Aimar Olaizola se muestra feliz por colgar el gerriko en el frontón de Goizueta, su localidad natal, y asegura emocionado que la de ayer fue la "despedida perfecta"

Después de jugar su último partido como pelotari profesional, recibir infinidad de regalos de manos de familiares, amigos y representantes de su empresa (Baiko) y de diferentes instituciones (Ayuntamiento de Goizueta, Federación Navarra de Pelota Vasca y LaCaixa) y emocionarse especialmente con el vídeo de repaso a su trayectoria vital y deportiva con el que concluyó el homenaje que le tributó su Goizueta natal en el frontón (la fiesta continuó después con una cena), a Aimar Olaizola le tocó hablar con los periodistas y reconoció una felicidad que ya se le adivinaba en el rostro. "Estoy muy contento porque al final ha sido todo muy bonito y he tenido un montón de sorpresas que no esperaba", dijo el ya exmanista profesional, que no tardó en explicar los motivos por los que eligió Goizueta, el lugar donde nació hace 42 años (los cumplió ayer mismo), como sede para colgar el gerriko: "Quería jugar aquí porque sentía que le debía algo al pueblo y ahora creo que le debo más que antes".

"Ha sido la despedida perfecta", aseguró con rotundidad un Aimar Olaizola al que la sonrisa no se le borraba del rostro. Y es que el ya exdelantero de Baiko fue capaz de reunir a todo un pueblo dentro de un coqueto frontón, el de la ikastola, porque en Goizueta también hay otro, que disfrutó con el último partido de un pelotari que abrochó una exitosa carrera profesional de 23 años y 15 txapelas (14 de Primera y una de Segunda) con su golpe preferido, el gancho de zurda: "Ni me he dado cuenta, pero es verdad que, si tengo que elegir mi mejor golpe, me quedo con ese".

Agradecido a todos los presentes por no perderse su despedida, también se deshizo en elogios hacia los organizadores del evento de ayer, sin olvidarse de ninguno (Ayuntamiento de Goizueta, Baiko, Umore Ona...), ni tampoco de sus familiares y amigos, aunque se acordó especialmente de uno, Josu Apezetxea, fallecido a finales del pasado mes de octubre a los 43 años de edad víctima de una letal enfermedad. "He vivido una tarde con momentos muy bonitos porque estaban todos mis amigos. Solo faltaba uno, que falleció hace menos de tres semanas y que era uno de la cuadrilla de siempre con el que tenía mucho feeling. Seguro que estaría muy contento si viera todo esto", señaló Aimar, que ahora quiere aprovechar para disfrutar de su familia y su otra pasión, la caza. Eso sí, siempre ligado a la pelota, que ha sido su vida.