Bizkaia

Ainhoa Arteta realiza un viaje a las raíces de la música vasca en el Teatro Arriaga

Ainhoa Arteta realiza un viaje a las raíces de la música vasca en el Teatro Arriaga

UN piano desnudo en el escenario hace guardia, a la espera de que algo pase. Mientras, el patio de butacas del Teatro Arriaga luce rebosante, a la espera, también, de que algo ocurra. Y algo sucedió, por supuesto. A escena salieron Ainhoa Arteta con un vaporoso vestido blanco roto, elegante, y el pianista Javier Carmena, de negro cerrado como la noche. Cayó entonces el primer aguacero de aplausos, antes, incluso, de que la música rompiese en mil añicos el respetuoso silencio de cristal que reinaba en el teatro.

Salgamos fuera media hora antes, aproximadamente. El cronista busca a quienes van a acudir al recital anunciado de Ainhoa, centrado en la música que ha conformado la trayectoria vital de la gran soprano tolosarra. “¿Pueden posar para una foto?”, le pregunta a Karmele Díaz Moreno. “Sí, con él. Y luego le preguntan quién es”, responde Karmele. Resultó ser el músico José Ramón Arteta, padre de Ainhoa, quien iba y venía, en apariencia con el cosquilleo propio de los nervios. Junto a ellos se encontraba Eider Herrero y poco después fueron llegando Marta Goya, Maite Amunariz, Garbiñe Tolosa, Arantza Menéndez y Maite Chotano, todas ellas dispuestas a saludar a José Ramón. Fue una de las escenas de la tarde.

No la única, por supuesto. Ya les dije que se rozó el lleno. En el programa de mano se anunciaba que el recital estaba dividido en dos: una primera parte que arrancó con las Cuatro canciones vascas de Félix Lavilla –arrancó con el ¡Ai Isabel, Isabel! para pasar por Anderegeya y Loa-loa hasta abrochar con el Aldapeko Mariya...–, siguió con la pieza Lontananzas, de Anton García Abril y se abrochó con las Chants des Pays Basques de Joseph Canteloube en las que Ainhoa cantó Chorietan buruzagi, Nik badut maiteñobat, Chori erresiñoula, Lurraren pian y Egun batean. Ya en la segunda parte, tras un receso de 20 minutos Ainhoa cantó cuatro canciones de Tomás Garbizu, Javier interpretó el Vals de Mirentxu de Jesús Guridi y la soprano subió al cielo con las Diez melodías vascas del mismo maestro. El teatro ardía en emociones.

Testigo de todo lo sucedido fueron, además de los citados y de las fuerzas vivas del teatro como José Ignacio Malaina, Andoni Olivares y Jon Rozadilla; el presidente de Slow Food en nuestro entorno, Mariano Gómez, Jorge Arrien, Matxalen Aguiló, Ana Traba, Ana Ortego, Ruth Bernardo, Itziar Ruiz, María Panadero, Iñaki Torrontegi, Gloria Pastor, Alex Fernandez, Ane Miren Muguruza, Andere Bilbao, Begoña Arias, Pilar Prado, David Pasarin-Gegunde, María José Fuente, Txantxi García, Begoña Martín, Mari Carmen Ocerín, María Encarnada, Ana Mari Cordeiro, Conchi de Prado, Sara Fernández, Eneko Bodero, Ángela Matabuena, Izaskun Barredo, María Jesús García, José María Izagirre, Blanca Orueta, Nagore Iriondo, Mikel Ballesteros y una nutrida concurrencia que se emocionó hasta las cartolas.

30/12/2022