A los 12 años logró alzarse con el Campeonato Infantil de España de patinaje artístico sobre hielo, disciplina deportiva a la que Ainhoa Galdeano, residente en Arrigorriaga, se aficionó desde muy pequeña “cuando iba a la pista de Nogaro, en Artxanda”, recuerda. El cierre de las instalaciones bilbainas en 1984, solo dos años después de esa gran victoria, frenó en seco su proyección en una disciplina deportiva que se quedó, a partir de ese momento, en una afición. Y es que, para poder continuar entrenando solo había dos opciones: Vitoria o Donosti.
Pero Ainhoa nunca llegó a abandonar su pasión y continuó patinando. De hecho, a partir de 2008, a través de la Federación Bizkaina Deportes de Invierno, su vínculo con esta modalidad deportiva minoritaria se reactivó formándose como monitora para salidas a patinar sobre hielo, de deporte escolar o de patinaje urbano y comenzó a impartir cursos en diferentes municipios y para distintos organismos. Además, también tomó parte en competiciones de velocidad.
Un año después, a raíz de su asistencia a un seminario de patinaje sobre hielo en Andorra, tuvo su primer contacto con la entrenadora en activo Elisabet Martín-Mora que estaba comenzando a introducir la modalidad de artístico en línea en el estado. Ese encuentro fue determinante en su futuro deportivo. En 2011 fue invitada a colaborar en la organización del primer Open Mundial de Patinaje Artístico en Línea que se celebró en Panticosa (Huesca), un certamen en el que “había patinadores de categoría master, de más de 30 años, que hacían saltos, piruetas, deslizamientos…”. Su ejemplo hizo que se convenciera de que “yo también podía hacerlo, se lo comenté a Elisabet y ahí fue donde me enganché”, recuerda.
Ainhoa tuvo que pasar cuatro test o exámenes para acreditar su nivel y poder participar en competiciones oficiales. Una vez superado este trámite, no tardó en demostrar con creces y triunfos sus cualidades. Entre 2012 y 2022, acudió a más de una veintena de citas internacionales y de esa etapa atesora con orgullo los 8 Campeonatos del Mundo de patinaje artístico en línea de su categoría, a los que hay que sumar dos subcampeonatos.
Retorno a su orígenes en el hielo
Ese contacto permanente de Ainhoa Galdeano con esta disciplina deportiva ha hecho posible su regreso a las pistas de hielo. Fue en 2023, de nuevo de la mano Elisabet Martín-Mora, en la modalidad solo danza y realizando tecnificaciones, cursos, seminarios… Y también lo ha hecho arropada por el Club Hielo Vizcaya, fundado en 1983, tan solo “un par de años antes del cierre de la inigualable pista de hielo de Nogaro”, apunta con nostalgia. No es de extrañar, porque este retorno no está exento de esfuerzo ante la falta de instalaciones en vizcaia. “Para entrenar me desplazo, una vez a la semana, a Donosti, ya que allí está el Club Anoeta Izotz Spin con un grupo de adultos y adultas que dirige Nerea Vázquez”, explica. “Está lejos y me supone tiempo y desembolso económico, pero me han acogido muy bien y estoy encantada”.
“ ”
Como era de esperar, Ainhoa no se ha conformado solo con entrenar. A sus 54 años, ha decidido volver a sentir la emoción y la adrenalina de la competición. “Supone una meta, un reto y una motivación para este esfuerzo. Es donde te mides ante otras patinadoras de tu nivel y donde pones en práctica los elementos y coreografías que preparas día a día”.
Así lo hizo el pasado 19 de enero en el certamen celebrado en en Vielha (Cataluña) donde la patinadora de Arrigorriaga participó en la categoría B+28. Su rival fue Elena González, de Valladolid, y la vizcaina se colgó la medalla de oro con una coreografía y música recuperada del patinaje artístico sobre ruedas en línea. “Es la última que tenía montada. No ha sido complicada su adaptación a los requisitos y características del hielo y la música tiene fuerza”.
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La patinadora de Arrigorriaga disfrutó en su regreso a la competición
Sin duda, fue todo un acierto, pero más que el resultado final, Ainhoa Galdeano se queda con “lo mucho que he disfrutado con este regreso a la competición y todo lo que implica”. Asegura que ha sido “una especie de retorno a la niñez, un reencuentro con ex-patinadores, ahora entrenadores con éxito. Un mezcla de alegría, emoción y tristeza al no tener palabras para explicarles por qué Bilbao no tiene pista de hielo”.
Y también, una manera de demostrar y hacer ver que en el patinaje, sea cual sea la modalidad, “no hay límites, es un deporte que se puede seguir disfrutando durante mucho tiempo ya que no es exigente al cien por cien”. Su experiencia personal lo acredita. “Todo el mundo lo puede practicar y hasta participar en competiciones a su medida con constancia y entrenamiento”. Ella lo va a seguir haciendo y ya está pendiente y atenta a “futuras competiciones a las que pueda apuntarme y asistir”.