La irrupción de la pandemia alteró la normal evolución del día a día en todos los sectores. Uno de los más afectados y con mayor proyección a nivel internacional fue el del turismo, sector clave y con gran peso en Donostia.
Bajo el título Efecto Airbnb tras la pandemia. El caso de Donostia a examen, Haritik Hirira evalúa la situación actual de la plataforma de alquiler de pisos turísticos, constatando que “la actividad parece recuperarse y, aunque todavía es pronto, ya se puede intuir cuál será el rumbo”.
Y, ¿cuál será? Siendo el del turismo uno de los sectores más perjudicados por la pandemia, “también parece ser uno de los principales beneficiados de la reactivación económica posterior”.
Tanto es así que, teniendo en cuenta que “el crecimiento de la oferta a lo largo del año 2022 no tiene precedentes,” aunque esta “no ha alcanzado sus máximos históricos, es más que probable que lo haga pronto si mantiene la misma tendencia”.
En dicho estudio se constata que “la reactivación va acompañada de un cambio paulatino en las características del mercado”, ya que se evidencia un cada vez mayor peso de “empresas y usuarios profesionales”.
¿Qué razones explican esta realidad? Son varias, pero Haritik Hirira destaca, entre otras, el alto “precio medio” de la estancia en Donostia en viviendas turísticas que, habiendo alcanzado “máximos históricos”, se encuentra en la actualidad “por encima de ciudades como París, Nueva York o Barcelona”.
Esta crecimiento y esta subida de precios, subraya Haritik Hirira, tiene consecuencias directas y muy negativas en la ciudad y sus habitantes, dado que “la aparición de empresas con grandes recursos económicos puede aumentar el riesgo de que la vivienda familiar pueda pasar a tener uso turístico”, incrementando las prácticas especulativas y generando, en consecuencia, “un desplazamiento” de la ciudadanía que se ve obligada a “abandonar” los barrios en los que han vivido.
Siguen las diferencias
Según concluye este estudio, “la oferta de Airbnb” no se extiende por la ciudad de la misma manera, ya que sigue “aumentando la enorme presión turística en los barrios centrales”.
Las consecuencias de este hecho se dejan notar, apuntan, en distintos aspectos del día a día de la ciudad, más allá de las afecciones sobre el mercado residencial. “Sin un cambio estructural, cada vez será más difícil garantizar la supervivencia de los vínculos culturales, comerciales, lingüísticos e identitarios que se han ido sembrando durante décadas”, abundan desde el equipo artífice de la evaluación.
De ahí que concluyan que para “minimizar los daños y frenar el proceso de turistificación” resulta imprescindible “actualizar y concretar la legislación sobre la actividad a la realidad postpandemia”.
El Ayuntamiento de Donostia ya está trabajando en esta línea mediante la modificación del Plan General, que posibilitará regular de forma más efectiva este tipo de actividades.
Una mirada a los datos
En la actualidad Airbnb oferta en Euskadi 6.708 viviendas de las que, según datos de 2022, 1.659 se encuentran en Donostia. Si se comparan estas cifras con las del conjunto de Euskal Herria, según ha constatado Haritik Hirira, a Donostia solo le superan Biarritz, con 3.074 viviendas, y Angelu, con 1.859. Bilbao se situaría por detrás, 1.378; Baiona dispondría de 1.210 pisos de Airbnb, y Gasteiz se ubicaría mucho más lejos, con 278.
Los primeros datos disponibles corresponden a los años 2017 y 2018, cuando se contabilizaron 1.800 anuncios en la ciudad, el máximo constatado hasta la fecha.
En 2018 el Ayuntamiento dio luz verde a una Ordenanza Reguladora de las Viviendas Turísticas que contribuyó a que un año después este número descendiera hasta las 1.437 viviendas ofertadas.
Llegó la pandemia y el freno en oferta y demanda y, así, en diciembre de 2020 eran 1.311 las referencias disponibles.
Y tras el adiós a la pandemia le tocó el turno a una recuperación que se está materializando a un ritmo casi vertiginoso. Menos de un año después, en septiembre de 2021, las referencias llegaron a 1.431, pese a que todavía estaban vigentes una serie de limitaciones y el flujo de visitantes se situaba muy lejos de los máximos.
En 2022, de la mano de la reactivación de la actividad turística, la oferta de Airbnb se vio incrementada en un 15,93%, llegando a los 1.659 anuncios.
“Aunque no se han alcanzado los máximos históricos, el número de anuncios ya supera el del último año prepandemia, 2019”, destacan desde Haritik Hirira.
Si la lupa se acerca a los barrios, se evidencian diferencias más que notables. Del total de viviendas contabilizadas, el 47% se ubican en el Centro (778 ) y un el 17,78% en Gros (295 anuncios).
Pese a que el desequilibrio es grande, la oferta de Airbnb ha aumentado en todos los barrios excepción hecha de Añorga, Miramon-Zorroaga y Zubieta.
Esta presión, destaca Haritik Hirira, ha favorecido que el precio del alquiler de las viviendas no turísticas haya aumentado un 23,26% entre 2017 y 2022.
También la subida de los precios en los pisos de Airbnb ha sido destacable, según un estudio de Montera34, y se sitúa en un 60,72% para el mismo periodo de tiempo, tomando en cuenta el alquiler de viviendas completas, habitaciones compartidas y habitaciones privadas.
También hay una clara diferencia de precios por barrios y, curiosamente, los más caros en la modalidad de alquiler vacacional son los que menor oferta aglutinan: Miramon-Zorroaga (289,31 euros) e Igeldo (256,04 euros), seguidos del Centro (223,63 euros) y El Antiguo (216,73 euros). Los precios más bajos se hallan en Intxaurrondo, Altza y Loiola. Los precios en el barrio más caro triplican los del más barato