El Getafe, rival del Alavés el sábado en el Mendizorroza y clasificado para la segunda ronda de la Copa, vuelve a tener pulso tras un inicio de curso de pesadilla. Sin triunfos en las once primeras jornadas de liga, los azulones tuvieron que esperar hasta la duodécima cita del campeonato de la regularidad para poder estrenar su casillero de victorias a costa del Espanyol, derrotado por un ajustado 2-1 en un intenso choque que supuso un antes y un después para el conjunto madrileño.
Para entonces, el presidente Ángel Torres había tomado ya una drástica decisión, pues la apuesta por Míchel González como reemplazo de José Bordalás en el banquillo saltó por los aires al término de la octava jornada. Un solo punto de veinticuatro posibles sumaba el Getafe cuando, después de arañar curiosamente el citado punto como local ante la Real Sociedad, el técnico madrileño fue destituido.
Finalizó así, entre tinieblas, la segunda etapa de Míchel al frente de un equipo al que había dirigido entre 2009 y 2011 y con el que, en un aciago regreso, cosechó siete derrotas consecutivas y un insuficiente empate antes de ser cesado y dejar su cargo en manos de Quique Sánchez Flores, el elegido para relanzar a una plantilla que jugó los octavos de final de la Europa League en la temporada 2019-20 y que la pasada campaña finalizó LaLiga en decimoquinta posición. Nada que ver con el sombrío escenario del presente ejercicio.
Hundidos en la tabla con un estilo irreconocible y con una intensidad del todo alejada de la exhibida desde el regreso a Primera División en 2017, el cambio de rumbo en el banquillo se hizo efectivo el pasado 6 de octubre con el Getafe como colista de la categoría a cinco puntos de los puestos de permanencia.
En medio de tan delicada situación arrancó la tercera etapa de Sánchez Flores al frente de un equipo al que lideró desde la banda tras el histórico ascenso azulón en 2004 para, una década más tarde, volver al club durante un corto periodo de dos meses. Seis años después y con un reto de gran magnitud a la vista, el preparador madrileño volvió a sentarse en el banquillo de un Getafe que, en su reestreno, cosechó un empate sin goles contra el Levante a domicilio. Nueve días después, sin poder levantar aún el vuelo, el Celta profundizó en la herida abierta que presentaban los madrileños al imponerse por un incontestable 0-3 que dio paso a un empate en Granada (1-1) y al balsámico triunfo frente al Espanyol, el cual sirvió para cambiar una dinámica que se ha tornado positiva en las últimas semanas.
LÍNEA ASCENDENTE A pesar de ceder por la mínima ante el Villarreal, el Getafe volvió a ofrecer una buena imagen en su visita al submarino amarillo y suma cinco puntos en las tres últimas jornadas tras golear al Cádiz (4-0), firmar las tablas lejos del Coliseum con el Mallorca (0-0) y repetir ese resultado frente al Athletic el pasado lunes. En pleno proceso de despegue y con futbolistas como Mauro Arambarri, Sandro Ramírez y Enes Ünal recuperados para la causa, así las cosas, asoma un rival alavesista que ha alcanzado la solidez y el equilibrio como bloque al abrigo de un 1-5-3-2 que ha espoleado a los azulones.
De vuelta a sus orígenes, el cuadro madrileño visita por tanto en línea ascendente a los pupilos de Javi Calleja, en busca de un triunfo que devuelva al Deportivo Alavés a la buena dinámica. Algo que no pudieron conseguir los babazorros en su visita del pasado viernes al Nuevo Los Cármenes, donde, pese a la multitud de ocasiones que se tuvieron a favor, la derrota albiazul volvió a ser protagonista en el electrónico.
Míchel cosechó siete derrotas y un empate antes de ser reemplazado por un técnico que vive su tercera etapa en el sur de Madrid