Una pelota que agarra en el txoko y un dos paredes. Aitor Elordi levanta los brazos. Es el 22. Con autoridad. De debutante, de pelotari sin cartel de estelarista fijo, a campeón. Todo en media campaña, aunque no sería justo acotar su crecimiento a los últimos seis meses, porque por detrás hay mucho trabajo. De manista de cocción lenta, de siete años de episodios de sufrimiento, dolor y tajo, a posar delante de las cámaras con la txapela del Campeonato de Parejas sobre la cabeza. Como hizo este domingo en el Navarra Arena junto a Zabaleta. Lo imposible se vuelve posible. Ya fue tercero en el Cuatro y Medio. Hace un año ni siquiera él pensaba en que viviría el momento. Elordi cambia el signo de la suerte y enseña el camino a los que vienen detrás. Los anhelos, a veces, se cumplen. El sueño americano. El ascensor social de la pelota. El trabajo os hará libres. Héroe de la clase obrera. Una historia digna de un biopic. O de un cuento de los Hermanos Grimm. El talento, el don y la constancia coronan al vizcaino y colocan su nombre en los libros de historia. Valió la pena todo lo pasado, desde luego.
Aitor disipó los fantasmas del Labrit que parecían dar una pátina de duda a su sobresaliente despliegue. No se le encogió el brazo en el repleto Navarra Arena ni mucho menos. El mallabitarra cogió el toro por los cuernos y bien armado por un José Javier Zabaleta que sigue derribando fronteras alza su primer cetro en Primera. Ha llegado para quedarse. Protagoniza el cuento de la Cenicienta. Nació para reinar, solo necesitaba tiempo. Bienvenido al Olimpo. Jugó inteligente y práctico. Al final, los mejores del Parejas hacen justicia y se llevan el trofeo. No hay más. El vizcaino fue el hombre del encuentro en una final que no tuvo excesivo brillo.
Su compañero, entretanto, alcanza su cuarta txapela del Parejas con cuatro delanteros distintos. Las anteriores fueron en 2013, con Martínez de Irujo; 2018, con Joseba Ezkurdia y 2021, con Danel Elezkano. Empata en el listado histórico de la competición con Iñaxio Errandonea, Titín III y Fernando Goñi. Palabras mayores.
Elordi comenzó entonado, alegre. Pidió focos, protagonismo. Lo sabía: tenía que dominar la pelota e iniciar con las ideas claras. Su primera caza fue una dejada al txoko. Los espectros se volatilizaron. Descarado. Corajudo. Zabaleta, poderoso con una diestra de quilates, puso cemento a su propuesta de tal modo que el Navarra Arena se convirtió en un potro de tortura para el siempre voluntarioso Laso. En el primer tanto, el de Bizkarreta-Gerendiain anduvo golpeando de aire desde el cuatro y el cinco. Mal negocio. Fue una constante. Lejos de su órbita de actuación, honesto y currela hasta la médula, naufragó. El material de los de Aspe se atragantó a sus rivales. Era una pelota difícil de mover y que daba tiempo al pegador de Etxarren. Otro mal síntoma para los representantes de Baiko Pilota.
Un buen derechazo de Zabaleta amplió la renta. Unai erró un gancho, arriesgando, para el 0-3. Un dos paredes de Elordi –en una cancha cuya pared izquierda escupe bastante– y una parada al txoko pusieron el 0-5. El vizcaino, lobo con piel de cordero, afrontó el inicio con una lectura perfecta.
Reacción colorada
El único respiro de los de Baiko fue un dos paredes de Laso en el que expusieron su dominio sobre la cancha. Aitor defendió tres remates del campeón del Manomanista que eran de tanto. Declaración de intenciones. Bien en defensa, bien en ataque. Unai falló un pelotazo arriba y se acabó la paz. Pero el errotarra es especial: cruzó un remate desde el cuatro y medio para buscar oxígeno. Cambiaron de material: el de los colorados era más rápido, que resbala, para incomodar a los azules. Surtió efecto. Se acercaron 4-6.
Un tanto de 66 pelotazos, jugado de forma extraordinaria por Elordi, enorme en la elaboración y en la búsqueda de las distancias, reformuló el envite. El mallabitarra, extraordinario, con pellejo de veterano, asumió el mando. Irreverente. Aitor sin miedo. Un derechazo a la zaga resolvió: 4-7. Siguió entonado con un gran gancho desde el centro de mandos.
Una genialidad de Laso rompió el dominio. Los de Baiko funcionaron por fogonazos. El errotarra clavó una dejada con el sotamano que dejó de piedra a los rivales y al público (5-8). Respondió Imaz con una dejada al txoko tras agarrar un remate de Elordi. Los de Baiko son toros, gladiadores. Su material puso en dificultades a Zabaleta y el delantero finiquitó un gancho inapelable (7-8). La igualada en el octavo cartón fue un saque de Unai, que tenía las ideas claras: eliminar a su homólogo y buscar el movimiento de José Javier. Laso falló un gancho y volvió el saque a los azules.
9-12 al primer descanso
Elordi, el hombre del partido hasta el momento, siguió con su buen trabajo con un remate con velocidad y peso más que dirección. Llevaba por entonces seis tantos hechos y ni un solo error. Buena cosecha. El 9-10 fue un dos paredes seco de Laso. Los fogonazos mantuvieron con vida a los de Baiko. Un derechazo de Zabaleta al nueve –a 102 kilómetros por hora– descompuso a Imaz. A pesar de no estar al nivel rutilante de otros envites, el pelotazo del de Sakana es una tortura para los rivales. Al primer descanso largo se llegó con un fallo del errotarra con la diestra, buscando bajar el cuero desde lejos (9-12).
A la vuelta, Laso, genio y figura, buscó una parada y se le fue a la chapa. Finalizó con ocho fallos en un perpetuo trabajo de dinamitero. Elordi cometió su primer fallo en el 10-13. Fue un gancho que se le marchó al cochón. A Unai, con poca pelota, peleando a la contra, se le cayó una parada, pero respondió con un machete al rincón. Forzado, arrinconado, una bestia enjaulada, el campeón del Manomanista intentó revolverse sin opciones: falló dos pelotazos que acercaron a los de Aspe a la txapela (11-16).
El segundo error de Elordi fue el 12-16. En el 12-17, un fallo de Imaz desde la contracancha, Laso tuvo un resbalón y se marchó al vestuario. Se golpeó la cadera derecha y hubo preocupación, pero no consecuencias. Zabaleta disfrutó en el 12-18 con un pelotazo soberbio. Alzó los brazos. Se dijo: “Ya era hora”. Y se destapó. El pegador se sacó otro derechazo terrible.
El epílogo azul
Al vizcaino se le cayó un dos paredes a la chapa. Respiro para los colorados. Laso buscó el saque al ancho para cambiar el pie a Zabaleta, mas Elordi manejó el juego: dejó dos pelotas francas para que José Javier rompiera el frontis. Dos remates de Aitor, el último un dos paredes para sacarse el sombrero, zanjaron la final. La txapela viaja a Mallabia y Etxarren.
Elordi revive los cuentos de hadas y olvida las pesadillas. Está arriba. Está en el firmamento. A lomos de Zabaleta llegó lejos y este domingo, con el timón en las manos, se abrazó a la eternidad. La pelota siempre paga sus deudas. Ongi etorri, Aitor.