Hay una tradición sanferminera que cada año cambia de día para coincidir con domingo. Se trata del alarde de txistularis, un concierto interdisciplinar en el que la música, el canto, la danza y, a veces, la actuación, se dan la mano con el txistu como protagonista principal. En un primer momento se celebraba en el parque de la Taconera, de ahí pasó a la plaza San José y, finalmente, se desplazó al paseo Sarasate, donde hoy mismo se celebrará a las 12 del mediodía. Su director, Aitor Urkiza, es una de las caras más conocidas en el mundo de este instrumento, tan navarro como las cadenas.
Frente al Parlamento de Navarra se darán cita alrededor de 50 txistularis, una decena de instrumentistas, 8 dantzaris y una treintena de coristas de Atarrabia Abesbatza, explica Urkiza. “Anteriormente, en una época en la que las fotos eran en blanco y negro, se hacían alardes de más de 100 músicos, pero era un formato mucho menos elaborado, en el que sólo se interpretaban piezas clásicas, las que todos conocemos”, cuenta.
Sin embargo, aquello quedó atrás y hoy en día es un lugar donde lo nuevo y lo de siempre se mezclan. Todos los años se componen piezas musicales exclusivamente para esta cita, para lo que requiere una planificación exhaustiva que comienza en septiembre, y para diciembre ya han contactado con los compositores. En los últimos años, además, cuentan con artistas invitados de cualquier género musical, con lo que pretenden demostrar que “el txistu se puede adaptar a todo”. Aún así, no faltan canciones del cancionero popular, como Txoria txori, que el público entona con entusiasmo.
Lo nuevo y lo de siempre
Precisamente, Aitor Urkiza es un experto en juntar ambos ingredientes. Forma parte de Suakai, del colectivo Garaikideak de compositores de música contemporánea, del dúo Harribitxi, que interpretará alguno de sus temas en el alarde de hoy, y del espectáculo Zubi, de Lauarin dantza taldea.
Según su parecer, la fuerza del txistu radica en la capacidad que ha tenido de seguir creando, “a diferencia de otras flautas de una mano, que las hay en todo el mundo, que han quedado relegadas”. La clave es seguir creando cosas nuevas, sin olvidar lo tradicional: “La tradición debe evolucionar de la mano con la sociedad y no quedarse estancada. De lo contrario estará muerta”.
Sin embargo, considera que la cultura debe recuperar las calles durante las fiestas de San Fermín, después de haber sido, en parte, relegada por la evolución de la fiesta en los últimos años y décadas. “Muchas veces nos dicen que no se nos escucha bien cuando hacemos pasacalles con el txistu, pero es verdad que la música de los bares está muy alta”, lamenta. Por eso, pone como ejemplo otros lugares, donde la cultura tiene más presencia y “es más respetada”: “En fiestas de Baiona se tiene mucho respeto por la música en directo en la calle. Cuando una kalejira pasa los bares quitan la música”
Relevo garantizado
“El txistu goza de muy buena salud en Navarra”, celebra Urkiza, y señal de ello es el alarde txiki, que “surgió hace unos 5 años”. En él tocan alrededor de 60 txistularis de entre 9 y 20 años, alumnos de escuelas de música distribuidas por toda la geografía de la Comunidad Foral, y también está dirigido por Urkiza.
Precisamente, la participación de los más jóvenes en los actos festivos es fundamental para fomentar el instrumento y crear afición. Por eso se intenta que los txistularis más jóvenes participen en las distintas actuaciones que requieren del txistu en Sanfermines. Y no son pocas. Entre otras, participan en el chupinazo, procesión, dantzas, gigantes, bailables, alarde, kalejiras y en el acto conocido como el Estruendo de Iruña. “En estos espacios se conoce mucha gente y se hace piña, otro factor clave para garantizar que a las nuevas generaciones les guste el txistu y salgan a la calle con él”.
Urkiza no sólo toca el txistu. También lo enseña. Es profesor en el Conservatorio Profesional de Música de Navarra, y también en la Escuela de Música de Mutilva, y día a día continúa inculcando el txistu a sus alumnos. Sus alumnos destacan de él su gran labor por la conservación de este instrumento en Navarra, un instrumento que, según el propio Urkiza, “es fundamental para entender las tradiciones y la cultura, también las fiestas y el baile” en la Comunidad Foral.