El póster, la foto de familia del UAE, concentra un buen puñado de estrellas. Orla de pan de oro que posa en Niza como el mejor equipo. En la capital de la Costa Azul, la estructura emiratí concentró un plantel fortísimo, con numerosas variantes. La contrarreloj por escuadras de Auxerre subrayó esa idea.
Fijaron a cuatro de sus hombres en la cúspide de la carrera francesa. McNulty, Almeida, Vine y Fisher-Black. Inmenso su fondo de armario, tenía dónde elegir el UAE para el ajedrez que esperaba en las siguiente jornadas de una carrera siempre nerviosa en su resolución.
El gran número de alternativas, probablemente, confundió a la formación emiratí, que presenció el alzamiento de Matteo Jorgenson para arrebatarle la carrera a McNulty en las dos últimas etapas, cuando la montaña exigió al límite.
El UAE, que encabezaba el ranking de triunfos en el curso, –sumaba 13 con 8 ciclistas distintos, superado ahora por los 15 del Visma, exultante con su histórico doblete en la Tirreno-Adriático y en la ronda francesa– se extravió en la gestión de la Carrera del Sol.
Cuanto más alternativas y opciones, el cerebro tiende a dispersarse en los cálculos y el margen de error se amplia. Dio la impresión de que el UAE erró en la gestión de la carrera. Así al menos lo entiende David Etxebarria, director del Eulen-Nuuk, y certero analista.
“Teniendo a McNulty, Almeida y Vine tendrían que haber actuado de una manera distinta para poder ganar la París-Niza”, destaca Etxebarria, convencido de que lo sucedido en la carrera francesa debe servir para iluminar a la escuadra de cara al Tour, el gran objetivo del equipo después de que en las dos últimas campañas Vingegaard desplazara del trono a Pogacar.
Todo gira alrededor del Sol de julio. Un efecto tractor aún más pronunciado en las escuadras preponderantes que disponen de grandes presupuestos y varias luminarias.
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“Todo esto que les está pasando ahora, les puede venir bien de cara al Tour siempre que sepan analizarlo y gestionarlo bien. Creo que deberían ir aprendiendo que al final te la tienes que jugar a una carta y que los demás corredores que están un peldaño por detrás del líder tienen que hacer otro tipo de movimientos para dominar la carrera”, señala el exciclista, dos veces vencedor de etapa del Tour.
Un líder claro
Sucede que en la escuadra emiratí, indiscutible Pogacar, son varios los que opositan a su reinado si el esloveno no ofrece su mejor versión. Reproducir el modelo de la París-Niza sería, según el director del Eulen-Nuuk, un error.
Se impone el lema mosquetero: “Uno para todos y todos para uno". El mismo que tradicionalmente ha vertebrado el ciclismo. Un líder y gregarios a su servicio. Disponer de numerosas jefaturas y gobiernos de cohabitación no suele funcionar.
La jerarquía debe ser clara. La París-Niza evidenció que lo que puede ser una fortaleza sobre el papel, disponer de varias alternativas a la victoria, es posible que provoque el efecto contrario si no se da con la llave en la estrategia.
“Si tienes tantas variables dentro del equipo tienes que tener claro cuál es el corredor que tienes que dejar para el final y no han acertado en la estrategia. Con un equipo así hubiera arriesgado un poco más y movido las piezas”.
El riesgo implicaba, según Etxebarria, mover los alfiles con determinación, desde más lejos, para imponer la superioridad que lucía en el cuaderno de bitácora de la carrera francesa, sobre todo después de la crono por equipos.
“Almeida es un ciclista resistente, de aliento largo, alguien que sabe sufrir y agarrarse a la carrera, pero tendrían que haber intentado moverle desde lejos y reservar a McNulty muy para el final”, considera el técnico.
Moverse desde lejos
“Lo que ha pasado es que ellos esperaban ser mayoría en el último puerto y poder moverse ahí, pero es complicado que eso ocurra. Hay que arriesgarse más”, expone Etxebarria, que entiende que el UAE debería haber metido más actores en el juego de la victoria.
“Por ejemplo, la pieza de Vine es muy interesante si se mueve bien. Respecto a Vine tengo dudas de que sepa moverse en el pelotón porque viene del rodillo y se ve que le cuesta. Le falta táctica, técnica y es complicado”. Reservado McNulty, Almeida, capaz de reivindicar su estatus para el Tour, era la otra gran baza.
“Desde mi punto de vista a Almeida hay que convencerle para que arriesgue más. Es cierto que hasta ahora, con su forma de correr, le ha ido bien, pero creo que el mánager, porque ese es su trabajo y no tanto el del director, debe convencerle para ser más atrevido y plasmar la superioridad del equipo y al mismo tiempo impulsar a McNulty con el movimiento. Era lo que pedía la carrera”, apunta el director vizcaino.
Aprender de la experiencia
Nada de eso ocurrió en la París-Niza, un banco de pruebas que puede servir para repensar el modelo de cara al Tour, más si cabe cuando Almeida y Ayuso pretenden reivindicarse. Antes espera la Itzulia, que podría mejorar el modelo, perfeccionarlo.
“Veremos qué pasa en la Itzulia, en la que van a estar todos los gallos de otros equipos (Vingegaard y Roglic, por ejemplo) y ellos van a ir con un equipo con muchos gallos. Veremos si arriesgan un poco más. La Itzulia será un buen momento para evaluar lo sucedido en la París-Niza”, cierra Etxebarria.