De nada valen los merecimientos en el deporte profesional, donde todo se mide a partir del rasero del triunfo o la derrota. Así de cruel, ya que no siempre acabar hincando la rodilla debe ser sinónimo de fracaso, ni mucho menos. El amargo sabor de caer en acto de servicio es muy difícil de borrar, pero hay tropiezos que merecen honor y reconocimiento para el que ha luchado hasta el último suspiro, con sus aciertos y sus errores, pero vaciándose hasta el final y no renunciando en ningún momento al improbable desafío a la tiranía de la lógica.
En un notable partido, de los que gusta saborear, el Surne Bilbao Basket se quedó al final sin el éxito que probablemente sus méritos podrían haber merecido ante el gigantesco Real Madrid (80-85), pero el Bilbao Arena, de nuevo con sus 10.000 incondicionales haciendo arder las gradas del infierno, despidió a los suyos con una gran ovación que reconoció la honestidad de su esfuerzo, el pundonor sin reservas, factores que no estuvieron lejos de protagonizar otra campanada, otra noche de gloria ante el líder de la Liga Endesa y el colíder de la Euroliga. Poca broma.
Cayeron los hombres de negro porque pese a lo muchísimo bueno que hicieron liderados por el extraordinario Ludde Hakanson (29 puntos, su récord anotador en la Liga Endesa) y el punzante Adam Smith (19 con cinco triples) no fueron capaces de protagonizar ese partido perfecto que la teoría reza que hace falta para tumbar a un gigante como el blanco. Su inferioridad en el rebote ofensivo fue una tortura desde el amanecer del duelo hasta la bajada de telón. Las 18 capturas en aro rival proporcionaron a los de Chus Mateo la friolera de 24 puntos por solo 6 para los de Jaume Ponsarnau, demasiada diferencia en un encuentro de resolución taquicárdica. Además, con el marcador apretado en todo momento, las siete pérdidas de los anfitriones en el último cuarto pesaron también demasiado.
Y pese a todo, el conjunto vizcaino estuvo vivo hasta el final, resistente como el junco que se dobla pero no se rompe hasta que tras el empate a 77 puntos a 2:40 del final aparecieron dos pesadillas. Primero, Walter Tavares, desequilibrante de principio a fin (15 puntos, 12 rebotes) para anotar tras rebote ofensivo. Después, Gabriel Deck, autor de un triple decisivo cuando durante todo el último acto había desatascado a los suyos con su supremacía al poste. Entre los dos, más un Sergio Llull que no se sentó en los once minutos finales de la contienda para anotar en ellos diez puntos, acabaron desequilibrando la balanza.
Resistencia
Desde el mismo salto inicial, el factor de total desequilibrio que encarna Tavares se dejó sentir en ambos aros. Su supremacía en el rebote ofensivo, con cuatro capturas en los primeros cinco minutos, hizo mucho daño a la retaguardia de los hombres de negro, al tiempo que su sola presencia dificultó muchísimo su ataque. Sin embargo, Hakanson no tardó en activarse y sus nueve puntos impulsaron al Surne Bilbao Basket a su primera ventaja (14-13, a 2:44 de la conclusión del acto inaugural), pero los de Mateo ni se inmutaron y cerraron los diez primeros minutos por delante.
Tras el parcial de 2-16 que colocó un peligrosísimo 16-29, Michale Kyser lideró la resistencia bilbaina y cuando Hakanson regresó a la acción con ocho puntos el cambio de mando en el luminoso se convirtió en realidad a 2:18 del descanso: 37-36. La compostura de los hombres de negro en esos compases de partido fue magnífica, con una notable actividad en defensa y un gran reparto de balón a la hora de buscar el aro madridista. Un palmeo sobre la bocina de Sulejmanovic hizo que el duelo llegara a su ecuador con igualada en el marcador (42-42) y con demasiado protagonismo arbitral por su diferente criterio en lo referente al uso de manos en cada aro.
Igualdad
Al Surne Bilbao Basket le costó activarse en la reanudación del duelo. El Real Madrid, con Tavares de nuevo en pista, endureció su defensa y en cinco minutos los anfitriones solo fueron capaces de sumar otros tantos puntos. Los de Mateo se estiraron hasta el 47-54, pero los hombres de negro volvieron a hacer gala de su espíritu rebelde para enlazar un 11-2 con Smith como punta de lanza y ponerse de nuevo por delante, 58-56 a 1:09 de la conclusión del tercer cuarto, antes de que una mandarina lateral made in Llull colocara el 58-59 a diez minutos del final.
Pese a que el balear ganaba protagonismo, el conjunto vizcaino volvió a colocar la situación a su favor con Hakanson en estado de combustión y la colaboración de Kyser. Con el 69-66, Mateo activó la opción de Deck al poste, mientras que el Bilbao Basket respondió a triplazo limpio por parte de Smith. Así se llegó al 77 iguales. Tavares y Deck dieron aire a los suyos y un par de balones perdidos frenaron a los de Ponsarnau, con Llull resolviendo desde el tiro libre.