Alcanzar el Tour sano y salvo es uno de los propósitos incuestionables. Para tratar de ganar, primero hay que estar en la salida de Bilbao. Por eso, cuando Kruijswijk, uno de lo hombres designados como sherpa de Vingegaard para repetir título en los Campos Elíseos, se fue al suelo, un escalofrío recorrió el corpus de su equipo. El neerlandés tuvo que abandonar el Dauphiné. Con rotura de clavícula y fractura de pelvis, se pierde la Grande Boucle.
Julian Alaphilippe fue líder de la carrera francesa durante 14 días. Eran otros tiempos. Egan Bernal conquistó aquel Tour de 2019. Después se puso el mundo por montera. Logró dos Mundiales. Alaphilippe era una de las grandes luminarias del pelotón. Una fea caída en la Lieja-Bastoña-Lieja del pasado curso dejaron al francés fuera de foco.
El patrón de su equipo, Patrick Lefevere, cargó contra él porque no obtenía los resultados previsto. Lefevere entiende el ciclismo como un agente de bolsa. Invertir dinero para ganarlo. La alta ficha de Alaphilippe, sombreado además por el brutal impacto generado por Evenepoel, situaron al galo en un situación incómoda. La presión del patrón ahogaba al francés.
Por eso, cuando derrotó en el esprint a Carapaz, Natnael Tesfatsion y Laporte, que sigue siendo el líder, en una llegada que picaba las piernas, Alaphilippe gesticuló, al fin liberado. Pidió calma. En ese ademán, se reivindicó Alaphilippe, exultante tras la victoria, liberadora. Necesitaba vencer. No siempre lo urgente es lo importante, pero para el francés ambos conceptos crepitaban en su interior.
Victoria necesaria
Necesita vencer Alaphilippe, también su equipo, que no brilló en las clásicas, su territorio natural, y se estrelló en el Giro, a la intemperie cuando Evenepoel tuvo que abandonar la carrera por culpa del covid. El Dauphiné se protege del virus con mascarillas y distancia de seguridad.
En la segunda jornada, una parte de la fuga pereció entre los bosques, exuberante el verdor. Peters, Piccolo y Gregaard se dejaron atar. Elissonde y Campenaerts preferían seguir disfrutando de la libertad. Hacia la Côte des Guêtes el pelotón peleó por la posición. Poco espacio y muchedumbre. Embudo y velocidad.
Los camaradas de Vingegaard se apresuraron para encolumnar el pelotón en las vías estrechas, carreteras secundarias y sinuosas, sin pinturas ni señalización que exigen prestar atención. No hay paz en el Dauphiné, el tablón de anuncios del Tour. Campenaerts, que ostentó el récord de la hora, y Elissonde, un escalador liviano, un colibrí se entendieron. Compartían plano y derrota en la Côte des Guêtes.
Carapaz agita a Alaphilippe
Vingegaard giró la cabeza a izquierda y derecha para controlar quién estaba y quién no. Como no vio ninguna amenaza se arrulló. Brillaba el sol, que colaba sus brazos largos entre la foresta y alumbraba la carretera, menos peligrosa que la víspera.
No hubo lugar para una apuesta como la Herregodts. Vingegaard, de gregario, desenredó la llegada en La Chaise-Dieu para Laporte. La maniobra, ganadora el día anterior, no sirvió para otro festejo.
Carapaz, siempre picante e inquieto, se agitó. Alaphilippe comprendió de inmediato que la del ecuatoriano era la estela a seguir. El movimiento sorprendió a Laporte, sin capacidad de respuesta. Alaphilippe, poderoso, etéreo, superó a Carapaz. Pidió calma y celebró una conquista íntima, la del reencuentro consigo mismo. Un acto reivindicativo.
Critérium du Dauphiné
Segunda etapa
1. Julian Alaphilippe (Soudal) 3h54:53
2. Richard Carapaz (Education First) m.t.
3. Natnael Tesfatsion (Trek) m.t.
General
1. Christophe Laporte (Jumbo) 7h38:13
2.Julian Alaphilippe (Soudal) m.t.
3. Richard Carapaz (Education First) a 4