En un momento en que la necesidad de salvar la investidura aprieta a los socialistas, el Gobierno español de Pedro Sánchez ha dejado en la estacada al euskera y el gallego en la pelea por la oficialidad en la Unión Europea y, ante las resistencias de algunos estados miembro, ha planteado empezar solo por el catalán. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha justificado este delicado planteamiento en que el catalán lo hablan diez millones de personas y en que Catalunya es la que más insiste. Pero esta afirmación la contradicen no solo los precedentes (el Gobierno vasco ha recordado este martes que ya en 2004, hace casi 20 años, pidió esa oficialidad), sino también dos cartas que envió la semana pasada el Ejecutivo de Urkullu al Gobierno español para pedirle un grupo de trabajo. Una de las cartas, para más señas, tuvo como destinatario al propio Albares.
Según ha podido saber este periódico, la semana pasada el Gobierno de Urkullu se dirigió por carta al propio Albares y a la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, para proponerles un grupo de trabajo. Este dato desmiente una actitud de pasividad o desinterés por la parte vasca. La consejera de Autogobierno, Olatz Garamendi, y la secretaria de Acción Exterior, Marian Elorza, se dirigieron a Rodríguez y Albares para trasladar su “pleno apoyo” al debate sobre la oficialidad, según el contenido de la misiva al ministro, al que ha tenido acceso este periódico. El Gobierno vasco sostiene en esa carta que, “si bien con retraso”, la iniciativa vendría a colocar al euskera “en pie de igualdad” con el resto de lenguas oficiales europeas y garantizaría los derechos lingüísticos reconocidos por el Estatuto de Gernika. Por ello, el Gobierno vasco le expresa su “total disposición a colaborar” y le solicita la creación de un “grupo de trabajo que permita aunar esfuerzos y capacidades”. Pide también que se mantenga “puntualmente informado” al Ejecutivo de Urkullu.
Se da la circunstancia de que el lehendakari ya avisó la semana pasada en el pleno de política general del Parlamento Vasco de que la oficialidad del euskera en Europa es clave porque podría frenar los recortes que impone en su uso la justicia en el Estado español. Ahora, se aplaza sin fecha.
El argumento de Albares
Albares ha lanzado su propuesta en un foro oficial, en el Consejo de Asuntos Generales de Europa, sin haber informado previamente al PNV. Y relega a dos lenguas que tienen el mismo estatus que el catalán. Para rizar el rizo, algunas fuentes diplomáticas consultadas por Efe aseguraron que fue una propuesta de la cosecha de Albares, que los representantes de otros países no habían planteado semejante idea como opción de desbloqueo. El PNV fue el partido que se pronunció de manera más categórica para rechazar este planteamiento y para avisar a Sánchez de que este movimiento “no ayuda” a su investidura, un mensaje que lanzó el portavoz en el Congreso, Aitor Esteban.
Las palabras de Albares han provocado perplejidad y malestar a partes iguales porque, además de desairar a Euskadi y Galicia, tampoco se ha ganado del todo el favor del Govern, ya que el debate sobre la oficialidad del catalán ha quedado aplazado sin fecha. Carles Puigdemont, desde Junts, valora el esfuerzo pero cree que no es suficiente. Este enredo parece ya un error de cálculo, a no ser que Sánchez consiga reconducirlo. Parece que, en lugar de impulsar la pedagogía en Europa, Sánchez cae, al igual que los países reticentes, en el esquema de los costes económicos, los problemas técnicos o qué idioma es más hablado, en lugar de centrarse en que estas lenguas son cooficiales y sería una medida legal. Pero parece que Sánchez, a la primera de cambio tras aflorar estas dudas, quiere buscar un atajo y salvar al menos el respaldo de Junts a la investidura, que no es el único que exige esta oficialidad, pero el PSOE sí cree que lo ha vinculado con mayor claridad a la proclamación del presidente.
El Consejo de Asuntos Generales ha aplazado el debate de la oficialidad sin someterlo a votación porque las delegaciones necesitan más tiempo, aunque en el lado positivo de la balanza se puede destacar que no ha habido vetos. La presidencia española anunció que el debate se “retomará en una reunión futura”, sin plazo. Albares propuso “iniciar su despliegue primero con el catalán y seguidamente con las otras dos lenguas” porque “algunos estados han planteado que tres lenguas de una sola vez era algo más difícil, y nos hemos abierto a que el idioma cuyos representantes han solicitado con más insistencia y es hablado por más de diez millones de personas sea el primero”.