Fue el portavoz más longevo, a lo largo de dos legislaturas presididas por Miguel Sanz. Recuerda “la responsabilidad de esa labor, porque no marcas la política del Gobierno, sino que de alguna manera eres la imagen que trasciende del Ejecutivo”. Así que entiende que si el Gobierno “comete errores o practica una política rechazada por la mayoría, aunque cambies de portavoz y no de acción, no te va a ir mejor. El portavoz no es la solución a los males que pueda tener un Gobierno”.
Considera que el papel en la portavocía es para una legislatura, así que “cuando uno es cesado antes de finalizar el mandato quiere decir que no se ha actuado correctamente”, que “tiene que haber una discrepancia”, y que una situación de este estilo es una muestra de “incapacidad” de un Gobierno por encima de la recurrente justificación de que no se transmite bien lo realizado, en la que no cree.
Para el hoy senador, es “fundamental en un Gobierno comunicar una labor de equipo”.
Comparado con el clima que se respira en el Congreso, el Gobierno de España o el Senado, cree que en Navarra “la proximidad es muy importante” ante los medios de comunicación. “Hay que ser muy accesible, los profesionales lo agradecen”, destaca, “para lo bueno y para lo malo”, y “saber discernir lo institucional de lo partidista, yo eso lo intenté”.
A juicio de Catalán, la “posición de un Gobierno se tiene que tener clara desde el principio”. Destaca que en Navarra, a “diferencia de otros gobiernos autonómicos”, el gabinete de prensa del Gobierno no está formado por gente “puesta a dedo”, sino que son funcionarios de carrera. Esa circunstancia, observa, “a la larga es muchísimo mejor desde el punto de vista institucional”.
¿El puesto puede ser un trampolín para hacer carrera política? Según Catalán “puede servir o para bien o para mal. Si no hay nada detrás ese trampolín dejará de serlo, y se evidenciarán tus carencias y errores”. Por eso, indica, cree necesario “tener los pies en el suelo, ser moderado y prudente, tener las ideas claras, y ser, hasta cierto punto, lo más objetivo posible. Y no caer en la prepotencia o soberbia. La humildad es muy importante en la política y en una portavocía” para un mandato “inicialmente de cuatro años”.