Nacido en Sodupe, a Alberto Irazabal le apasionaban los animales. De hecho, barajó encaminar sus estudios a la veterinaria hasta que la música se cruzó en su camino a los 8 años. A los 15 “cuando cursaba segundo de BUP en el instituto de Balmaseda” ya vio clara su vocación y empezó a dar clase en casa de sus padres. De ahí, “a los 19, a la antigua kultur etxea de Sodupe, posteriormente en el colegio Avellaneda, los Salesianos de Deusto, en Alonsotegi, en Portugalete y actualmente trabajo en las kultur etxeak de Karrantza, Sodupe y Turtzioz, siendo, además, director del grupo Ahotsak”. Hay una cifra más que añadir a esta trayectoria vital siempre acompasada con instrumentos y partituras: cuarenta años en la docencia.
Su madre le inculcó “el amor por el arte musical, una de sus pasiones”. Con la suerte del “apoyo incondicional de mi familia, que lo ha valorado como se merece y nos ponía discos día sí y día también”, cursó “las licenciaturas de acordeón, piano, composición e instrumentación y pedagogía musical en los conservatorios de Bilbao, Barakaldo, Barcelona y Gasteiz”, mientras “impartía lecciones a cientos de alumnos y organizaba un sinfín de audiciones, festivales y conciertos”. Esta carga lectiva le mantuvo “casi hasta los 30 años trabajando y estudiando a la vez” en una etapa “agotadora, sin descanso alguno, que ha merecido la pena”.
Una fiel compañera de viaje con un poder sanador infinito que le recarga las pilas en esos días en los que “al finalizar a las 22.00 horas voy a casa y aún sigo cantando después de haber pasado un montón de horas dándole a la tecla”. La recompensa le llega con “alumnos y exalumnos que me agradecen haberles enseñado y estimulado a sentir el mundo de los sonidos, formando parte de sus vidas”. El tiempo transcurre “tan rápido, o mejor dicho, nosotros pasamos por él que me da algo de vértigo pensar que algunos de mis alumnos actuales son de hijos de los de antaño”.
Hoy día “no existe edad para aprender, han estudiado y estudian personas de hasta 85 años, algunos de los cuales no pudieron hacerlo en su niñez, para quienes significa un sueño hecho realidad”. “La programación escolástica está orientada tanto a los clásicos populares, como a otros estilos de carácter más lúdico: folk, pop o canción ligera...”, repasa.
Le gustaría “sinceramente, que en los colegios se impartiera de otra manera, ya que, aunque se ofrece un enfoque distinto al de una escuela de música”, como asignatura “no se la trata con el respeto que merece y, de este modo, algunos estudiantes no valoran su importancia”. El papel de las familias ayuda a cultivar ese amor que él ha sentido desde niño, las melodías “se quedan impregnadas en el subconsciente y se nota el desarrollo en la sensibilidad y en la forma de entenderlo”. “Los 7 u 8 años” que el propio Alberto tenía cuando empezó a aprender le parecen “una buena edad para comprender cierto temario”. No obstante, “a edades más tempranas se trabajan psicomotricidad, ritmo y entonación en la iniciación musical previo al solfeo o un instrumento”. Con un buen oído, “se nace o no”, pero “trabajando se puede mejorar en cierta medida”.
Este camino no está exento de “aprendizaje, ya que afronté vivencias complejas como profesor siendo yo mismo un adolescente y por eso considero que la experiencia no representa un grado, sino cuatro”. No solo enseñaba “a personas más jóvenes que yo, si no, también a adultos, así que me tiré al ruedo con valentía”. En este sentido, “solo puedo agradecer” a los docentes que le ayudaron a él “a formarme y a todas y cada una de las personas que han confiado en mí”.
Actuación y audiciones
Festejará el aniversario tan especial, como no puede ser de otra manera, con música: “Cuando su espíritu habita en tu interior, la llama siempre se conserva viva”. El sábado 3 de diciembre, “tocaremos la orquestina de acordeones en el frontón de Turtzioz” con el motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad en la jornada que visibilizará la diversidad funcional. El 5 de enero, alumnado de acordeón y piano participará en la cabalgata de Reyes de Sodupe. Más adelante, en primavera se llevará a cabo la audición de música en la kultur etxea de Sodupe; y en junio, otra en la de Karrantza.