Es, quizá, el abrazo menos deseado, pero está a la orden del día. “Me disponía a entrar en el portal de casa cuando apareció la mujer. Para cuando me quise dar cuenta me estaba abrazando, me hablaba cariñosamente. Me preguntaba todo el rato si no le resultaba atractiva”, relata un jubilado de Zumaia. En esta ocasión, el hombre reaccionó a tiempo y la ladrona no se pudo llevar ni su cadena, ni con los objetos de valor que portaba en cuello y muñecas. El robo por el 'método del abrazo' no es nuevo en Euskadi. Se conocen casos desde hace una década, pero en los últimos meses se han intensificado, por lo que la Ertzaintza y policías locales aconsejan “evitar hacer ostentación innecesaria” de joyas o relojes de alto valor económico en la vía pública.
Fuentes policiales señalan que los autores de estos robos "son el último eslabón de grupos criminales con origen en Europa del Este", que operan de manera organizada y que cambian de ubicación periódicamente. Esta modalidad delictiva tiene sus variantes, una de las cuales es el supuesto ofrecimiento de favores sexuales a personas mayores en situación de vulnerabilidad. Se utilizan para ello laboriosas tácticas de acercamiento, mostrando una amabilidad exagerada, con una forma de actuar cariñosa en la que no faltan besos y abrazos.
SIN TIEMPO DE REACCIÓN
Todo sucede apresuradamente. Son situaciones en las que las víctimas suelen tardar un tiempo en darse cuenta de lo que ha ocurrido, tras un encuentro “forzado e incómodo” con una persona tan cariñosa como desconocida. Todo está debidamente organizado. Para cuando la delincuente acechó al vecino de Zumaia, un turismo conducido por un varón vigilante aguardaba a unos metros, con todo dispuesto para emprender la huida en cuanto la mujer consiguiera el botín.
Mediante el 'abrazo solidario' se han registrado 303 hurtos en el primer semestre de año. Gipuzkoa, con diferencia, es el territorio vasco donde este tipo de delitos parecen más asentados. Son en total 142 casos, muy por encima de los 125 registrados en Bizkaia y los 36 de Araba.
En todos ellos, un mismo patrón: mujeres que se abalanzan sobre personas a las que fingen conocer. “En ocasiones, hemos tenido constancia de que llegan cuatro mujeres de una misma banda a bordo de un turismo con domicilio fiscal en Bizkaia. Siempre es un hombre el que las lleva”, apuntan fuentes policiales.
El grupo criminal se reparte el trabajo. Una vez seleccionada la víctima, una de las mujeres jóvenes se acerca mediante cualquier embuste, bien sea un supuesto favor sexual junto al portal de casa, algún comentario de índole religiosa a la salida de misa, o bien a la entrada de los centros hospitalarios, donde también se despachan las artimañas de estas bandas organizadas.
Otros lugares frecuentados son también calles comerciales, parques públicos, aledaños de residencias de la tercera edad y sociedades de jubilados. El objetivo es siempre distraer la atención de las personas mayores con cualquier excusa. “Sí, hombre, nos conocemos de la farmacia”, indican a modo de ejemplo fuentes policiales, en relación a una de tantas expresiones que habitualmente se emplean.
UN ABRAZO NADA SOLIDARIO
Y a partir de ahí, un saludo efusivo que termina en un abrazo, que de solidario no tiene nada. Entre achuchón y achuchón, y una confusa conversación con la víctima de por medio, los ojos y las manos delictivas están puestas en esos momentos en cadenas, joyas u otros objetos personales. Las criminales se valen de la estrategia de distracción para agarrar manos y brazos, con el fin de quitarles collares, pulseras, relojes o cualquier otro objeto de valor que lleven. A partir de ahí, la efusiva asaltante se esfuma. Desaparece de inmediato a bordo del turismo conducido por el varón vigilante.
Horas después, la víctima se percata de que ha desaparecido el collar de su cuello. Recuerda entonces el suceso sufrido por la mañana. Solo a partir de ahí comienza a atar cabos, cuando la asaltante se encuentra ya lejos muy del lugar.