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Alex Remiro: "¿Golpear lejos? ¡Si se trata de todo lo contrario! Retengo el balón para atraer la presión del rival"

portero de la real sociedad
Alex Remiro, portero de la Real Sociedad

La Real está de moda por sus resultados y por su fútbol, una idea ofensiva que empieza en el portero y que exige a este jugar un rol tan protagonista como a veces desagradecido

donostia – Este curso ha jugado quince partidos y en ocho de ellos ha dejado la portería a cero. Se trata de su estadística más llamativa, una serie de números que, en cualquier caso, resulta demasiado fría para calibrar el momento que atraviesa el portero de la Real. Tímido y algo parco en palabras de inicio, Álex Remiro (Cascante, 1995) se abre de par en par en cuanto ve que la conversación apunta a la esencia del juego. Se siente cómodo hablando sobre la evolución de los guardametas y su rol, sobre los progresos que él mismo ha experimentado bajo palos y, en mayor medida aún, sobre qué intenta conseguir cuando pisa el balón en área propia durante esos interminables segundos. ¿El error del derbi? Agua pasada. "Un aprendizaje más".

Tengo delante al portero del líder. ¿Cómo suena eso?

–Suena muy bien.

Ha pasado ya un tercio de Liga y el equipo sigue primero. ¿Se pone seria la cosa?

–Lo serio en esta Real reside en la progresión del proyecto, del equipo y de los futbolistas. Nuestro lugar en la clasificación supone únicamente el fruto de todo el trabajo que se lleva a cabo en el día a día. ¿Que vamos primeros? Ya lo dijo el míster: hasta que no falten tres jornadas, no sabremos por qué objetivos pelearemos. Eso sí, durante el camino hacia ese tramo final, vamos a intentar seguir así para terminar luchando por metas ambiciosas.

La trayectoria europea se ha complicado tras el empate contra el Sturm Graz.

–No lo creo. Es cierto que el último resultado nos dejó un mal sabor de boca. Creamos un montón de ocasiones y pudimos ganar el partido. Pero el fútbol tiene estas cosas: juega el equipo rival, juega la suerte, juega la presión ambiental... En el marcador final influyen muchos factores, y aquel día no conseguimos hacer más goles. Fue una lástima. Aunque, mirando ya al futuro, dependemos de nosotros mismos. Lo tenemos en nuestra mano.

La igualada ante los austríacos se ha atribuido a algún misterioso déficit que el equipo arrastraría en las competiciones continentales. ¿Le ve sentido a esto?

–Con todo el respeto del mundo, te digo que no. Pienso que no tiene sentido decir eso. Es mi opinión. Esto siempre es fútbol y no veo por qué tenemos que distinguir entre competiciones. Cada encuentro resulta diferente en función de distintos parámetros: tu acierto, el del contrario, el cansancio... Pero yo creo que en el desarrollo de los partidos no tiene nada que ver si son de Liga o de Europa League. Lo que hicimos el día del Sturm Graz fue de locos, nuestra mejor actuación de la temporada. Y sin embargo solo sumamos un punto.

Su análisis del grupo europeo subraya que la Real depende de sí misma. ¿Qué conclusiones saca de la tabla liguera?

–Ninguna. Porque esa ni la miramos. Simplemente sabemos que tenemos 28 puntos, y eso nos da fuerza para saber que lo estamos haciendo muy bien y que podemos ganar a cualquiera.

Muchos comparan a este equipo con la Real subcampeona de 2003. ¿Usted no la recuerda, verdad?

–No, tenía solo ocho años. He visto vídeos y noticias. Me cuentan cosas. Ojalá pudiéramos repetir aquello.

Su portero Westerveld le lanzó un guiño después del último derbi, apoyándole tras el error del 1-1. ¿Se agradece?

–Lo vi y sí que se agradece. Hace ilusión recibir el apoyo de la gente. Pero, tío, soy portero, soy consciente de dónde me he metido. No necesito que otro portero me diga que lo he hecho mal o que lo hecho bien: ya lo sé yo por mí mismo.

Confesó que aquella noche no durmió, rumiando su error. ¿El duelo tras un fallo es algo que hay que gestionarse de forma personal?

–Cada individuo es un mundo. Cada futbolista es un mundo. En una ocasión me dijeron que, después de un fallo, tenía una noche para llorar y para sufrir, porque al día siguiente tocaba estar a tope otra vez. Al final, se trata de asimilar las experiencias y de afrontar lo siguiente beneficiándote de ese aprendizaje.

¿Percibió el apoyo de la gente tras la falta de Muniain?

–Sí, sí, percibí de todo.

¿Positivo?

–Positivo y negativo.

¿También hubo de lo negativo?

–Obviamente. Siempre estás expuesto a ello, sobre todo cuando cometes un fallo tan grosero que cuesta puntos a tu equipo en un partido con tanta visibilidad. Pero también me quedo con que, cuatro días después del derbi, jugamos un nuevo partido en casa y la afición se portó conmigo de forma increíble.

Pues en este mismo encuentro, el que comentábamos antes del Sturm Graz, puso nervioso a más de uno reteniendo el balón.

–El fútbol es evolución. Nosotros mismos jugábamos de forma distinta hace dos años. Y la propia Real jugaba de forma aún más distinta hace cinco, hace diez o hace 20, cuando yo aún no estaba aquí. Durante mi trayectoria en Donostia he hecho amigos en la ciudad que van a la grada a ver los partidos. El otro día, uno de ellos me contó cómo se viven entre la afición esas jugadas: No veas cómo se pone mi padre cuando la pisas dentro del área. Empieza a gritar que la pegues lejos.

¿Y qué le contestó usted a su amigo?

–Pues le expliqué lo que estaba haciendo. ¿Pegarla lejos? ¡Pero si se trata de todo lo contrario! Yo retengo el balón para que un rival salte a presionarme y para que se generen así superioridades en otra parte del campo. Lo entrenamos todos los días. Tal y como quiere jugar el equipo, tal y como quiere que juguemos el míster, y tal y como quiere que juguemos el club en general, los inicios desde el portero son fundamentales. Pienso que todos los guardametas de la Real estamos plenamente capacitados para encontrar al hombre libre: los de la cantera, Ryan y yo.

El día del Sturm hubo dos o tres jugadas en las que esas retenciones suyas se prolongaron por espacio de diez segundos.

–Sí, sí. Y tuve siempre claro que no iba a acelerar porque la gente pitara o porque me apremiaran. Acelerar habría significado equivocarme. No estábamos tan cerca del final del partido como para empezar a bombear balones. Y tampoco es que el Sturm viniera en uno para uno en todo el campo. Había superioridades dentro. Teníamos que encontrarlas. Y a mí me correspondía atraer a algún rival.

La situación táctica está aún reciente. ¿Me la recuerda a modo de ejemplo?

–Ellos presionaban a nuestros dos centrales con sus dos delanteros. Pero detrás teníamos ya a Martín Zubimendi y a Merino contra un solo mediapunta. Se daba un claro cuatro contra tres dentro. Para aprovecharlo, yo debía conseguir que me saltara uno de los puntas y abrir así el balón al central que él dejaba libre.

Creo que dio resultado en todos y cada uno de los intentos, y que además se generaron de este modo varias ocasiones claras tras girar al rival.

–Es que, como te decía ahora, apostar por situaciones de estas forma parte de la idea del equipo, una idea con la que todos estamos encantados y que nos ha traído hasta aquí. Ten en cuenta que cada vez son menos los partidos en los que renunciamos a iniciar en corto. Los vivimos en su día contra el Getafe, contra el Eibar o contra el Mirandés en Anduva. Ahí teníamos claro que no nos íbamos a poner a jugar: balón largo, todos juntitos, los de arriba ya crearán, los del medio ya ayudarán y los defensas ya defenderán. Pero te repito que funcionamos así en días contados. Si el rival viene a presionarnos arriba, sabemos que estamos capacitados para superarle en salida. Y si nos espera más atrás, corremos menos riesgos pero podemos encontrar también la forma de hacerle daño.

El portero de hoy en día está muy involucrado en el juego en su conjunto. Ya no puede aprovechar las charlas técnicas del entrenador para echar una cabezadita.

–Yo a Imanol le escucho con atención absolutamente todo lo que dice, aunque no me afecte a mí de forma directa. Ayuda mucho saber qué le pide al mediocentro, al lateral o al extremo. También ayuda saber cómo piensa el míster que se va a mover este o aquel rival. Me gusta la idea del equipo, y además la comparto y participo en ella, así que en esas charlas que mencionas soy todo oídos.

¿Los factores que le afectan a usted de forma directa para esas salidas de balón con quién los trabaja?

–Principalmente con Jon Alemán (preparador de porteros), y también con Imanol. Analizamos la forma de presionar del adversario, sus lados fuertes o débiles en defensa, dónde pensamos que nos van a tapar más. Y en base a todo ello preparamos varias formas de iniciar los ataques. Después, cuando el balón echa a rodar, me toca a mí interpretar las situaciones sobre la marcha.

Pero usted siempre sabe, antes de los partidos, dónde puede estar el compañero libre.

–Sí (se para a pensar la continuación de la respuesta). Lo puedo llegar a saber. Pero este es un juego dinámico en el que los futbolistas de uno y otro equipo se mueven: atraen marcas, fijan rivales... Y además, llegado un momento, también empieza a entrar en liza el cansancio. Como te decía, desde una información con la que parto de base, muchas veces me toca interpretar las situaciones sobre el mismo césped. En ocasiones el hombre libre está detrás del que en teoría iba a serlo. O delante. O al costado. Pero siempre aparece. El hombre libre siempre aparece.

¿Cuánto de importante es esa capacidad suya para, en cierto modo, improvisar sobre el campo?

–Resulta importante porque sucede a menudo que el rival no plantea lo que tú habías trabajado. Al fin y al cabo, entrenamos en base a lo que nosotros pensamos que vamos a tener enfrente. Pero luego la cosa puede cambiar. En la hora previa al partido, los técnicos están pendientes de la alineación del adversario para ajustar lo que haga falta.

¿Sucedió en la visita del Elche?

–Por ejemplo.

Un rival que apuntaba a venir a Anoeta con tres centrales y carrileros, pero que luego plantó un claro 4-4-2 en rombo.

–Ahí estuvimos. Me avisaron los técnicos en el vestuario, lo hablamos y analizamos que, ante dibujos así, la salida inicial iba a estar por fuera más que por dentro.

La evolución del portero es tremenda. ¿Va a ir a más?

–Yo creo que sí. Llevo tiempo viendo que los chavales de ocho, diez o doce años son muchos mejores con el pie de lo que lo era yo a esa misma edad. Pienso que, en un futuro relativamente cercano, llamará mucho la atención que un portero no tenga la capacidad de encontrar al hombre libre con el pie.

En la pregunta anterior me refería también al rol de los porteros en el ataque. ¿Se van a tener que involucrar más?

–¿Más todavía?

Sí. Ya se ha visto y se ve a guardametas adelantados ayudando a los centrales a hacer salida de tres, en el papel que a menudo juega Zubimendi en la Real.

–Sé a lo que te refieres. Es algo que, por ejemplo, ha hecho el Hamburgo en Alemania, ¿verdad?

Sí. ¿Ve lejos que algo semejante se convierta en habitual?

–Es que me parece que así obtienes demasiado poco beneficio para los riesgos que corres. Está claro que, utilizando al portero en esa situación que comentas, puedes conseguir ventajas tácticas increíbles. Pero, por pura estadística, también vas a cometer fallos. Y esos errores se van a producir con la portería vacía. Si ya ahora, con el guardameta tapando siempre los tres palos, corremos riesgos muy altos, imagínate sacándole del arco. Se trata de un paso que les va a costar mucho dar a los entrenadores. Pero también estoy seguro de que alguno se decidirá. A ver cómo le va y a ver cuántos le siguen.

Llevamos casi un cuarto de hora hablando del juego con los pies de los porteros. ¿Está restando tiempo de trabajo a otras facetas del entrenamiento? Lo denunció Cañizares tras su fallo en el derbi.

–Cañizares fue un grandísimo portero. Le agradezco sus palabras de ánimo y también sus consejos, que siempre hay que escuchar. Sé que sus palabras respondían a un análisis más general que puntual. En cualquier caso, no creo que puedan aplicarse a lo que hacemos nosotros en Zubieta. Animaría a Cañizares a que viniera a ver cómo entrenamos, a que se acercara por aquí todos los días y a que comprobara cuál es cada una de nuestras tareas. Lo trabajamos todo: la técnica bajo palos, los despejes, los blocajes... Todo. Y también trabajamos el juego con los pies, obvio, porque se trata de una situación a la que nos exponemos constantemente.

¿Siente Remiro que ha dado un paso adelante bajo palos este curso?

–Sí. Me siento más rápido, más grande. Estoy a gusto. En los entrenamientos, Jon Alemán dispara para putearte. Quiere hacerte gol. Quiere hacerte sufrir. Todo forma parte de un proceso, y uno va mejorando poco a poco.

Yo le veo una clara evolución positiva a la hora de salir a por los balones aéreos.

–Sí. Estoy de acuerdo. Es una faceta que también trabajamos mucho.

Me dijo su preparador de porteros en el Huesca que usted siempre ha tenido esa capacidad, y que si no la ha explotado más ha sido por una cuestión de confianza.

–No le llamaría confianza. Yo siempre he confiado en mis características como portero. Pero sí que es cierto que este tipo de jugadas te exigen muchas veces decidir en una milésima de segundo, y que hasta hace un tiempo solía calibrar de forma distinta las ventajas y los riesgos a los que me exponía saliendo a por los balones aéreos. Entendía que, si fallaba, estaba cometiendo un error grande, a la vez que pensaba que iba a parar cualquier remate que me hicieran. Ahora es distinto: salgo, choco, me siento fuerte en las disputas. Se trata de algo que vas adquiriendo con el paso de las temporadas.

15/11/2021