En febrero hará 70 años que el padre Alfredo, como es conocido en su Lodosa natal, partió rumbo a la India, un país que, cuenta, sin tener nada, le ha dado todo. Y es que este salesiano de 86 años que estos días pasea por las calles de la localidad ribera ha dedicado su vida a los demás. Ahora, echando la vista atrás, asegura ser "un hombre satisfecho".
"Dicen que nací en una cueva y de mi infancia recuerdo, sobre todo, la escuela con Don Cándido. A los que habíamos perdido a nuestro padre nos daba clases especiales, y es algo que tengo guardado y que agradezco, era un bienhechor de los más grandes de aquí", cuenta el salesiano Alfredo Marzo Remírez, un gran aficionado en aquellos tiempos a la pelota, "una cosa bárbara", y al fútbol, "aunque jugábamos con balones de trapo, te puedes imaginar".
Uno de los puentes colgantes que hicieron. Fotos: Cedidas
De Lodosa se fue a estudiar un año a Huesca y tres a Barcelona, y fue en la capital condal donde "se vivía un gran ambiente misionero. Allí, José Luis Carreño, que estaba en la India, venía y ponía tanto entusiasmo en lo que nos contaba que todos queríamos ir con él, así que me apunté".
Tras hacer el noviciado en Italia, a los 16 años, el 11 de febrero de 1952, llegó a Bombay y, de ahí, a la entonces conocida como Madrás (ahora Chennai), que es donde estaba Carreño. Su ordenación como sacerdote fue en la India en junio de 1962, año en el que regresó a Lodosa después de 12 años.
ADAPTACIÓN Los primeros pasos, explica, fueron difíciles porque empezó de la nada; ni agua, que estaba a más de 6 kilómetros, ni carreteras, ni comunicaciones. "Dormíamos en bancos, en colchones hechos con bambú, y había un baño para 200 personas. Además, cuando llegué y pedí que pusieran una torre porque había que trasladarse 100 kilómetros para llamar a España se reían de mí. Lo más importante, siempre lo digo, es la adaptación; es diferente el clima, la comida, el idioma, incluso el carácter de la gente. Nosotros somos más fogosos, de hecho, cuando me enfado me hacen burla".
Él está Meghalaya, que es un estado cristiano, y allí su parroquia la conforman 45 aldeas con unos 15.000 habitantes y con tribus como los khasis, Garo, Synteng o Lyngnam. "Allí lo primero que hacemos es predicar y después es muy importante la acción educativa".
De hecho, ahora cuentan con más de 20 escuelas elementales, 12 de educación media, 3 de estudios superiores y estaban en proceso de implantar un ciclo pre universitario pero la Covid-19 lo ha frenado. "La evolución de los niños ha sido tremenda".
Algunos de los alumnos con el padre Alfredo.
Después, insiste, está el trabajo social; han hecho 7 puentes colgantes, han llevado agua y construido alrededor de 150 iglesias, construcciones básicas que, más allá de ser lugares de culto y rezo, son espacios de reunión. "Eso sí, si a un pagano le dejas elegir una religión, te dice que escoge que la del padre Alfredo", cuenta jocoso, "me quieren, respetan y ayudan".
Y, por último, y no menos importante, está la parte de la sanidad. En este caso, explica este salesiano misionero, "el papel de las monjas es esencial".
Aunque el nivel de vida va subiendo, "la gente allí se contenta con muy poco y, con muy poco, se consigue mucho. Yo no necesito nada, de hecho, nunca he tenido una casa, pero he hecho muchas para la pobre gente, y espero seguir haciendo. Gozo viendo a mi gente comer".
misma senda A pesar de las dificultades, nunca ha querido abandonar el barco, y cree que prácticamente, y con ayuda de los voluntarios, ha podido sacar adelante todo lo que tenía en mente.
Esta vez llegó a Lodosa el pasado 19 de septiembre y, aunque no sabe cuándo regresará, "voy a volver a mi casa más pronto que tarde". Lo que sí tiene claro es que no vendrá más a la localidad ribera, "como dice la canción, adiós Lodosa, Lodosa de mi querer, ya no te volveré a ver. Eso sí, no descarto visitas, todos son bienvenidos allí".
Orgulloso mientras posaba para la fotografía, aseguraba que "si tuviera que empezar de nuevo, iría por la misma senda, sin ninguna duda. La alegría y el gozo de hacer algo que ayuda a la gente no te la puede quitar nada ni nadie".