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Polideportivo

Alpe D’Huez elegirá a la nueva reina

Niewiadoma y Vollering se la juegan en la mítica montaña tras Le Grand-Bornand
Ghekiere, vencedora. | FOTO: TDF
Ghekiere, vencedora. | FOTO: TDF

Donostia Justine Ghekiere, decorada con los topos rojos de la montaña, era el último estandarte de la fuga en Le Grand-Bornand, anunciado con las campanas de las cumbres, los cencerros. Música celestial para la belga, que clavó la bandera del arrojo en la cima. Emocionada hasta el tuétano tras la mejor de sus victorias. Reina de la montaña en el Giro, en el Tour se elevó aún más, imperial su ascensión a Le Grand-Bornand, donde Niewiadoma y Vollering se retaron en duelo en el tramo definitivo. La neerlandesa, más poderoso su final, rascó cuatro segundos de bonificación respecto a la líder, que controló el pulso de la neerlandesa, dispuesta para la pelea. Apenas un rayón en la carrocería amarilla de la polaca, que continúa en el trono. Aunque el botín de tiempo fue escaso, Vollering sumó un punto de confianza para su causa. “Físicamente me siento bien. El hecho de que haya obtenido algo de renta es una buena sensación. Espero poder hacer la diferencia en el Glandon y Alpe d’Huez, que son montañas más largas y duras”, dijo Vollering.

La neerlandesa quiere voltear el Tour en Alpe d’Huez, la montaña Orange, la de los holandeses. Allí llegará Niewiadoma con una renta de 1:15 sobre su principal rival aunque algunas le rodean de más cerca. Pieterse le mira a 27 segundos y Kerbaol a 37. Sin embargo, la referencia es Vollering. La ventaja de Niewiadoma es amplia pero no definitiva. El coloso alpino, sus 21 curvas, dictarán sentencia después de que en Le Grand-Bornand no se alterase el paisaje salvo para Ghekiere, que encontró la gloria, el mejor punto de fuga posible. Ghekiere se hizo gigante entre colosos. Alada, anidó en la cima para dejarse caer después sobre el suelo, derruida por el esfuerzo, pero feliz hasta el alma. Lloró y rio. Atravesó todos los estados emocionales del ser humano.

El sonido de las montañas hacía eco entre la aristocracia, donde viajaba el amarillo de Niewiadoma. La polaca se prensó a Demi Vollering, aún masticando la rabia de la caída y la incomprensión de verse aislada por su equipo. La neerlandesa no solo testaba sus piernas, también debía blindar la mente en el diván de las dudas. Vollering agitó el avispero con entusiasmo. La rendición y la dimisión son ajenas a su carácter de campeona. Niewiadoma le rastreó en el primer arrebato. Un impulso. Una escaramuza de dignidad. Ghekiere, enjuta, con el sufrimiento dibujándole el rostro, continuaba su solo por delante en un puerto bello, las laderas verdes, el asfalto gris ajado. Las curvas servían de rampas hacia las alturas en una ascensión tendida. Se sostenía la belga en su cronoescalada. Entre las favoritas, arremolinadas alrededor de Niewiadoma, la desconfianza componía la torre de Babel.

Rooijakers se despegó. La líder miraba a los costados. Pendiente de Vollering. La neerlandesa lanzó otra salva. Pero a su proyectil le faltaba chispa y pólvora. Niewiadoma, protegida por el kevlar amarillo, mandó parar. Tocó el hombro de Vollering y embolsó a Rooijakers. Pasaba revista la polaca, escaneando a unas y otras, numerosa aún la reunión. Se decidió a subrayar el amarillo bajo el triángulo rojo del último kilómetro. Vollering se fue con ella. El resto se deshilachó unos instantes. Mientras la líder y la neerlandesa se medían palmo a palmo, Ghekiere festejaba su mejor conquista. La más grande. La definitiva aguarda en el Alpe d’Huez. Las 21 curvas elegirán a la campeona del Tour. l

Tour femenino

Séptima etapa

1. Justine Ghekiere (AG Ins.) 4h26:58

2. Maëva Squiban (Arkéa) a 1:15

3. Demi Vollering (SD Worx) a 1:23

General

1. K. Niewiadoma (Canyon) 20h00:52

2. Puck Pieterse (Fenix) a 27’’

3. Cédrine Kerbaol (Ceratizit) a 37’’

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2024-08-19T07:06:03+02:00
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