Cambiar de teléfono móvil o adquirir uno nuevo puede ser una necesidad o un capricho. En cualquier caso es un desembolso que hay que pensar, sopesando el equilibrio entre lo que se necesita, lo que se desea y el presupuesto que se maneja. Lo más habitual suele ser comprar el móvil pagándolo a tocateja o financiado a plazos en un comercio. También hay operadores de telefonía que entre sus ofertas se incluye la adquisición de algunos dispositivos. Ahora, además se ha presentado en el mercado una tercera opción, el renting o alquiler de dispositivos.
El renting es algo tan sencillo como pagar una cantidad concreta y pactada por el uso durante un determinado tiempo de un bien que es propiedad de otro. Alquilar un piso, un local, un coche, un disfraz o un traje es algo muy común. Ahora este concepto ha llegado al mundo de los móviles y las tablets, al mundo de la tecnología en general.
El mecanismo es muy sencillo, se abona una cuota mensual a lo largo de un tiempo determinado, generalmente suele ser por dos años aunque esto depende de la empresa, al final del cual se puede prorrogar el contrato cambiando o no el móvil o se devuelve el aparato dando por finalizado el alquiler.
Como suele ocurrir con los alquileres, este sistema de renting tiene ventajas e inconvenientes. Entre las primeras, la principal es que se puede adquirir un móvil por un precio bastante inferior al de compra, por lo que las gamas premiun resultan más accesibles. Además este sistema permite que el uso del teléfono sea solo durante el tiempo que se necesite, siempre y cuando el contrato lo permita, aunque todo se puede negociar.
Además, en caso de avería, es el servicio de renting el que se encarga de solventarlas. El contrato suele incluir un seguro que además incluye circunstancias que la garantía original puede no cubrir. El coste mensual se mantiene invariable durante todo el periodo de alquiler, suscripción le llaman en algunos casos, por lo que es fácil acceder a los últimos modelos llegados al mercado si la suscripción se mantiene.
Pero toda cara tiene su cruz. Entre las desventajas está la de que el móvil no es propiedad del usuario. Este solo tiene derecho al uso. En cuanto acabe el periodo acordado no pasa a su propiedad aunque con las cuotas se haya cubierto el precio teórico del aparato. Si se deja de pagar se pierde tanto el propio dispositivo como la inversión realizada hasta el momento. Más allá del derecho de dos semanas al desestimientos, hay que cumplir las condiciones del contrato, por lo que hay que aguantar con el móvil elegido todo el periodo acordado aunque no guste o no se lo que se necesite.
En principio este servicio esta pensado más para empresas que para particulares, aunque todo es cuestión de mirar en las diferentes empresas y sus condicionados. También las operadoras empiezan a ofrecer este servicio dentro de sus paquetes y con condiciones muy variadas, algunas cercanas al renting y otras que se aproximas al leasing. Y tampoco podían faltar los fabricantes de móviles, que ofrecen este sistema para algunos de sus modelos.