La experiencia de Galdakaoko boluntarioen gizarte elkartea es dilatada en la atención a personas que huyen de guerras, persecución o de la miseria. Llevan seis años en Grecia atendiendo el drama humanitario en Lesbos. Y por eso son conscientes de que a veces con la buena voluntad no basta. Son necesarios trámites, burocracia y sobre todo escuchar y atender cuáles son las necesidades en cada lugar.
Su responsable Alvaro Sáiz nos ha contado que llevan una semana organizando y preparando el material de ayuda humanitaria que han ido acumulando y desde ayer han comenzado su viaje a Polonia para trabajar sobre el terreno. "Estamos en ruta con la autocaravana. Salimos ayer por la tarde y esperamos estar unos diez días allí y cumplir nuestros objetivos", señala.
El primero de ellos, detalla, es encontrar los almacenes que recogen el material donde todavía no ha llegado la ayuda y saber qué se necesita. El segundo objetivo es convertirse en un punto de referencia para registrar a los refugiados que salen y hacia dónde van. "No es recomendable ir con un autobús y traer gente si no hay bases establecidas y registros", explica.
En este sentido advierte de que hay mucha gente con buenas intenciones pero también otra que se puede aprovechar de las circunstancias. Algo que recuerda ya ocurrió en Grecia. "Desaparecieron 10 mil menores porque las mafias aprovechan y no se ha sabido más de ellos", advierte.
Galdakoko boluntarioen gizarte elkartea cuenta ya con un caserío para atender a personas como los refugiados ucranianos y tiene por tanto experiencia. "Sabemos lo que es acompañar a personas en situaciones de guerra y no se debe hacer a la ligera. No es recomendable hacerlo uno por su cuenta", subraya. "Hay que llevar un registro de las personas y que las familias les acojan con medios acreditados, saber si tienen antecedentes penales, delitos sexuales, la capacidad económica de esas familias", explica. "Desde que uno acoge a una familia hasta que recibe ayuda el plazo pueden pasar tres meses y tenemos que ver si la familia puede costearlo", remarca.
"Acoger a un refugiado no es meter a alguien en casa sin más". Son personas que huyen de una guerra y que, por tanto, pasan por diferentes procesos. "Primero están contentos, luego empiezan a ser más conscientes, pueden entrar en depresión, puede resultar todo más incómodo y es menos poético de lo que pensamos"; advierte.
Alvaro va con otras dos personas en su autocaravana pero hay más gente esperando indicaciones. "Tenemos otros camiones esperando para que les digamos dónde viajar", afirma. Es importante canalizar y clasificar bien toda la ayuda y los recursos que la gente está donando, advierte, "Esto se va a saturar si no se hace bien. Hay mucha gente que tiene buen corazón pero que no han estado en este tipo de crisis", insiste y es necesario "etiquetar bien la ropa en inglés, hay un sistema. Cuando se recibe esto en almacenes de Polonia lo cogen todo. Son muchas bolsas y se saturan. Tiene que llegar clasificado", recuerrda.