Vicepresidenta y responsable de política y género en Salvamento Marítimo Humanitario - Aita Mari, Amaia Iguaran se involucró en esta causa tras su trabajo en la cooperación internacional. Comenzó a hacer planes estratégicos para la organización hasta que acabó metiéndose de lleno en ella.
Aunque se les conoce como Salvamento Marítimo Humanitario, para ellos es igual de importante tanto la educación para la transformación social como la sensibilización y la influencia en la política.
Aparte de que trabajan muy duro, se forman en Basoa - Casa de las Defensoras del Valle de Arratia. Durante estas semanas comenta que han recibido visitas institucionales y que Aita Mari es casi la única cosa que une a casi todos los partidos del territorio, ya que les apoyan en casi todo, y el Gobierno vasco tuvo una voluntad política desde el principio.
Pese a que no tienen una misión como tal, la más visible y por la que se creó Aita Mari fue para salir a rescatar personas que huyen por causas diferentes de sus países. “La causa es la defensa de los derechos humanos. Allá donde estos se vulneren, ahí estará SMH con Aita Mari”, explica.
Y es que todos en el equipo, tanto de mar como de tierra, se definen cono defensores de los derechos humanos, y de esa misma forma les tienen en cuenta en los despachos y en las instituciones. La organización lleva operando desde el año 2015, cuando comenzó su trabajo de rescate en Grecia y su trabajo de asistencia médica en un campo de refugiados en la isla de Quíos.
Si quieres contarnos tu historia, puedes escribir a: igandeaplus@ntm.eus
Aunque tienen mucho trabajo, al tratarse de un proyecto difícil en el que hay que equiparar el trabajo en el mar con el de la ONG, Amaia destaca que lo más gratificante de todo es que aquellos que conforman SMH - Aita Mari son un equipo excepcional y una gran familia.
En cuando a los cambios que le gustaría ver en la sociedad, Amaia es clara: “Ojalá no tuviéramos que estar nosotros haciendo esto, porque lo tendrían que estar haciendo los Estados”. Lo ideal sería ver cambios en cuanto a derechos humanos y movilidad para todas las personas, tal y como viene recogido en las Naciones Unidas.
Que se respete el derecho a una movilidad libre y se defiendan los derechos humanos de todas las personas. “Que nos quitemos la venda de los ojos y tratemos a todo el mundo como nos gustaría que nos trataran a nosotros”, resume.
De hecho, nos anima a participar en todo lo que sea apoyar la solidaridad, luchar contra la injusticia social y poner nuestro granito de arena, ya sea colaborando con las asociaciones, yendo a una manifestación o colgando en redes sociales lo que nos parezca injusto.
“Yo siempre he dicho que desde que me dedico a esto, a la cooperación internacional, he aprendido bastante más de lo que he podido enseñar. Y eso me ha cambiado como persona”, confiesa.
Por lo tanto, nos recuerda que estar al lado de las personas que más lo necesitan también va a ayudarnos a cambiar como personas y a descubrir cosas de nuestra vida personal y de nuestro interior. “Siempre salimos ganando los que estamos en estos espacios”, remarca.
Colaboración y ayuda para SMH - Aita Mari
Esta asociación tiene relación con casi todas las ONGs del territorio; entre ellas, Movimiento Feminista, Haurralde Fundazioa, o Malen Etxea, y colabora con la coordinadora de ONGs de Euskadi. A la hora de ayudar, podemos optar por el voluntariado en tierra, ya que hay muchas cosas que hacer, pero en las misiones de mar es más complicado porque tienen que ser perfiles sanitarios, médicas, enfermeras, fotoperiodistas y al menos tres socorristas para hacer las misiones de rescate.
Para poder estar informados de todos sus movimientos, Amaia nos recuerda la existencia de su página web smh.eus, donde se encuentran todas las indicaciones y la información para colaborar a través del voluntariado o de las aportaciones económicas. “Todo el mundo es bien recibido”, recuerda.
Historias de superación y supervivencia por las que merece la pena seguir
“Vemos en sus ojos una luz de esperanza”, afirma la vicepresidenta de SMH - Aita Mari
Una compañera llamó a Amaia Iguaran durante una misión del año pasado para comentarle que les preparaban para la formación, pero no para los desembarcos, y le contó: “Cuando ya están rescatados, calentitos, con ropa limpia, comida, se juega con los niños y se les trata como personas, vemos en sus ojos una luz de esperanza”.
Además, nos cuenta la historia de un chico que se encontró de casualidad con uno de sus compañeros a la entrada de un bar en Donostia durante las navidades. El chico se dirigió a este con la frase: “Tú no eres bueno, tú eres el mejor hombre del mundo. ¿No me conoces? Tú me rescataste hace siete años en Grecia, me disteis una oportunidad y ahora me puedo pagar un piso en Donostia, tengo novia y tengo trabajo”.