El Ayuntamiento de Amurrio ha iniciado las primeras sesiones de trabajo con grupos políticos, asociaciones y grupos del pueblo de cara a abordar el prometido estudio de las infraestructuras ambientales del municipio, a fin de diagnosticar su situación y, en función de las conclusiones, articular acciones que les doten de nuevas potencialidades y, en definitiva, revitalizarlas y darlas una utilidad tan necesaria como imprescindible.
La iniciativa persigue, asimismo, dar con un nuevo revulsivo para la conservación de la biodiversidad local. Y es que, aunque en Amurrio se vienen realizando acciones desde hace años, “es necesario impulsar y divulgar nuestro patrimonio natural y social; y tenemos determinadas infraestructuras ambientales que se están deteriorando, o están en desuso o con un uso limitado”, opina Kepa González, de Orain Amurrio, en referencia a que el parque de energías renovables de Aresketamendi, así como el parque de Goikomendi-Kuxkumendi, “ya no ofrecen visitas guiadas y están bastante deteriorados”; mientras que el centro ambiental de Izarza “nunca ha llegado a inaugurarse como tal, si bien es un espacio que viene utilizándose por diversas asociaciones, pero sin regulación de uso”, matiza.
De hecho, este último comenzó a crearse en 2005 con la rehabilitación del edificio conocido como casa del guarda, que fue destruido en 1983 por un incendio, y que se acondicionó como albergue. Sin embargo, del proyecto no se ha vuelto a oír nada desde que en 2009 restaban por remodelar las cinco hectáreas de terreno que rodean el edificio, para ubicar áreas de observación de la flora y la fauna y ofrecer a los usuarios un contacto directo con la naturaleza.
Por su parte, el parque natural de Goikomendi-Kuxkumendi se inauguró en octubre de 2006, y es un antiguo espacio forestal especialmente protegido, rehabilitado y acondicionado para la potenciación del conocimiento del medio natural y de la actividad humana relacionada con este entorno. El parque se divide en dos recorridos bien diferenciados, el recorrido azul, Goikomendi, de un kilómetro y medio, adentra en las distintas actividades humanas que en otra época se realizaban en esta reserva integral de vegetación autóctona, tales como la reproducción de una carbonera o un área de colmenas; y el recorrido rojo, Kuxkumendi, de dos kilómetros, transcurre por las diferentes masas de especies arbóreas autóctonas y exóticas, acompañado de unas magníficas vistas de la zona.
Todas las especies de árboles están identificadas con su nombre en castellano y en euskera, así como con la denominación científica. Los postes de señalización explican, además, los usos medicinales o productivos que se les ha dado a lo largo la historia y curiosidades. Eso sí, no se trata de ninguna zona de recreo, ya que no se permite acampar, hacer fuego, ni cuenta con un amplio aparcamiento. De hecho, para acceder hasta la entrada del parque con vehículo hay que solicitar permiso municipal. Lo mejor, para visitarlo, es sumarse a alguna de las actividades educativas que se organizan a lo largo del año, ya que en estos momentos no se ofrecen visitas guiadas.
Energías renovables
Otro tanto de lo mismo ocurre con el parque Aresketamendi que, desde su apertura en junio de 2006, ofrecía a los visitantes, de una manera didáctica y lúdica, los principios energéticos por los que apuesta el desarrollo sostenible. Para ello, dispone de un espacio expositivo al aire libre de 22.600 metros cuadrados, en el que una pasarela de madera en espiral, de casi un kilómetro introduce en las diferentes áreas del parque. Se trata de 26 ingenios energéticos, artilugios participativos, maquetas y paneles, relacionados con las diferentes fuentes de energía ligadas al agua, al viento, al sol, o a la tierra, que dan la oportunidad de comprobar cómo la fuerza del agua mueve una enorme bola de mármol sin casi tocarla, descubrir que el sol es capaz de dar la hora, o que los molinos de viento se usan desde la Prehistoria, por poner un ejemplo.
El recinto abría sus puertas de marzo a junio, aunque si había reservas de por medio también ofrecía visitas guiadas en cualquier época del año. Una de sus jornadas más señaladas, ya que suele rondar una afluencia de medio millar de personas, siempre ha sido la de la fiesta del solsticio de verano en junio, que englobaba desde talleres y juegos relacionados con la educación ambiental, hasta demostraciones de cocina solar o actuaciones musicales en directo, por citar alguna.
Sin embargo, lleva cerrado al público desde el inicio de la pandemia y sin visitas guiadas, aunque el Ayuntamiento lleva dos veranos poniéndolo a disposición de la población para su uso y disfrute como área de esparcimiento. Su clausura, según reconoció el alcalde, Txerra Molinuevo, no solo se ha debido a la situación sociosanitaria de los últimos años “sino también a la necesaria renovación y actualización del mismo”. De aquí que se este llevando a cabo una reflexión sobre su futuro uso para, como en el caso de Izarza y Goikomendi-Kuxkumendi, darles un revulsivo para su reapertura.